La danza, según Saramago
El grupo colombiano El Colegio del Cuerpo baila las palabras del escritor en el Festival
Cálida acogida del público ayer a la compañía de danza contemporánea colombiana El Colegio del Cuerpo en la primera de sus tres actuaciones en el marco del Festival. Buen ejemplo de los caminos de la danza contemporánea en Latinoamérica, el grupo se ganó al respetable a pesar de lo arriesgado de su propuesta, y por medio de una danza emotiva y algo primitivista consiguió hacer visible y casi palpable en mensaje de José Saramago y su denuncia de la injusticia.
Tal vez esa emoción particular que transmiten los bailarines, esa casi espontaneidad de los movimientos donde no hay profesionalismo pero sí mucha profesionalidad, proviene de los orígenes de la compañía. En 1997 Marie France Delieuvin y Álvaro Restrepo, sus directores, comenzaron a trabajar en la creación de este grupo con niños y jóvenes de los barrios más deprimidos de Cartagena de Indias, dando al proyecto artístico una dimensión social que cada vez comienza a ser más habitual en el mundo de la música. De ahí probablemente la espontaneidad y frescura de esta danza que se mueve en los límites de la experimentación más extrema, pero que logra una plástica coreográfica de mucho interés, que ayuda a hacerse una idea del panorama joven de la danza latinoamericana.
Uno de los ejemplos de ese vanguardismo experimental que caracteriza el estilo de la compañía es el espectáculo con el que ayer debutaron en el Teatro Isidoro Máiquez, El otro apóstol. En este montaje, organizado musicalmente en torno a melodías de Pink Floyd, Bach o canciones tradicionales judías, se incluyen también numerosos fragmentos de la novela El evangelio según Jesucristo de José Saramago, a quien el Festival dedica esta actuación, y de la novelista Marguerite Yourcenar. Curioso experimento de bailar el ritmo de la palabra, y bello homenaje al portugués, cuyos textos alcanzan aquí una corporeidad palpable. La sobriedad escenográfica contribuye a ese aspecto de danza casi desnuda del espectáculo. A pesar de una cierta ingenuidad coreográfica, sobre todo en los movimientos corales no siempre bien resueltos técnicamente, y de que el desarrollo del espectáculo resulta desigual, la renovadora propuesta fue bien acogida por los asistentes que casi llenaban el Teatro Isidoro Máiquez. Los espectadores valoraron también la capacidad de la compañía para recoger el mensaje de denuncia política y social de la narrativa de Saramago, a quien los artistas dedicaron sus tres actuaciones en Granada, ya que el espectáculo acaba con la lectura de los nombres de una serie de víctimas de todos los tiempos, desde mártires cristianos hasta asesinados por el terrorismo en Madrid, Colombia o Chechenia, mientras las bailarinas dan los últimos, lentos pasos sobre el escenario. El Teatro del Cuerpo repite hoy este espectáculo en la misma sala a las siete y media de la tarde, y el miércoles ofrece otro de sus trabajos, Fuerza de sangre, compuesto por tres coreografías.
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