"Mucho cuidado con los cuentistas"
Andrés Neuman abrió ayer la Feria del Libro con un pregón combativo en el que denunció el cierre de bibliotecas
Más que de pregonero, Andrés Neuman ejerció ayer de chamán. En un momento de su discurso, cuando estaba lamentando que "llevamos décadas esperando a que se retire del centro cierta escultura que simboliza nuestros peores fantasmas", un golpe de viento derribó con estruendo la bandera de Granada que presidía el acto. A continuación denunció "que se haya desmantelado tan rápidamente la admirable Biblioteca de las Palomas en el barrio del Zaidín. Habrá que resistir leyendo, ya sean cuentos fantásticos o novelas de terror, hasta que Federico García Lorca, cuyos libros tanto se prestaron en aquella biblioteca, tenga un monolito igual de grande que ese otro", reflexionó el escritor con unas palabras que hicieron a unos levantarse de sus asientos para aplaudir y a otros removerse en sus asientos con una media sonrisa dibujada en la cara. Entre otros, acudieron al acto la delegada del Gobierno de la Junta, María José Sánchez; el alcalde de Granada, José Torres Hurtado; el delegado de Cultura, Pedro Benzal; el diputado de Cultura de la Diputación, José Antonio González Alcalá; o la directora del Patronato de la Alhambra y el Generalife, María del Mar Villafranca.
El escritor argentino afincado en Granada hizo seis pregones en uno, disfrazándose en cada uno de ellos para ilustrar todas las tipologías de presentador. Comenzó en tono oficial y políticamente correcto, con un texto de esos que no molestan ni cautivan a nadie: "Es para mí un verdadero honor, en una ocasión tan señalada como la que hoy nos reúne, tener el privilegio de dirigirme a ustedes para recordar la crucial importancia de la lectura en estos tiempos de incertidumbre". Después hizo el pregón gamberro del outsider que presume de serlo: "Estimados mirones. Me pregunto qué hacéis ahí, como marmotas, en vez de salir corriendo a disfrutar de la vida, o a comeros unos pinchos de tortilla, o a exiliaros a un país sin recortes presupuestarios". Después se metió en la piel de ese tipo de poeta del que huyen los conocidos: "Entrañables cómplices del verbo, de su signo compartido, de su flecha inmarchitable". También imaginó las primeras líneas de un pregón "a la medida del investigador universitario o del infatigable doctorando, asiduo visitante de nuestras librerías". Hasta se atrevió con un pregón en verso: "Amigos de la feria de Granada, paseantes y curiosos y lectores, son muchos los asombros y colores, que florecen si un cuento nos agrada".
Y aprovechando que la Feria del Libro está dedicada al relato y que acaba de publicar un libro de cuentos, Hacerse el muerto, defendió que "lo breve no es igual que lo corto". "El relato breve no se caracterizaría tanto por la fugacidad de su lectura como por su extraordinaria condensación", explicó el autor de El viajero del siglo. "Un relato funciona como un acelerador de partículas, alterando momentáneamente nuestras nociones de tiempo y espacio". Por eso es el género "que más se acerca la poesía", continuó.
Al final de su intervención defendió la necesidad de leer y destruyó la tópica excusa de 'no tengo tiempo'. "Lo multiplica, lo fabrica de nuevo para nosotros. Nos permite ir y venir, rebobinar y adelantar nuestra memoria, ser este y ser el otro sin siquiera movernos de la butaca o del asiento del autobús, donde un señor con sombrero se quejará de que lo hemos pisado. Nuestra respuesta entonces será: Por supuesto que sí. Porque es hora de bajarnos. Porque es hora de poner un pie en Granada, nuestra querida Granada, y caminar por su feria, por sus libros en flor, por sus cien bellezas", concluyó, no sin antes advertir a los presentes que tuvieran "mucho cuidado con los cuentistas". Pero no se refería a los cuentos que se compran en las librerías...
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