Cuentos de Navidad
Novedades editoriales
Alianza Editorial acaba de publicar un volumen con las historias de ambientación navideña que escribió el escritor inglés Charles Dickens, una lectura inmejorable para estas fechas
Granada/El relato de ambiente navideño más conocido de Charles Dickens es sin duda Canción de Navidad. No importa si ha leído o no esta delicada nouvelle, toda persona medianamente instruida conoce al tacaño y cascarrabias Mr. Scrooge y tiene noticia de sus encuentros nocturnos con el Fantasma de las Navidades Pasadas, el Fantasma de las Navidades presentes y el Fantasma de las Navidades Futuras. La estrategia del moralista Dickens es sencilla y certera: se trata de enfrentar al lector y al viejo Ebenezer Scrooge con el niño y el joven que fuimos, el adulto que somos en la actualidad y las cenizas que seremos a fin de que saquemos las oportunas conclusiones, que, tal como está diseñado el artefacto, serán pocas e incontestables. Al margen de la religión que uno profese (al margen de si uno profesa o no alguna religión), los objetivos de todo mortal en su breve paso por la tierra serían al menos dos: ser razonablemente feliz, sin menoscabo de la felicidad ajena, e intentar dejar un mundo un poco mejor que el que encontró. Unos objetivos nada ambiciosos, pero que los hados se empecinan en desbaratar día tras día.
En Navidad, según Dickens, los tabiques que separan el mundo real del de la fantasía se hacen más finos, se debilitan y resquebrajan y en algún punto incluso ceden y se derrumban. Todo es posible en estas fechas: Mr. Scrooge realiza un viaje a través del tiempo antes de que Herbert G. Wells inventara la máquina a propósito; por su parte, el protagonista de Las campanadas, un recadero sexagenario que debe recorrer la ciudad invernal para entregar las cartas que le confían los clientes, tiene oportunidad de ver qué será de sus seres queridos tras su muerte; en El grillo del hogar, las hadas que se ocultan en los objetos cotidianos interceden para salvar el matrimonio Peerybingle, al borde de la ruptura a consecuencia de un equívoco; en El hechizado, el señor Redlaw pide a un espectro que le permita olvidar todos aquellos recuerdos y pensamientos que le producen pesar; La batalla de la vida, una historia de amor y sacrificio, es la única narración carente de elementos propiamente fantásticos si bien, como escribe Dickens, el amor es la única arte mágica a nuestra disposición. No me digan que no es una hermosa mentira.
Fantasmas, duendes y hadas aparecen, corretean y sobrevuelan las páginas de estos Cuentos de Navidad (Alianza), pero también tipos mucho más terrenales y temibles, tales como prohombres corruptos, burócratas desalmados o burgueses sin escrúpulos que dejan un reguero de víctimas en forma de desahuciados que han de resignarse a vivir con las sobras. Estos elementos son comunes en la narrativa de Dickens; quizás convenga recordarle al lector que el inglés fue muy crítico con las desigualdades sociales existentes en la Inglaterra victoriana; una lacra en toda sociedad compleja, en definitiva, que debe combatirse con la contribución y la solidaridad (hermosa palabra) de todos. Los mendigos, los pequeños delincuentes o las prostitutas, habituales en sus grandes novelas, están ausentes en estas narraciones, pero no la gente de humilde extracción: los protagonistas de Las campanadas y El grillo del hogar, por ejemplo, pertenecen al número de quienes deben librar una batalla diaria contra la adversidad y echarse a la calle cada día para conseguir ese jornal que les consienta poner un plato de comida caliente encima de la mesa.
Sorprende para bien el alcance ético de las distintas propuestas; en El hechizado, por ejemplo, el escritor descarta que la solución de los males pase por erradicarlos de nuestro recuerdo, como pretende Mr. Redlaw; nada se consigue con apartar los problemas o los errores de nuestra vista, hay que hacerles frente. La ética nos enseña que nadie debe vivir engañándose. Hay que sobreponerse a la adversidad y aceptar que no siempre es posible hacer las cosas bien, pero que en nuestra mano está intentar hacerlas bien siempre que sea posible. Según Dickens, los peores males del ser humano nacen de la indiferencia; si hay un mínimo de esperanza será para cuantos se arrepientan del error cometido. Seamos un poco más exigentes: si hay esperanza será para cuantos reconozcan el error, lo enmienden y se pongan manos a la obra.
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