Javier Ruibal: "Las penas se quedan fuera, te esperan a la salida"

El cantautor gaditano presenta este jueves en el Teatro Isabel la Católica su disco Saturno Cabaret arropado por Miguel Ríos y Marina Heredia

Javier Ruibal llevará sus 'Paraísos mejores' a la sala Eshavira de Granada

Javier Ruibal, en las instalaciones de 'Granada Hoy'.
Javier Ruibal, en las instalaciones de 'Granada Hoy'. / Javier Martín

Granada/Javier Ruibal vuelve a Granada con su nuevo trabajo discográfico titulado Saturno Cabaret, que supone el decimosexto larga duración de su dilatada carrera, comenzada en 1982 con el LP Duna. Nacido en el Puerto de Santa María en 1955, en 2017 recibió el Premio Nacional de Músicas Actuales 2017, que le otorgó el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, por "su excelencia como compositor, cantante y guitarrista", y por el desarrollo "de un lenguaje propio que ha influenciado a artistas de varias generaciones". En su trabajo confluyen los ritmos del flamenco y la música sefardí y magrebí, con los sonidos del jazz y el rock clásico. Este jueves 20 de febrero ofrecerá un concierto en el Teatro Isabel la Católica, pero sus seguidores se encontrarán con una sorpresa, porque en escena no aparecerá él sino un alter ego. Aunque este recurso no es tan frecuente en música como en literatura, hay excepciones notables, como Ziggy Stardust, de Bowie. En este caso El Bien Peinao de Ruibal es menos glam y más clásico, porque el músico no propone un viaje al espacio exterior, ni al futuro, sino al pasado.

En concreto, el gaditano invita a viajar a los años 50. Entonces, con la llegada de cierta mejora económica gracias a los convenios entre el Régimen y los Estados Unidos, un incipiente aroma de libertad vigilada llega a España. En esa atmósfera se ubica Saturno, un cabaret situado en la Barcelona de la época donde lo mismo desembarca la Sexta Flota estadounidense que golfos burgueses que se codean con artistas plásticos y cinematográficos que dan a la ciudad el cosmopolitismo que perdió con la guerra. En ese espacio se desarrolla el espectáculo ideado, compuesto, y escrito por Ruibal, un retrato de un periodo a través de una galería de personajes tratados con humor y ternura. Una mirada cinematográfica a una realidad de la que el país pudo salir y a la que el cantautor encuentra similitudes con la actualidad.

Pregunta.-El día arranca con una rueda de prensa sobre el nuevo disco de homenaje de 'El hombre garabato' a Carlos Cano y la presentación de un programa de actividades organizado con motivo 25 del aniversario del fallecimiento y del 80 aniversario del nacimiento cantautor. ¿Qué le unía al granadino?

-Los vínculos que Carlos tuvo con la Andalucía occidental fueron muy estrechos. Él tenía una vocación gaditana tremenda, incluso en Granada hubo algún celillo. Miguel Ríos, que también participa en la cita, hablará por Granada y yo por Cádiz.

P.-En la promoción del disco en su web hay una página del rockero granadino: “Mi inquieto primo Ruibal no para de sorprenderme. Está mordido por las musas". También le acompañará en el escenario este jueves. ¿Qué les une a ustedes dos?

-Con Miguel tengo una amistad estupenda porque él decidió que yo fuera su amigo, aunque empecé como su admirador hace muchos años. Hubo algunas ocasiones de encontrarse y cuando en su mano estaba propiciar que estuviera, tanto si en un programa de televisión como lo que fuera, siempre contó conmigo. Estuvimos cantando en el escenario en su aniversario o en el mío de mis 35 años de profesión. Incluso con Saturno Cabaret esta va a ser la segunda ocasión en que sale conmigo al escenario cantar una canción, la misma que cantamos en la presentación en Madrid hace unos cuantos conciertos. Y también tengo una invitada especialísima, Marina Heredia, que va a cantar también otro tema. Tengo a dos grandes amigos y grandes glorias locales arrimando el hombro para que el disco luzca en Granada lo mejor posible.

P.-Las canciones hablan de los personajes que pasan por ese cabaret de Barcelona de los años 50 desde los ritmos más diversos, pues hay bolero, rumba, bugui bugui, zambra, tango, rock&roll, pasodoble y cuplé... ¿Por qué esa diversidad?

-El cabaret de la época tenía sus músicas: ahí convivían el tango, el rockabilly y el rock and roll con la zambra flamenca o la salsa. Esa variedad de estilos musicalese era la que sonaba en la radio. En esos tiempos, la cuestión discográfica era muy incipiente, la gente oía músicas y las conocía a través de la radio. Cada uno de esos personajes tiene adjudicado una de esas músicas.

P.-¿El espectáculo entero viaja al cabaret de los años 50?

-Quería que el aspecto que tenemos todos los que estamos en escena tuviera la pátina de la época, no sólo la música. Por eso en mi lugar aparece un alter ego que no tiene que ver mucho con el Javier Ruibal que se acostumbra a escuchar. Es decir, que mis estilos personales han quedado aquí como en un segundo término para hacerlo todo a favor de obra.

P.-En el escenario le acompañan ocho músicos y dos bailarines, entre ellos su hija Lucía. La dramaturgia está hecha por Juan Echanove. ¿Ha sido complicado plantear ese espectáculo?

-Se lo pedí porque somos amigos desde hace tiempo. Él me ha indicado cómo posicionarme en el escenario, qué actitud debería tomar, todo eso forma parte de una teatralidad. Juan y Bernardo Pérez, que trabajan al alimón en estas cosas, nos dirigieron eso y las entradas y salidas de los bailes. Yo había trabajado con ellos ya en una obra que se estrenó en el Teatro Clásico de Mérida, La asamblea de las mujeres, y ahí ya quedó la idea de hacer algo más juntos.

P.-¿Por qué ahora esa vuelta a la música de los 50?

-Era una cosa que estaba por ahí dando vueltas, esa idea de contar la historia de un cabaret. Conocí los cabarets decadentes de los años 70 en Barcelona porque me fui allí a vivir y a trabajar. Estuve durante cuatro años en cabarets como el Molino y otros de esa época y el ambiente me fascinó. Ahora que me he decidido a hacerlo, conforme iba componiendo y escribiendo, me daba cuenta de que había una defensa muy grande de cada uno de los personajes. Todos sufren una merma de libertad, tanto en lo económico como en la pura libertad de expresión y de vivencia. Por los movimientos neofascistas que estamos viviendo creo que esta obra está más que justificada en este momento, por esa realidad de energúmenos empeñados en hacer un retroceso contra las libertades.

P.-Esos personajes entrañables, como la cupletera, el trompetista que juega a las cartas, la chica del guardarropa, los protagonistas de un triángulo gay que van desfilando por el disco, ¿desfilan también por el espectáculo?

-Es una obra coral planteada como si una cámara que va siguiendo al comisario entrara con él en la sala, pero no deja de ser un concierto, no un musical, que se concibe de otra manera. Es una colección de canciones que canto yo. Las introducciones a cada personaje son aquellas en las que Echanove intervino un poco para darme a entender cuál era el talante con el que debería presentarlas, pero los que dan más vistosidad son los bailarines, que entran cada dos o tres número

P.-Esta película en la que el espectador va siguiendo al comisario está contada en el disco casi en orden cronológico. ¿El concierto termina con el tema La redada, que supone con el cierre del local tras un momento de libertad?

-Exactamente, es un ratito de libertad, aunque sea ficticia. Eso da mucho juego en la vida. El eslogan, que también aparece en una de las canciones, es: "Las penas se quedan fuera, te esperan a la salida".

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