Juarma: "Queda muy bonito hablar de salud mental, pero hacen falta más recursos y dinero"

Entrevista

El de Deifontes presenta en Granada su segunda novela, 'Punki', de nuevo centrada en Villa de la Fuente

Como en su anterior trabajo, vuelve a plantear la falta de oportunidades por una generación, la suya, marcada por la precariedad

'Al final siempre ganan los monstruos', el libro de Juarma porque no hay futuro...

Juarma durante un momento de la entrevista.
Juarma durante un momento de la entrevista. / José Velasco / Photographerssports

Camiseta blanca de manga corta y pantalón vaquero; pelo corto y liso en el que también empiezan a aflorar algunos detalles blancos; cero piercing y cero tatuajes, al menos visibles. Juarma (Deifontes, 1981) no encaja en el prototipo de punki, lo que no le ha impedido titular así su segunda novela, que vuelve a editar con el sello Blackie Books, con el que ya lanzó Al final siempre ganan los monstruos, un éxito casi instantáneo que lo convirtió, de la noche a la mañana, en un ídolo de masas, de hecho una vez acabada la entrevista una chica se aproximará a él y, con algo de timidez, le pedirá que le firme sus dos novelas, después de no haber podido acudir a su presentación en la Feria del Libro de Granada, donde, por cierto, hubo quien sugirió su candidatura al premio Planeta.

Pese a todo, hay algo que Juarma, en cuyo DNI aparece Juan Manuel López, sí conserva del punk, el "hazlo tú mismo", y ha montado su vida alrededor de esta frase. De hecho, antes de 'fichar' por la editorial catalana las aventuras de Lolo y compañía vieron la luz con el sello autoeditado Camping Motel, al tiempo que uno de sus trabajos más recientes, también autoeditados, es Me gustas pero dentro de un nicho (2020). Por otra parte, su primera idea de lo que ahora es Punki, fue presentarlo como fanzine, como una especie de folletín. Al final, la cosa quedó en una cosa intermedia y con la preventa del libro se entregaba un pequeño fanzine, Amor y rabia, sobre el camino "cuesta arriba" que ha sido la escritura para el granadino.

Pregunta.Este su segundo libro, tras el éxito de Al final siempre ganan los monstruos, ¿cómo estás afrontando estos momentos?

Respuesta.Estoy muy tranquilo, la verdad. Cuando salió Al final ya tenía casi escrito este y tenía más cosas avanzadas, entonces no tengo presión de intentar repetir el éxito o algo de eso. Es cierto que quizá no quería hacer así el libro, mi idea original era fotocopiarlo y hacerlo como una especie de folletín con cada capítulo, por eso tiene esa estructura [la novela da saltos atrás y adelante en el tiempo, organizado, como en las cintas de casetes, en una cara A y cara B], pero de cualquier forma no tiene nada que ver con todo lo que supuso mi anterior novela.

P.El protagonista de la novela, Álex, en principio tiene una buena vida, pero como en su primera novela muchas veces recurre a la marihuana para sacarse un dinero extra y "tirara pa'lante".

R.Lo que quería reflejar era eso. La precariedad de un tío que está integrado en la sociedad, que tiene una casa, al que le va saliendo trabajos esporádicos y va pagando las facturas, pero que al mismo tiempo está quemado y llega un momento en que le falta el dinero y entonces recurre con sus amigos a esas plantaciones en interior, pero no es que tengan un imperio de la droga (risas), es simplemente un dinero que, en principio no tenían contemplado, y que cuando llega les ayuda a salir adelante.

P.Hay un momento muy claro en el que el protagonista empieza a consumir, que es a raíz de una paliza de su padre, ¿hasta qué punto la drogadicción es algo que se elige o algo que te condiciona tu entorno?

R.A ver, cada persona tiene su circunstancias y sus motivos, aquí yo cuento la historia de Álex y a él le marca eso. Al final es cierto que él tiene acceso a eso y no a un trabajo estable, además se junta muchas veces con gente mayor y es lo que predomina en su mundo y al final se acaba enamorando de eso y no de, por ejemplo, una chica.

P.En otro momento, el protagonista tiene que elegir entre estudiar y trabajar y finalmente elige lo último para sacar a su familia adelante. ¿Es un privilegio estudiar?

R.Claro, además estudiar tampoco te garantiza nada. Quizá terminas la carrera, pero si no tienes un sitio estable donde vivir o un colchón económico para afrontar luego una oposición, sirve de poco. Por eso en el caso de Álex lo planteé como algo más de orgullo, el termina su carrera pero no lo ve como una salida laboral, sino que lo hace por gusto, por la satisfacción de terminarlo.

P.¿Existe entonces el ascensor social?

Para mí, no. Quizá para otros sí exista esa opción, pero en mi caso he visto que te matas a trabajar para nada y que escalar en la sociedad depende mucho de la suerte que tengas, de tener contactos y cosas así y mucha gente no los tiene y le cuesta mejorar.

P.Tanto en Punki como en Al final siempre ganan los monstruos los personajes sueñan con salir de Villa de la Fuente, ¿tan mala es la vida en el pueblo?

R.El único personaje que realmente odia el pueblo es Alex o quizá Paula. Son los dos únicos personajes que de verdad quieren irse, los otros lo dicen pero luego realmente quieren regresar. Pero Álex es realmente quien tiene un odio visceral al pueblo y que si hubiese podido incendiarlo lo incendia (risas), de hecho él incluso reniega de la forma de hablar.

P.De cualquier forma, el problema de la despoblación es real y muchos jóvenes se marchan de los pueblos a la ciudad. ¿Hay alguna solución para evitar eso?

R.Soluciones que hubiera más dinero para cosas, mejores conexiones,.. (risas), pero es verdad que mi pueblo [Deifontes, en los Montes Orientales] ha mejorado mucho desde finales de los 90 hasta ahora y es genial como está. Quizá, no sé, ahora con el tema del teletrabajo la gente se podría quedar en un sitio tranquilo, en su entorno, con sus amigos, entonces quizá el pueblo pueda crecer, pero también entiendo que cuando eres joven quieres irte y ver mundo más allá del pueblo.

Juarma posa con su nuevo libro.
Juarma posa con su nuevo libro. / José Velasco / Photographerssports

P.La violencia física está presente tanto en este libro como en Al final, pero aquí incluye la violencia de género. Es un tema delicado, ¿cómo se ha acercado a él?

R.Bueno, más o menos estaba en el anterior también, pero generalmente intento enmarcar mis libros en un contexto, que ahora son los años 80-90. Ahora la situación por suerte ha cambiado y si una mujer denuncia su situación y le hacen caso, pero en esa época no eran las cosas como ahora y creo que eso lo reflejo en el libro. Es cierto que es un tema delicado, además como el pueblo está inspirado en lugar real, los personajes y lo que les ocurre son ficción, pero el lugar sí existe, no quieres desarrollar demasiado para evitar que alguien pueda sentirse molesto y decidí tomar distancia y contarlo desde los ojos de otra persona.

P.Su libro muestra lo extendida que estaba la droga y la existencia de la violencia de género, por mucho que no se visibilice como ahora. Es sin duda una hostia a mano abierta hacia esa corriente de idealizar el pasado.

R.Entiendo que puedes idealizar el pasado porque eras más joven, tenías más energía y tal, pero para mí esa época es horrible. Una persona de mi edad si tiene nostalgia de esa época es porque la asocia a la juventud y la idea de tener toda la vida por delante, pero la verdad es que aquella época era horrible.

P.En un momento del libro asegura que ciertas personas, al nacer, tienen casi un billete para ir a la cárcel. ¿Entiende la prisión de clases?

R.Claro, si tienes un accidente con el coche o cualquier problema legal y no tienes medios para defender como es debido, estás vendido. Además tienes que pensar que hay gente que se tiene que buscar la vida como pueda, por ejemplo recurriendo a las plantaciones de droga, y corres el riesgo de acabar en la cárcel, pero no tienes más remedio.

P.La droga, en cambio, parece que no entiende de clases sociales y es consumida por todo el mundo.

R.A ver, de lo que a mí me interesaba tratar en el libro era la precariedad, el paro, las vidas un poco jodidas de ciertas personas, pero es cierto que está por todas partes, lo que pasa es que si vas a un CPD [Centro Provincial de Drogodependencia] no te vas a encontrar por ejemplo al hijo de un político.

P.Este libro parece algo más optimista que el anterior, aquí los monstruos no ganan. ¿A qué se debe ese cambio?

R.Cuando terminé el otro sí que me quedé con la sensación de que era un final un poco pesimista, pero es que no podía meter más esperanza porque no salía, no cabía por ningún lado, si hubiese terminado de otra forma no hubiese sido honesto. En este sí que hay un poco más de esperanza, pero no está en el final, está en el proceso de Álex de enfrentarse a sus problemas e intentar salir adelante.

P.En ese proceso de superar sus problemas, el protagonista no acude a psicólogos, sino que parece que lo soluciona por sí solo. ¿Qué opina de la ayuda en la salud mental?

R.El problema es que Álex no le cuenta la mitad a los psicólogos. Yo creo que es un tema fundamental hoy día, es normal que con las condiciones de trabajo que hay, la gente tenga una ansiedad y un estrés insoportables y entonces veo necesario una sanidad pública fuerte, el problema es que si no tienes para pagarte un psicólogo privado y tienes que ir al público te darán cita para dentro de varios meses, luego te atenderá un profesional distinto cada vez,.. es muy complicado. Queda muy bonito hablar de salud mental, pero hacen falta más recursos y más dinero.

P.Hablaba de eso mismo con Meryem El Mehdati, que decía que era normal que con el ritmo de vida actual la gente tuviese cada vez más problemas mentales.

R.Claro, si vives para el alquiler, cada vez suben más los precios, las condiciones labores son cada vez peores,... es lógico que se cree un cóctel terrible. La gente de mi generación, incluso las más jóvenes, tienen mucho problemas y es lógico que aparezcan enfermedades como la depresión. Mis padres, por ejemplo, tuvieron acceso en su momento a una casa de protección oficial, no tuvieron que preocuparse por la vivienda, y eso hoy parece casi de ciencia ficción.

P.De hecho, Meryem también ponía en duda eso de que nuestra generación vive peor que la de nuestros padres

R.Cada uno tiene su historia, claro, pero si yo le digo a mi madre que ella vivió mejor que yo, le da algo. Mi familia es de temporeros en Francia, entonces durante una época a mí me criaron mis abuelos porque ellos se iban a trabajar. Mis padres han sacrificado mucho, entonces no se me ocurriría decirle ni a mi madre ni a mis abuelos que ellos han tenido una vida mejor que la mía.

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