El día que Alberti entró en Granada y saldó una deuda con Lorca
En los años 80, el del Puerto de Santa María llegó a Granada, cumpliendo lo que cada verano prometía a su amigo
Años después, ambos se hermanarían en Fuente Vaqueros
“Cuando Rafael decía ‘Granada’, siempre decía ‘Federico’”, así resume María Asunción Mateo, viuda de Alberti, la relación que mantuvo el poeta con la ciudad, que la próxima semana albergará un congreso internacional sobre su figura.
La relación del gaditano con la ciudad no se puede entender sin ese Federico, que no es otro que García Lorca, al que conoció en la Residencia de Estudiantes de Madrid y cuya desaparición le marcó para siempre.
La noche del primer encuentro está descrita en La arboleda perdida, las memorias de Alberti. En aquella ocasión lo invitó a cenar junto a otros estudiantes y después recitó el Romance sonámbulo y le encargó un cuadro de él con una aparición de la Virgen que aún se encuentra colgado en el dormitorio de Federico en la Huerta de San Vicente.
Alberti prometió en varias ocasiones a Lorca visitar “su Huerta de San Vicente”, relata el gaditano en sus memorias, pero la promesa no pudo cumplirse hasta 1980, con el poeta de Fuente Vaqueros ya asesinado y tras el regreso de Alberti del exilio.
“Yo le prometía ir [a Lorca] cada verano, pero lo fui dejando hasta que al fin llegó el 18 de julio de 1936, fecha en que reventó la guerra civil”, rememora Alberti, quien reconoce también que durante sus años fuera de España, no paraba de pensar “en aquel viaje, en aquella visita a Federico que no pude realizar”.
Durante los más de 40 años que mediaron, Rafael Alberti vivió “pensando en él casi obsesivamente, dedicándole innumerables prosas y poemas”, relata, destacando la Balada del que nunca fue a Granada. Finalmente, en febrero de 1980, el del Puerto de Santa María fue a Granada, siendo recibido por el alcalde, quien le entregó las llaves de la ciudad.
Ya al día siguiente de aquella visita, al amanecer, el autor de Coplas de Juan Panadero tomó un taxi, solo, “para recorrer aquel triste camino que llevó a Federico García Lorca a su fusilamiento”, relata en sus memorias.
El paisaje que se encontró fue desolador, según rememora, con basura desperdigada por todo el entorno “como ofrenda al gran poeta asesinado de Granada”. Ante esta imagen, se marchó llorando y tuvo que refugiarse en los Jardines del Generalife.
Aquella experiencia la relató finalmente Alberti en sus Versos sueltos de cada día, que salió publicado un par de años después.
Antes del fin de aquella década, Alberti regresó a Granada, concretamente a FuenteVaqueros, donde acudió para el acto de hermanamiento con Federico, enmarcada en los actos del 5 a las 5.En aquella ocasión, el tiempo no acompañó, y la lluvia hizo acto de presencia, impidiendo la actuación de Víctor Manuel, invitado al acto, recuerda el poeta.
Aunque condicionado por el clima, el acto siguió adelante y el gaditano recitó tres poemas dedicados a Federico: la Elegía a un poeta que no tuvo su muerte, un soneto que escribió al conocerle;la mencionada Balada, y un fragmento de No han pasado los años.
De nuevo, al día siguiente, Alberti volvió al entorno de la Alhambra, para asistir a la presentación de En Granada, su Granada de Ian Gibson en el Patio de los Arrayanes, donde volvió a recitar los versos escritos en honor al que ya era su hermano
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