El espíritu de Coltrane en el siglo XXI
Crítica Jazz en la Costa
Lakecia Benjamin subió al escenario para demostrar que el espíritu de Coltrane vive y que puede, incluso, brillar con la luz del siglo XXI, con ecos de Hip Hop y Funk
"Cuando empecé, tocaba merengue, salsa y reguetón y no había oído hablar del jazz"
No es posible que el primero sea el mejor concierto del festival, afirmaba Ricardo, siempre en la primera fila, tras disfrutar de una descarga técnica y emocional tan intensa y continua que tiene pocos precedentes en los últimos años. Quizá, se me ocurre, el descaro y el dominio del maestro Wayne Shorter en Granada, hace ya algún tiempo. Y claro, ese inicio de nuestro querido y veterano Jazz en la Costa, que se va acercando a las cuatro décadas, se situaba en el reencuentro de la parroquia jazzística, en bermudas y con el bronceado de nuestra costa tropical. Sin embargo, se olvidó pronto la calma del saludo estival, ya que Lakecia Benjamin subió al escenario para demostrar que el espíritu de Coltrane vive y que puede, incluso, brillar con la luz del siglo XXI, con ecos de Hip Hop y Funk.
LAKECIA BENJAMIN QUARTET PHOENIX
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Lakecia Benjamin, saxo alto y voz
Oscar Pérez, piano
Elias Baikey, contrabajo
EJ Strickland, batería
Fecha y lugar: martes, 23 de julio, Parque El Majuelo, Almuñécar.
La declaración de principios de esta joven saxofonista unió música y palabra, con el espíritu de empoderamiento que otorga ser tan extraordinariamente buena y abrumadora en lo técnico. A esa capacidad, quizá sobredimensionada por la aceleración de picados y el desgarro de sobreagudos, unió un liderazgo sobre el escenario en el que fueron creíbles sus llamadas a valores como la libertad y la dignidad, además de sus reflexiones sobre el amor o la música, que incluyeron fragmentos de rap como vocalista, interpretados también de forma brillante. Es lo abrumador de la perfección. Con esa fuerza, su saxofón alto sonaba como un soprano, lo que recordaba, todavía más, a John Coltrane, un universo sonoro al que esta artista ya dedicó su disco Pursuance: The Coltranes. De hecho, es para recordar su interpretación de My favorite things, esa bella canción de Broadway, interpretada por Julie Andrews, que se convirtió después en un estándar icónico del jazz. Y Lakecia hizo una versión valiente, pensada y sentida, aunque Pilar, que conoce bien esta música, lo percibió como mucha energía y poca emoción. Hay tantas sensibilidades como personas, en el aforo completo del Parque El Majuelo. Lo importante es que este milagro de la cultura siga siendo posible, y saber que, hoy por hoy, es gracias a Diputación y Ayuntamiento de Almuñécar.
Con ese aire hard y ese espíritu de pantera negra discurrió la noche. Ya se sabe: nuevas voces y viejos sueños. Destacó la excelente sección rítmica pero, especialmente, la luz y el color con los que Óscar Perez iluminaba sus intervenciones en piano y teclado. Y es que Benjamin y él desarrollaron unas argumentaciones musicales sin desperdicio, contando cosas y mimando la belleza en los desarrollos de cada improvisación. El saxo sabía aterrizar, las menos de las veces, en un sonido soft de graves, que es una prueba de control. Para gritar hay que saber susurrar. Y en el sonido brillante del alto aparecía, a veces, el timbre del propio Paquito D’Rivera. Dio tiempo para que resonaran ecos de blues y de lo que antes se llamaba “espiritual”, además de temas como Alabama o Acknowledgement, de la discografía de Benjamin, para ir cerrando con Happy People, de Kenny Garret, el tema que deberíamos escuchar cada mañana al levantarnos.
Después, se sumergió entre el público y se perdió en la oscuridad del trasnoche sexitano. Insuperable.
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