"He hecho canciones para viajar a ninguna parte"
José Ignacio Lapido. Músico
El músico y compositor granadino José Ignacio Lapido lanza su nuevo trabajo, 'Cartografía', un disco en el que muestra su madurez e intimidad
Suave, íntimo, brillante, intenso. Tal vez el disco más maduro de todos los que ha hecho. Así es Cartografía, el último trabajo discográfico de José Ignacio Lapido, el ex líder de la banda granadina 091 y quizá uno de los grandes autores de canciones del rock español. El disco, con 12 temas, salió a la luz el pasado 7 de abril y será presentado en una gira por todo el país a partir del próximo día 26. Lapido, que grabó el álbum en el estudio Producciones Peligrosas de Granada, demuestra un enorme despliegue de lirismo y buen hacer, de canciones absolutamente redondas que recuerdan mucho a los grandes nombres de los años sesenta, como Beatles, Rolling Stones o Kinks. A sus cuarenta mediados, el guitarrista y ahora cantante sólo se plantea hacer buenas canciones que le satisfagan y tocar su música al margen de todas las modas. Cartografía es una muestra de que no le interesan las listas de éxitos ni las muchedumbres sin gusto musical. El granadino ha hecho un disco lleno de ángeles en los andenes.
-Nada más escuchar la primera canción, el oyente ya tiene la sensación de que se va a tratar de un gran álbum y que, además, recuerda mucho a los grandes trabajos de los años sesenta. ¿Fue eso algo premeditado?
-Bueno, el orden de las canciones lo decidí cuando todas estaban ya grabadas. Efectivamente, la canción con la que comienza el disco, Cuando el ángel decida volver, tiene influencias de los años sesenta. Hay una referencia discreta a los Kinks cuando en uno de los versos escribo: "Creo recordar que alguien cantó lo mismo en otra canción: Cansado de esperar". Es una alusión a Tired of waiting, de los Kinks. Ese tema recoge un poco ese ambiente musical. Yo siempre he sido fan de la música de los años sesenta...
-Una música que ya tiene asumida como propia...
-Sí. No se trata de copiar un estilo. Desde luego, todos los compositores tenemos nuestras influencias. No creamos a partir de la nada. Pero cuando has asumido un tipo de música, ya queda fijado en tu propio estilo.
-La mayoría de las canciones son de tiempos medios y baladas. ¿Fue deliberado hacer un disco así?
-No. Fue tal y como las canciones iban surgiendo. El reto de escribir y componer no es exactamente algo racional. Yo nunca me siento y digo: ahora voy a componer una canción rápida. Eso no va así. Simplemente me siento y van surgiendo los acordes y las ideas hasta que llega un momento que es la canción la que manda sobre ti. Es cierto que han salido muchas canciones de medio tiempo y que las letras se han adaptado muy bien a eso. Pero, por otra parte, el que una canción sea lenta o rápida no merma su intensidad. Ahí está, por ejemplo, Love in vain, de los Rolling Stones, que la compusieron en los años sesenta al modo de Robert Johnson. Es tal vez una de las canciones más lentas que tienen y, sin embargo, una de las que tienen también mayor intensidad.
-¿No puede deberse el hecho de que escriba canciones tan íntimas porque compone sólo por la mañana, muy temprano, para no despertar a los niños?
-Je, je... No, no tiene nada que ver. Simplemente salen así. Hay otra cosa: teníamos muchas más canciones preparadas, la mayoría de ellas muy rápidas, pero se quedaron fuera porque a la hora de grabarlas aún no tenía terminadas las letras. Además, eran las propias canciones las que imponían su camino. Si intentas forzar un poco el ritmo, obligarte a escribir canciones de una determinada manera, terminas haciendo cosas que no son naturales.
-Usted ahora es líder en un proyecto en solitario. ¿No echa de menos tener un grupo en el que otros músicos pudieran hacerle de contrapeso?
-En una banda, desde luego, tenía menos responsabilidad porque la mayoría de las veces el trabajo nos lo repartíamos. En cambio, al estar yo solo, experimento otras satisfacciones que no sabría explicar. Sabes que la primera idea surge de ti y la última también. Eso implica mucha dedicación. De cualquier modo, con los músicos con los que estoy ahora me siento como estando en una banda. No son músicos a sueldo. Hemos estado trabajando juntos mucho tiempo. Me siento igual que cuando estaba con 091. Yo llego con una idea básica y entre todos nos ponemos a desarrollarla.
-Siempre ha sido muy reacio a utilizar instrumentos que fueran ajenos a una formación normal de rock, pero aquí ha incluido cuerdas y steel guitar. ¿Ha cambiado su concepción sobre las sonaridades?
-Bueno, incluir la cuerda en una canción era algo que llevaba mucho tiempo queriendo hacer. Un día me encontré por la calle con el arreglista Nicolás Medina, que ya trabajó con 091 en nuestro primer LP. Le comenté que estaba a punto de grabar el disco y él me dijo que le gustaría colaborar. Le envié la maqueta de Algo me aleja de ti e hizo algo realmente bueno con ella. Respecto a la steel-guitar de Quini Almendros, yo quería incluir ese instrumento, que es complicadísimo y que él toca de una forma fantástica. A la canción Fuera del mundo real le ha dado un realce increíble... ¿Pertenece eso a mi evolución musical? No lo sé.
-Ahora se están reuniendo todos los viejos grupos de los años ochenta. ¿Cuál es el escollo para que no se reúna 091?
-Escollo no hay ninguno. Todos nos seguimos llevando muy bien entre nosotros y, en algunos casos, ahora nos llevamos incluso mucho mejor que cuando estábamos juntos. El único escollo es que cuando nos separamos, dimos el proyecto por completamente cerrado. Volver a aquello no entra en mis planes.
-El ex cantante de 091, José Antonio García, dice que volver a reunir al grupo exigiría una intensidad y un esfuerzo demasiado intenso...
-Sí, porque, si nos volviéramos a juntar no lo haríamos en plan fácil para hacer unos cuantos conciertos y ya está. Sería para darlo todo como entonces. Serían ensayos intensivos y muchísimo tiempo de trabajo y esfuerzo. Eso requeriría mucha energía. De cualquier modo, la razón principal es que eso ya pertenece al pasado y no hay más.
-¿No echa de menos tener un cantante, alguien, por ejemplo, como Amaral?
-Tener un cantante sería más cómodo porque yo soy un cantante forzado. Pero ya he hecho cinco discos y me he acostumbrado a que me tengo que poner delante del micrófono. Ya no me planteo tener un cantante.
-Ahora la gente se baja directamente la música de internet, y gratis. ¿Cómo se combate eso?
-Eso se combate muy difícilmente. Pero es el tiempo presente, elsigno de los tiempos, la rapidez y facilidad para que usuario se baje música. Y contra eso no hay remedio. Es así, y nos tenemos que acostumbrar a que es así. Para el usuario, desde luego, es muy cómodo. Pero hay un hecho innegable: el grabar un disco tiene un enorme coste económico. Y en ese proceso no sólo hay músicos y compañías de discos. También hay técnicos de sonido, ingenieros, diseñadores, mucha gente que vive de eso. Obviamente, al existir la posibilidad de no pagar por tener música, mucha gente querrá eso. ¿Pero cómo se sostiene la pirámide? Ahora hablan de esponsorizar a los músicos, de que incluyan publicidad en sus discos. Pero a mí eso no me convence. Si me considero íntegro como músico y quiero mantener una línea, me parece aberrante poner publicidad de una multinacional, por ejemplo. Si ésa es la solución, no pienso participar en ese festín de pobres. La música tiene cierta carga ideológica que no quiero despreciar.
-¿Es posible que algo de culpa en todo esto que está pasando sea de las tiendas de discos al poner precios desorbitados a los CD?
-Bueno, siempre será más barato un disco gratis a un disco que valga cuatro o cinco euros. El problema es que ya empieza a haber un tipo de gente que no sabe lo que es una tienda de discos, que no concibe que tenga que pagar por oír música. Yo parto ya de la idea de que ésa es una batalla perdida. Es evidente que se producen abusos en las tiendas. Los márgenes comerciales no responden a un intercambio justo. Pero no creo que ése sea el principal factor de la crisis. Es un factor cultural. La gente hoy ve la música como algo gratuito. Y ahí es donde se va a hundir la base de la pirámide.
-Siempre ha dicho que sus discos son, simplemente, una colección de canciones. ¿Es 'Cartografía' un disco conceptual?
-No. Yo no hago discos conceptuales. Yo hago cancioneros. Lo que pasa es que la temática de las letras hace que las canciones tengan cierta interconexión.
-¿Por qué el título de 'Cartografía'? Por lo general solía poner como título del disco el título de una canción...
-Bueno, el título de este disco surgió de una cosa curiosa. Antes de grabar, unos diseñadores me enseñaron posibles portadas, y una de ellas era la de una galleta María rota. Yo pensé que se trataba del mapa de una isla. Luego me di cuenta de que era una galleta. Pero pensando en lo de la isla, se me ocurrió lo de cartografía. Una de las canciones dice "Tengo dibujado en mi cabeza un mapa"... Yo creo que es un disco con pequeños mapas en forma de canción para viajar a ningún sitio.
-¿Lee poesía?
-Últimamente, sólo he tenido tiempo de leer la prensa. No leo ahora poemas.
-¿Sufre con la tiranía de la rima?
-Ya he hablado en algunas ocasiones de ello, pero la rima es lo que pide el cuerpo. Las rimas en las canciones de rock no son, desde luego, nada sofisticado. Las letras de las canciones están para ser oídas, no leídas. Yo pienso que hay que buscar cierta sofisticación. También siempre he concebido que la música se hace con rimas. Leer la letra de una canción no es lo mismo que leer un poema. Un poema tiene un ritmo interno propio, está hecho para ser leído. Pero una canción está hecha para ser escuchada.
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