"Todavía sigo aprendiendo de Paco de Lucía"
Entrevista Chano Domínguez | Pianista
El artista, uno de los músicos españoles de jazz más respetados de la escena internacional, actuará este viernes en formato trío durante el Jazz en la Costa junto a Javier Colina
Granada/Chano Domínguez (Cádiz, 1960) ha dotado de acertados tintes jazzísticos a piezas pertenecientes al patrimonio musical español y latino. El artista lo ha hecho con tanta elegancia y fluidez que es uno de los músicos de jazz español más respetados en la escena internacional. Resumir 40 años la fecunda carrera de este virtuoso y camaleónico pianista es tarea difícil. Su participación en la película y disco Calle 54, de Fernando Trueba -Grammy al Mejor Álbum de Jazz Latino 2001- supuso su lanzamiento internacional. Productor, compositor, educador, Domínguez ha colaborado con una amplia gama de artistas españoles como Paco de Lucía, Enrique Morente, Ana Belén, Jorge Pardo o Martirio. Y, especialmente en Estados Unidos, donde el artista gaditano reside, tiene una presencia constante en festivales y escenarios americanos junto a Jack Dejonette, Winton Marsalis, Herbie Hancock, George Maraz, Jeff Ballard, Gonzalo Rubalcaba y Joe Lovano, entre otros.
La lista de discos en los que ha participado es interminable. Muchos de ellos premiados y algunos nominados a los Grammy: Piano Ibérico (2011), Flamenco Sketches (Blue Note, 2011) o Bendito (2016). Sus dos trabajos más recientes: Paramus junto a Hadar Noiberg y Bola de Nieve con Martirio ya son todo un éxito. El pianista actuará en formato trío este viernes en el Jazz en la Costa junto a Javier Colina, que estará acompañado de Ariel Bringuez al saxo, Pablo Gutiérrez al piano y Daniel García Bruno a la batería batería. Sin duda será una noche mágica en el festival con dos grandes maestros que han firmado con letras de oro la historia del jazz en España.
-Durante el confinamiento volví a encontrarme aquel Mas allá de nuestras mentes diminutas. ¿Volverá a recuperar el célebre grupo Cai en alguna ocasión aunque fuera por una noche?
-Cai es algo que sigue viniendo conmigo. Vivo en el mismo espíritu de esa música, utilizo los mismos ritmos, incluso los más americanos que tocábamos, las ganas de innovación e improvisación... Pero obviamente he ampliado toda la nomenclatura y el lenguaje porque tengo cuarenta años más y he tenido la suerte de haber trabajado con músicos maravillosos, con lo que mi evolución es brutal. Cuando oigo esos discos aprecio el feeling que teníamos. Sigo siendo el mismo pero desarrollado. Lo más parecido que he hecho es el New Flamenco Sound, que sí tiene espacios para instrumento eléctricos.
-¿Pasar la cuarentena con piano ha sido una experiencia de amor total o se miran ya de reojo?
-(Carcajada). Ha pasado de todo. Ha habido días que lo miraba y no tenía fuerzas para tocarlo. Otros días en cambio eran de inspiración total... Momentos para todo. Tampoco me he obsesionado por tocar, entre otras razones porque no tenía el cuerpo para hacerlo.
-Viene a Granada, y van... ¿Cuándo se va a empadronar por aquí?
-Ya me dieron la Medalla de la ciudad de Almuñécar, y ahora vuelvo con el trío, por mí encantado.
-Aunque debo de recordarle que usted fue el responsable de que se eliminara la gratuidad en Almuñécar, cuando se metieron 4000 personas en el parque para escucharle.
-Eso me dijeron, porque no lo recordaba, pero tengo muy buenos recuerdos de cada vez que me he subido en ese escenario del parque tan maravilloso. Es una gozada tocar para un público así, que te quiere tanto y te oye con tanto cariño.
-Le oí decir a un compañero suyo que no es lo mismo tocar flamenco con piano que tocar piano flamenco. ¿Está de acuerdo?
-El piano se toca o no se toca (ríe). Yo toco el piano y me encantan muchas cosas de este instrumento porque me permite una gran libertad melódica, rítmica y armónica brutal. Tengo todo los sonidos de la orquesta en mis 88 teclas. ¡Imagina todo lo que te da! Es un instrumento increíble... ¡Y sin apellidos!
-Y a usted decir que no tenía referencias de piano en el flamenco, y que tuvo que aprender de los guitarristas...
-De niño empecé tocando la guitarra flamenca. Estaba ya ese sonido en mi oído y cuando empecé con los teclados imaginaba la guitarra. Y cuándo hice 10 de Paco con el grandísimo Jorge Pardo recuerdo sacar y transcribir las falsetas de Paco, y eso me aportó una claridad absoluta en el lenguaje. Poder plasmar a Paco en un piano me habilitó para hablar el lenguaje flamenco con el piano. Todavía sigo aprendiendo de Paco de Lucía.
-¿También de los bailaores? ¡Se lo digo por el calambre de Tomasito!
-He tenido la suerte de tener a mi lado a grandes bailaores. Él o Grilo, con el que aprendí mucho de su ritmo de zapateao. Con Tomasito lo que aprendí fue a relajarme totalmente y a disfrutar del bote y de la gracia... Últimamente estoy con el cordobés Daniel Navarro, que es de una precisión tal en el zapateado que podemos hacer frases conjuntas muy rápidas siguiendo sus pies. Cada uno de ellos me ha aportado algo.
-Han pasado 20 años de la publicación de Imán con Enrique Morente. ¿Qué recuerda del maestro granadino?
-¡Uauh! Enrique era de los flamencos que más conocimientos tenía, y de todo. Yo le escuchaba atentamente porque lo que decía tenía mucho sentido y mucha verdad. Sabía muchísimo, y me contaba los entresijos de los cantes que había usado para cantar en mi disco... Era un ser infinito. Por eso se permitía extrapolarse y abrirse a mundos fascinantes como los discos que hizo con Lagartija Nick o con orquestas sinfónicas.
-Mariola Membrives llevó el Omega al jazz. ¿Le hubiera gustado hacer algo con el Morente más audaz?
-Me hubiera encantado, seguro que con el tiempo hubiéramos coincidido alguna vez más. Pero...
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