Los granadinos Cristalino y Fernando Navarro se reencuentran en ‘Golpes’

Actor y guionista están presentes en la nueva película de Rafael Cobos, donde debuta también Teresa Garzón

'Segundo premio' se contenta con tres Goyas en una gala que jugaba en casa

Rafael Cobos da indicaciones a Cristalino y Antonio Estrada antes de grabar una escena.
Rafael Cobos da indicaciones a Cristalino y Antonio Estrada antes de grabar una escena. / Julio Vergne

Granada/Tras el éxito que supuso Segundo premio, los caminos de los granadinos Cristalino y Fernando Navarro vuelven a converger en Golpes, el primer largometraje de Rafael Cobos, tras la feliz experiencia de la serie El hijo zurdo, premiada en Cannes, y en el que también hay hueco para una tercera granadina, Teresa Garzón, que también da el salto al cine tras su aparición en la serie Las noches de Tefía y una notable trayectoria en teatro y danza junto a Antonio Ruz, Alfredo Sanzol o Juan Echanove.

La película reinterpreta la historia de Caín y Abel, pero que en la inventiva de Cobos viven en la España de los 80 y tienen los rostros de Luis Tosar y Jesús Carroza –quien ya coincidió con Cobos en Modelo 77 o Apagón–. Ahora son dos hermanos antagónicos, cada uno alineado a un lado y a otro de la ley, uno como policía y el otro como cabecilla de una banda de atracadores.

Cobos matiza que su aproximación a aquella vida en los márgenes que plasmaban películas como Deprisa, deprisa, El pico o Navajeros se hace “desde la fábula”, analiza el realizador y guionista, que firma el libreto de Golpes junto a Navarro, “porque aquí la peripecia va en un sentido y el pensamiento que hay detrás de esa peripecia va por otro”, afirma.

Así, la historia de Migueli (Carroza), un expresidiario que realiza algunos robos para ajustar cuentas pendientes, y Sabino (Tosar), el familiar al que han encargado que se ocupe de su caso, trasciende la trama de esa investigación para ir más allá, defiende Cobos.

“Creo que Golpes tiene mucho subtexto”, asegura el colaborador habitual de Alberto Rodríguez, que en proyectos como La Isla Mínima, El hombre de las mil caras o Modelo 77 ya se valía de las vivencias de sus personajes para radiografiar la sociedad que había tras ellos.

“Más allá de esos dos hermanos, estamos hablando de algo más complejo, que tiene que ver con la memoria histórica, con la construcción de un país verdaderamente democrático”, explicaba Cobos a la prensa el pasado lunes frente a las instalaciones del sevillano Parque Móvil del Estado, en la calle Chaves Rey, con un local transformado en una sucursal bancaria para la ocasión.

Ambientado en Sevilla, este thriller “habla de la sangre, de los lazos. Nos preguntamos hasta qué punto tenemos la posibilidad de decidir cuál es nuestra familia”, prosigue Cobos, al que no preocupa tanto una réplica exhaustiva de los primeros 80, “esos elementos un tanto artificiales en que cae toda recreación”, pero sí quiere trasladar en su obra las emociones que entonces se respiraban en el ambiente.

“En 1982, el país se abría a la libertad más absoluta, el Partido Socialista ganaba las elecciones, por primera vez en mucho tiempo teníamos un gobierno de izquierdas”, enumera el director, que aprecia en la temprana derrota de la selección española en el Mundial de Fútbol que se celebraba en suelo patrio un símbolo de las decepciones que esperaban. “La expectativa de que España iba a llegar muy lejos no se cumplió, ni en el campo de fútbol ni fuera”, considera Cobos.

El cineasta se desvincula del imaginario de aquellas cintas míticas firmadas por José Antonio de la Loma o Eloy de la Iglesia. “Al final, Golpes tiene más de la literatura crepuscular y del cine norteamericano de los 70, o del polar francés”, dice sobre una producción –de los gallegos Vaca Films– que contará con la música de Bronquio, que ya colaboraba en la banda sonora de El hijo zurdo, “una forma de actualizar esa rumba que Los Chunguitos o Los Chichos llevaron al cine quinqui. Yo pretendo una música electrónica, con más sintetizadores, más acorde a los tiempos que corren”.

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