"Hay que informarse para tratar de facha a una persona por cantar un poema de Bergamín"
Entrevista Estrella Morente | Cantaora
La artista funde la cultura flamenca, la árabe y la judía en 'Tesela', un diálogo musical en contra del racismo junto a Jalal Chekara y Enrique Morente Carbonell
El espectáculo inaugurará el ciclo 'Lorca y Granada en los Jardines del Generalife' este jueves
Granada/"Estrella, llévame a un mundo con más verdades, con menos odios, con más clemencia y más piedades. [...] Abriremos un mundo nuevo sin fusiles ni venenos". Lo cantaba Enrique Morente a finales de los 70 en su celebrado Despegando, pero parece estar hecho para el nuevo espectáculo de su hija, Estrella Morente (Granada, 1980). Tesela trata de hermanar la cultura flamenca, la judía y la árabe a través de un "diálogo universal a favor de la paz" sostenido por la cultura. La cantante granadina quiere recoger lo sembrado por su progenitor, honrar su eterno legado. Morente también vuelca en este montaje su amor por la ciudad, tan mestiza como el propio arte de donde bebe; por los poetas como San Juan de la Cruz, Al-Mutamid y Luis García Montero; y por la familia Chekara, cuya unión se remonta a la colaboración entre Abdessadak Chekara y el propio Enrique hace décadas. No lo hace sola. Le acompaña un elenco de artistas de primer nivel como el violinista Jalal Chekara, el guitarrista Dan Ben Lior y el cantaor Enrique Morente Carbonell, entre otros. El montaje inaugurará por todo lo alto el ciclo Lorca y Granada en los Jardines del Generalife este jueves.
-En primer lugar, ¿cómo lo ha pasado estos meses durante el confinamiento?
-Como la mayoría: con una incertidumbre y un temor tremendo. Soy madre de hijos jóvenes que andan por la calle y hay que enseñarles cómo deben comportarse. Soy nieta de una abuela con 90 años. En el momento que tienes abuelos o niños jóvenes te preocupas mucho. Se ha vivido algo tremendo que nos ha afectado a todos. A partir de ahora, debemos enseñarles a las generaciones siguientes a vivir y a relacionarse de otro modo. Lo he pasado muy mal. No nos hemos salvado nadie del temor y de la congoja de estar aislado. Hemos estado más conectados que nunca con las videollamadas y por teléfono, pero el no abrazar, el no besar... El estar tan límitado a nivel físico ha sido tremendo. Es un antes y un después en el mundo. De todo eso ha surgido el espectáculo, aunque ya lo tenía en la cabeza. Ahora en la Alhambra, este Tesela tiene varias lecturas.
-Este espectáculo echará mano a la memoria. Es fundamental recordar de dónde venimos...
-Es justo lo que has dicho. Vivimos en una ciudad que reúna una tesela de más de 800 años, de civilizaciones enteras. Esta es tierra de judíos, árabes, cristianos, gitanos, bandoleros y gente de todos los colores. Es una mezcolanza de cosas. Aunque es una ciudad que fusila a sus poetas y quema a sus heroínas también es la ciudad de la libertad y de la expresión artística más auténtica. No sólo por el Sacromonte, el Albaicín y la Alhambra, sino también por el Realejo, la Chana, el Zaidín y el polígono. El Almanjáyar se ha convertido en algo pictórico casi al lado de la Vega y con esa gente variopinta. Estoy enamorada de esta ciudad y por eso he querido rendirle homenaje con esta Tesela. Llegó a ver la luz antes del confinamiento en el Teatro del Soho de Málaga. No pudimos rodarlo. Ha cambiado muchísimo.
-En él, uniréis la tradición flamenca, la árabe y la judía. ¿Hay más conexiones entre las tres culturas de las que creemos?
-Absolutamente. No nos damos cuenta de que lo único que nos separa es un puñado de rayos de sol. En este montaje cuento con Jalal Ckekara, heredero de esa dinastía maravillosa. Mi padre tuvo la suerte de conocer a Abdessadak Chekara, un monstruo de la música andalusí. Mi hermano, que también colabora en el espectáculo, es un enamorado de Tetuán y compadre de Jalal. Se conocen desde pequeños. Nosotros somos una familia y Jalal un hermano. Somos herederos de esa intención de diálogo que abanderó Enrique Morente y Abdessadak. Es un privilegio poder contar esa amistad que ellos tenían a través de la música. Nosotros estamos familiarizados con esos sonidos y con instrumentos como el kanun. Hay muchos flamencos que podrán tener interés en ellos y otros que los desconocen. Hemos nacido en Granada, por suerte, y reconocemos esas culturas de manera natural.
-Define Tesela como "un canto de rechazo al racismo". ¿Es más necesario que nunca hoy día alzar la voz contra el odio al diferente?
-Sí. Yo no quiero hacer un espectáculo para mi propio ego, mi propio interés. Me gustaría que esto fuera productivo para los demás. El objetivo que mi padre tenía que ver con el diálogo universal. Él iba más allá del flamenco. Él era un enamorado de todo lo que sucedía en su ciudad. Siempre volvía a la Alhambra, a Granada, a sus orígenes, que le permitían mezclarse con Michael Nyman, Pat Metheny, la Orquesta Chekara o Sonic Youth. No había límites para él. A la hora de crear Tesela, he tenido muy presente a mi padre. Tesela también es rock. Granada es una ciudad rockerísima. Es la reina del rock en España. Andalucía entera. Yo soy una enamorada de España entera.
-Habla mucho de diálogo musical, diálogo de culturas y diálogo para llegar a un entendimiento en un momento donde España está muy divida por los nacionalismos.
-Mi comentario va justo por ahí.
-¿Entiende ese afán de algunos de intentar separar poblaciones?
-En el respeto está la clave. Hay que respetar al que se quiera independizar. Váyase usted donde quiera. ¿Por qué atar a la gente? No es que juegue a los dos bandos. Creo que el respeto es muy importante. El que quiera independizarse tiene que tener derecho a hacerlo. Ya se buscarían las formas. También es muy importante aprender catalán y euskera. He tenido la suerte de cantar con Lluís Llach. Para mí es un sueño disfrutar de esa Cataluña. De Barcelona a la Ampurdán o Badalona. He vivido tantos cosas bonitas por allí. Tengo un amor por lo que tenemos que es mayor que los límites que nos ponen. Me siento tan catalana como sevillana, jerezana o gallega. Pertenezco a un chachito de tierra muy chica, que es España. Deberíamos ser más humildes y ser más felices con lo que tenemos.
-Es inevitable que le pregunte por lo ocurrido en Operación TriunfoOperación Triunfo. ¿Qué le llevó a hacer eso?
-Es una consecuencia más de la intolerancia. Yo no he hecho una declaración al respecto sobre eso porque no merecía la pena. Estaban pasando cosas mucho más importantes. Por esas fechas, acaban de cerrar la Lombardía entera y de confinarla. En el momento fue un sentimiento natural. Algo que sentí, que cualquier artista se puede permitir como es el sentido de la improvisación. La cultura no se puede censurar. Para tratar de facha a una persona porque ha cantado un poema de Bergamín hay que informarse. Bergamín es un poeta republicano. Eso para empezar. Segundo, el cariño y el respeto que yo le mostré a la compañera tanto en el escenario como en los ensayos creo que en el fondo de su corazón se le va a quedar grabado. Fue muy especial. Fue algo que sólo ella y yo vivimos. Fue respeto absoluto y admiración. Intenté que disfrutara lo máximo posible. El respeto a los demás para que le respeten a uno mismo es mi máxima. Tenemos todo el derecho a utilizar esa herramienta llamada libertad de expresión. La cultura debe ser la mejor arma para defenderse ante ciertos ataques. Son argumentos sin fundamento. No hay argumento para censurar la literatura en pleno siglo XXI.
-Este diciembre se cumplirán diez años de la muerte de su padre. ¿Cómo lo siente ahora?
-Este espectáculo es una consecuencia de su legado y de su caminar como músico y como persona. Esta Orquesta andalusí Chekara la sentimos como una familia. Nuestro querido Dan Ben Lior viene de Israel. Es judío. Es una bellísima persona y un músico grande. Nos hemos juntado porque tenemos la necesidad de hablar más que nunca de un diálogo universal, que es el de la música, el arte, la cultura. Estoy convencida de que mi padre se sentiría... No sé si orgulloso porque no le gustaba esa palabra. Es una herramienta contra el racismo y a favor del diálogo entre los pueblos. Los músicos representamos a tres ramas como la judía, la cristiana y la musulmana, que han convivido. Siguen conviviendo en paz entre nosotros. Es un diálogo a favor de la paz. Aún matándose entre ellos nosotros queremos representar los pueblos y darnos la mano con la música. No creas que no se han recibido represalias por este espectáculo. Se han manifestado ya en contra puristas y de profesionales de otras músicas.
-¿Entiende que se hable todavía de pureza o de apropiación cultural?
-Creo por encima de todo en la libertad de expresión y en la verdad. La verdad es la raíz de todo. Cuando tú cantas o escribes con verdad, o barres la calle o tienes la barra del bar más limpia del barrio con verdad y humildad, serás el mejor en tu campo. No hay precio en la vida como hacer las cosas con verdad. Aunque esté sometido o no tenga medios. La verdad es gratis. Eso es lo que tenemos que perseguir, que todos se acuerden de que tú lo hiciste con verdad y humildad. Vivimos un momento de necesidad de diálogo y de apoyo. Mi objetivo es que la gente durante un rato se olvide de que el mundo se mata y hay guerras. Y que sueñen con una motivación que les lleve al entendimiento con otras culturas, otras religiones. Nosotros vamos a estar juntos, unido, por la música y a favor de ese diálogo universal.
-Antes de terminar, ¿cómo está pasándolo el sector del flamenco durante esta crisis mundial?
-Le mando todo mi apoyo y mi cariño. Están presentes en cada nota todos los que no tienen un espacio para actuar. Hay muchos compañeros que no tienen donde cantar. Los tablaos están cerrados. Las zambras están cerradas. Yo quiero representar con este espectáculo no sólo un repertorio bonito. Quiero que sea un canto, un desgarro de nuestros corazones, en su apoyo. Durante la pandemia se ha desarrollado el espectáculo. Quiero que vean algo no sólo bello o enternecedor. Que sea algo que se quede en el corazón para siempre y haga un poco mejor al público.
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