Una generación que se rebela y que ama, según Carlos Pardo

El poeta madrileño pasa por Granada con las historias de 'La vida de Pablo', una primera novela que va camino de convertirse en icono de unos jóvenes indignados

El escritor madrileño Carlos Pardo, ayer, en la librería Picasso, donde presentó 'La vida de Pablo'.
El escritor madrileño Carlos Pardo, ayer, en la librería Picasso, donde presentó 'La vida de Pablo'.
Blanca Durán / Granada

20 de mayo 2011 - 05:00

Sin dejar demasiado claro cómo de estrecho es el límite que separa la ficción de la autobiografía, el poeta madrileño Carlos Pardo firma un exitoso salto a la novela con La vida de Carlos (Editorial Periférica, 2011), un libro donde casi sin proponérselo realiza un acertado y un tanto desolador retrato de la generación de jóvenes españoles nacidos en plena democracia con la música de Nick Drake y The Animals como banda sonora.

"Todos los personajes de La vida de Pablo pertenecen a la generación de españoles que hemos acabado viviendo un poco de las ruinas de lo que se llama la sociedad del bienestar; es decir, con trabajos precarios, con una falta de perspectivas tremenda, con una conciencia política que no se sabe muy bien por dónde va a canalizar... Para mí es una novela de formación, una falsa autobiografía, una novela de amor... Lo que pasa es que los demás la han tomado por una novela política", asegura Pardo, que ayer habló de La vida de Pablo en la librería Picasso con J, el cantante de Los Planetas.

Y es que aunque uno de los personajes centrales del libro sea dj -una faceta artística que el propio escritor experimentó sobradamente en sus años de estudiante en Granada- y ambos compartan una cierta sensación de encontrarse perdidos por el mundo, verdades y juegos de engaño se combinan a la perfección en las páginas de La vida de Pablo: "Hay pequeñas trampas con las que se va manteniendo la atención del lector despierta y le va prometiendo algo que al final lo termina por llevar por caminos imprevistos".

El Pablo que dibuja Carlos Pardo en realidad es un joven artista de una pequeña ciudad del sur de España, llamémosla Córdoba -"mis años en Granada me dieron para muchas anécdotas, muchísimas, pero me las guardo para el próximo libro", bromea el autor-, que debe cambiar los pinceles por la barra del bar. El dj que conoce una noche y que actúa de narrador, Carlos, se convertirá en su biógrafo y particular escudero, lo que le permitirá adentrarse poco a poco en una pandilla donde nadie termina de encontrar demasiado bien su sitio.

"Cuando uno está escribiendo tiene muchas voces en la cabeza y hay que mantenerse muy despierto para dejar que todas hablen. Creo que al final esto ha quedado como un amplio retrato generacional de lo más deprimente. Ahora que estamos siendo testigos de las salidas de la gente a la calle y que estamos viendo cómo hay una conciencia política que va contra los partidos dominantes, creo que la novela comparte todo ese mundo rabioso que quiere canalizar su energía de una forma distinta. No tengo ni idea del futuro que les espera a los protagonistas del libro, pero no me importaría que se concienciasen y canalizaran toda la rabia que tienen de una manera más política y efectiva ".

La música es, casi sin querer, otra de las grandes protagonistas de La vida de Pablo, donde llega a tomar incluso una actitud ambigua; sirve tanto de elemento esencial para ir formando la identidad de los personajes como de recurso de banda sonora que despiste a veces a los protagonistas de la realidad que viven. "El narrador es pinchadiscos, aunque parece que no disfruta mucho siéndolo y la música está muy presente como impulso vital y como trampa. La música muchas veces adormece la conciencia y es como las sirenas que te despistan del instante, que normalmente no tiene música", asegura.

Entusiasmado con las sensaciones que le ha proporcionado construir su primera novela -"hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien escribiendo", confiesa-, Pardo confirma que ya tiene en mente su próximo libro, que tendrá un formato parecido a éste: "Antes de empezar La vida de Pablo tenía demasiadas censuras en la cabeza respecto a los poemas, los escribía pensando en si me quedaban bien o no. Ahora creo que eso ha cambiado".

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