Única, personal e intransferible

Exposición 'El cuerpo en la mirada' de Ángeles Agrela | Crítica

La artista jienense, afincada en Granada, reflexiona sobre el papel de la mujer en la historia y su representación en el arte en el Centro CajaGranada

La artista Ángeles Agrela habla con Miguel Arjona, responsable de muestras en las salas de CajaGranada, en la inauguración de la exposición. / Álex Cámara
Bernardo Palomo

17 de marzo 2020 - 00:00

Granada/Hacía tiempo que los grandes y buenos proyectos expositivos pasaron a mejor vida. Raras han sido las importantes muestras individuales o colectivas que, últimamente, han llegado a nuestras salas patrocinadas por instituciones públicas o privadas; instituciones que antes apostaban por el arte más inmediato y, ahora, restringen hasta casi la inexistencia los patrocinios artísticos y son bastante reacios a producir eventos artísticos de verdadera entidad. Existen, no cabe duda, pero muy a cuentagotas. Y, en estos momentos, con la crisis encima y el virus acogotando cuerpos, espíritus y bolsillos, así como creando incontrolables incertidumbres que, desgraciadamente, pueden manifestarse en negros horizontes, las perspectivas son, al menos, inquietantes.

La exposición que organizan, a la limón, las fundaciones CajaGranada y Cajasol, es un proyecto lleno de entidad y trascendencia -de los que, ya, rara vez se nos conceden-. Se trata de una muestra llevada a cabo con mucho sentido y dejando que obras importantes de una importante artista desarrollen sus máximas circunstancias artísticas.

Aunque, a estas alturas, en Granada -también en todo el universo artístico español-, Ángeles Agrela es artista conocida, respetada y admirada, esta exposición va a servir para seguir desentrañando las contundentes posiciones pictóricas de su última obra. Ella, desde un primer momento de su lúcida carrera, dejó constancia de su personalísimo ideario estético y plástico. Ha ido planteando sensatas etapas artísticas siempre marcando espacios creativos únicos que la hacían una artista con un lenguaje sin fisuras, claro e intransferible. Además, en su pintura la mujer ha ocupado un lugar importante y ha sido protagonista de una idea sabiamente transmitida en una obra que, artísticamente, no dejaba duda alguna.

Algunas de las obras de la creadora jienense. / Álex Cámara

El cuerpo femenino, a lo largo de su producción, le servía de continente y contenido. En sus sucesivas series (Camuflaje, La elegida, Contorsionista, Lección de anatomía, La profundidad de la piel, El favor de las bellas y Las bellas durmientes) la figura de la mujer servía para abrir rutas por donde adentrarse en sistemas conceptuales que descubrían episodios llenos de enigmas inquietantes, mediatos, surreales, hasta festivos e irónicos. La mujer, en la obra de Ángeles Agrela, trasciende más allá de un simple motivo representativo; es una realidad icónica de personalísimos intereses para desarrollar una nueva dimensión estética que configura una realidad claramente dispuesta a la manera Agrela.

La muestra suscribe una casi antología de sus últimas series, aquellas en las que la mujer patrocina una mayor situación conceptual. Obras que descubren .si esto fuera posible a estas alturas- el especialísimo credo artístico de una pintora cuya dimensión técnica le permite adentrarse por cualquier situación. Las piezas, la mayoría de gran espectacularidad, patrocinan ese simbolismo característico de la obra de esta artista. Son imágenes que hacen reflexionar, que dejan en suspenso la ilustración de lo real para buscar modos infinitamente más amplios.

En las obras, pertenecientes a series de los últimos años, nos encontramos imágenes impactantes que dejan entrever un particular universo femenino; con elementos constitutivos que encierran simbologías de fuerte impacto, tanto visual como conceptual. Entre estos destaca el pelo, que encierra ciertas connotaciones culturales y que sirve como elemento de gran simbología que oculta el rostro a modo de máscara, con lo que se abren infinitas expectativas. La artista cubre las cabezas de sus figuras femeninas con unas cuidadas cabelleras, algunas con colorido exuberante,perfectamente dibujadas y pigmentadas con unas tonalidades fuertes que potencian la realidad representada.

Las modelos se nos aparecen en forzadas actitudes, vestidas con coloristas telas. / Álex Cámara

En otro grupo de obras, la artista jienense compone la figura, sobre todo el rostro femenino, en curiosas actitudes, potenciando la realidad y mostrando circunstancias estéticas llenas de bellas intenciones. Sus mujeres se nos presentan con un dibujo exquisito, de fuertes colores, mostrando una línea ilustrativa determinante y de gran contundencia formal. Los modelos se nos aparecen en forzadas actitudes, vestidas con coloristas telas que sobresalen de unos fondos, también, profusamente elaborados y de gran fuerza decorativa.

También nos encontramos con piezas que insisten en ese especialísimo homenaje de la autora a la historia del arte (una historia que ha infravalorado, maltratado e invisibilizado a la mujer) como ya vimos en anteriores momentos creativos con la referencia a pintores clásicos como Durero, Piero della Francesca, Holbein y Veermer, ahora vemos modelos que se apoyan estructuralmente en esculturas antiguas; con lo cual el simbolismo mantiene una expectante situación que aumenta esa mediatez conceptual que caracteriza las obras de la artista.

Estamos, por tanto, ante una gran exposición; una exposición que nos vuelve a situar en los parámetros de esa gran producción artística que echábamos de menos. La obra de la granadina de adopción nos conduce por el patrimonio personal de una de nuestras más significativas artistas. Esta exposición, que lleva el marchamo de Iván de la Torre y Juan Ramón Rodríguez, nos conduce por los esclarecedores límites pictóricos de una artista con un lenguaje único y personal. Como ya he escrito en muchas ocasiones, nos encontramos con la felicísima pintura de una de nuestras artistas con mayor personalidad. Y sigo diciendo que ante la obra de Ángeles Agrela uno, jamás, puede equivocarse.

La autora de la exposición Ángeles Agrela posa junto a una de sus obras. / Álex Cámara

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