Sonido genuinamente americano
Su sonido es el del jazz de finales del siglo XX, pero suena como recién inventado
El Festival de Jazz llenará granada de ritmos cubanos, hip hop y funk del 1 al 9 de noviembre
Granada/Ha pasado el tiempo, y Bill Evans es un músico de prestigio, una de las referencias a las que siempre agrada volver. Merecedor, sin duda, de la Granada del Festival de Jazz que recibió antes del concierto, una escultura elaborada por Carmen Almécija y Augusto Moreno que, además del mérito artístico, representa el reconocimiento a una trayectoria de excelencia, para alguien que se inició en la etapa electrónica y de innovación de Miles Davis, y que ha tocado con todos los grandes, además de subirse al escenario con los Rolling Stones o Mick Jagger. En este caso, recorrió su último disco, “Quién soy yo”, un trabajo de gran interés que nos conecta con ese estilo de música, tan norteamericano, que representó hace décadas la innovación y la frescura frente a la profundidad del be bop, hard bop o lo que se denominó cool. Evans siempre ha sonado más a banda sonora de serie televisiva, con aire de anuncio de Malboro, lo que también viene adrezado por su propia estética, con su cinta característica en el pelo. Sin embargo, su desarrollo discursivo es excelente, propio de un maestro del jazz que sabe qué tiene que ir diciendo en cada momento. Además, sus creaciones son realmente interesantes y, sobre todo, responde al mérito de mantenerse fiel a sí mismo.
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44 Festival Internacional de Jazz de Granada. Bill Evans & The Vansband all stars. Bill Evans, saxos tenor y soprano; Felix Pastorius, bajo; Gary Husband; teclados; Keith Carlock, batería. Fecha y lugar: jueves, 7 de noviembre, Teatro Isabel La Católica.
Siempre ha tocado con los mejores, pero en esta ocasión ha sabido rodearse de unos músicos que dejaron impactado al auditorio, comenzando por el bajista de insigne apellido, Felix Pastorius, hijo de Jaco, “el mejor bajista del mundo”, al que sigue muy de cerca en los parámetros de calidad. Más que algo genético, me atrevo a afirmar que es aprendido. Los desarrollos melódicos con su instrumento, nada fáciles por la prioridad de lo rítmico, fueron de lo mejor de la noche. Eso, siempre, con el permiso del pianista Gary Husband, que portaba en su estilo cierto aire del gran Joe Zawinul. Sin embargo, el que más brilló fue el batería Keith Carlock, toda una estrella del rock, con la banda Steely Dan, cuya frescura, posiblemente, se agradezca en este tipo de jazz. Lo mejor de la noche para José Miguel, en la segunda fila, además de otras personas con las que tuve ocasión de cambiar impresiones.
Bill Evans es tan dinámico que ha consolidado un eclecticismo clásico hoy día. Su sonido es el del jazz de finales del siglo XX, pero suena como recién inventado, destacando especialmente la calidad de su saxo soprano en los últimos tiempos. A esta música, antes, casi le hubiéramos llamado fusión. Basta con escuchar, como ejemplo, temas como Mica Moon. Interpretó también uno de sus trabajos al piano y con su voz, haciendo que parezca fácil. Se trata, sin duda, de un músico con mayúsculas, que quedará, para la historia del jazz, como el saxofonista genuinamente americano.
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