Mercedes Castro, el paisaje transformado
La Galería Arrabal acoge la muestra que ofrece un estudio sistemático desde la propia esencia del paisaje
Alejandro Gorafe, por siempre y para siempre
Granada/No es fácil sustraerse a los esquivos desarrollos y desenlaces que se dieron en la fotografía de los últimos tiempos. Fueron demasiados los malos asuntos que incidieron en una fotografía que, con casi nada, era elevada a los máximos estamentos de la creatividad y muchísimos más los aficionadillos - a veces, incluso, pintores bien considerados se apuntaron al carro de la fotografía creyendo que, en ella, se encontraba la auténtica panacea del arte o, por lo menos, del arte de aquel momento y que, con una cámara o hasta con un móvil, en mano pretendían sustituir a los más grandes de la fotografía, Cartier Bresson, Frank Kapa o Robert Mappelthorpe, incluidos. Mala fotografía hecha por muy malos fotógrafos avalados por embaucadores santones de lo artístico que postulaban erróneos e intereses poco claros. Afortunadamente no hay males que cien años duren y la conciencia artística y la sensatez renacieron y los verdaderos planteamientos de la gran fotografía se hicieron presentes en una realidad artística contextualizada en los espacios habituales del arte general. La fotografía es una modalidad artística más y su estamento actuante no difiere de cualquier otro modo de expresión. Por eso, una exposición de fotografía no es más que uno de los sistemas habituales en el discurso del arte actual. Muestras que para que interesen y expresen todo lo que ha de ser tiene que postular las buenas fórmulas de la creación, la correcta dimensión artística, el verdadero sentido que debe poseer una obra artística de entidad. Y esta exposición en el, hoy más que nunca, entrañable espacio del Callejón del Señor lo tiene y goza de los estamentos puros de la plástica contemporánea.
Homenaje a Alejandro Gorafe
Es precisamente este hecho el que, considero, debe ser uno de los centros neurálgicos de esta crítica artística: la muerte prematura del gran Alejandro Gorafe; alma de un espacio artístico que con él se fue abriendo a uno de los estamentos más reseñables del arte de Granada. Porque Alejandro abrió caminos para que los más jóvenes, los que no tenían demasiadas oportunidades, los que tenían algo o mucho que decir, los artistas de importancia con mala suerte en los esquivos horizontes del arte... pudieran encontrar un espacio con entidad expositiva donde presentar su producción. Alejandro, artista de acción y conocedor de los entresijos del arte, sabía de las dificultades y por eso intentaba, con todas sus fuerzas, allanar el camino en un sistema de muchas complejidades. Su recuerdo siempre permanecerá. La exposición ha coincidido con el triste desenlace pero el arte es un continuo permanente y el mejor homenaje a Alejandro es que su galería siga su deambular como cuando él estaba.
Una obra dos realidades
En la obra de Mercedes Castro se funden dos claras realidades; la primera, quizás, en el contexto general del arte, la más importante, nos plantea una fotografía llena de solvencia creativa, sin discusión; salida de un planteamiento artístico bien dispuesto y acondicionado en una realidad acertadamente distribuida y planteada con los máximos sentidos artísticos. Es fotografía fotografía, posiciones expresivas de gran corrección artística, dentro de un conocimiento fotográfico determinante y de una rigurosidad creativa que no empaña el propio concepto que recrea. Porque es de obligado cumplimiento que la fotografía, máxime, después de los pobres desenlaces de hace unos años, ha de poseer verdad artística indiscutible, sin reveses, portadora de los contundentes valores artísticos y con los correctos postulados que se exigen en una obra de entidad. Y todo esto lo encontramos en la fotografía de Mercedes Castro; verdad artística, resolución creativa, sentido estético y máximo rigor. Desde todo ello, fácilmente constatable por cualquier mirada comprometida, se accede a un estamento significativo mayor. Un estudio de amplio espectro, donde se ponen de manifiesto realidades vivas de un paisaje que, desde el primer momento, encierra más que la simple manifestación estructural de lo que se observa.
Mercedes Castro analiza una determinada realidad paisajística y la somete a un estudio sistemático desde la propia esencia del paisaje. Un paisaje que siempre descubre la mediatez de la mano del hombre, la transformación efectuada y su posterior sentido. Se trata de una conceptualización de la propia expresión del paisaje. Realidades que rompen el habitual discurso temporal y presenta las nuevas perspectivas en un desarrollo visual amplio y con sentido. Esta realidad paisajística nos trae las referencias de los fotógrafos que, en 1975, participaron en Nuevas York, en una muestra mítica, Photograhs of a man-altered landscape y que dieron una nueva dimensión a la fotografía de paisaje. Mercedes Castro asume aquella intencionalidad y recrea tres espacios concretos de las provincias de Almería, Cádiz y Granada donde la naturaleza del paisaje ha sido sometida a un proceso integrador nuevo, abriendo una realidad y generando nuevas posiciones. El paisaje transformado por los horizontes de plástico en el campo de Almeria, las salinas de la Algaida en Sanlúcar de Barrameda y una cantera en Íllora nos sitúa en un nuevo concepto del paisaje al que Mercedes Castro abre los horizontes de una fotografía de calidad que desentraña una realidad mayor que la que abarca la propia dimensión representativa.
Buena exposición de fotografía que nos traslada a un concepto artístico total y a un estamento creativo que no ofrece duda. Una exposición que puede ser un feliz homenaje a Alejandro Gorafe, artífice máximo que permanece en nuestro eterno recuerdo
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