Jesús Conde: "Ahora tengo una sensación parecida a la que tenía de adolescente, de niño de pueblo pintor"

El autor del cartel de Festival de Música y Danza, jubilado este año de la docencia universitaria, prepara una gran exposición para después del verano

Jesús Conde firma el cartel de la 74 edición del Festival de Música y Danza

Jesús Conde es el autor del cartel de Festival de Música y Danza de 2025.
Jesús Conde es el autor del cartel de Festival de Música y Danza de 2025. / José Velasco/Photographerssport

Granada/Jesús Conde es un conversador tan excelente como pintor, dos pasiones que ha cultivado con precisión y esmero desde su infancia. Toda su charla está cuajada de anécdotas compartidas con amigos en los innumerables viajes que ha realizado por los rincones más exóticos del mundo, de citas de lecturas que han abierto su mente tanto como sus periplos dentro y fuera de España y de los recuerdos de su infancia en su tierra natal, porque nada marca tanto la vida de un hombre. Nacido en 1953 en Archidona, Málaga, realizó sus estudios en la Facultad de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría de Sevilla, pero pronto se mudó a Granada para doctorarse en Bellas Artes por la Universidad de Granada y en ella se quedó hasta su jubilación. Este mismo mes de marzo, con motivo de los actos del Día del Patrón del Centro, recibió un homenaje a modo de despedida. "He estado 47 años dando clase sin ponerme malo, porque aprovechaba las vacaciones para eso, y me he quedado hasta que me han echado", bromea el pintor de 72 años de edad.

Redes sociales

Y es que en paralelo a su labor artística, Jesús Conde ha desempeñado una notable carrera académica como profesor titular de la Facultad de Bellas Artes Alonso Cano, ha sido reconocido como Académico de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias de Granada y Académico Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de Antequera. Además, ha participado como asesor y colaborador del Legado Andalusí y como miembro de la Fundación Cultural de Archidona.

Y eso a pesar de que dice llevar "muy mal las relaciones sociales". "Me pasa mucho que conocen más a mi obra que a mí. A veces he tenido anécdotas raras, como que me hablarán de Jesús Conde, porque mucha gente no saben quién soy físicamente". Donde también se ha desarrollado con maestría, además de el tú a tú, es en redes, aunque no se define como un hombre tecnológico, más bien todo lo contrario. "Es lo que más me ha gustado en los últimos años y mira que yo tenía dificultades, hasta no sabía manejar un teléfono. Soy muy torpe, como profesor tenía muchos problemas con toda la cuestión de ordenadores. En cambio, entraron las redes sociales y, no sé por qué, me encantaron desde el principio, porque las vi muy visuales, eran muy buenas para poner cuadros... Sin ser un adicto, las llevo estupendamente y me han venido muy bien para la enseñanza también. A nosotros nos pusieron una web obligatoria por parte de la Universidad, pero yo tenía la sensación de que estas páginas no sirven para mucho y, en efecto, me di cuenta que a los alumnos que no les interesaba absolutamente nada ver ese espejo de autopromoción. En cambio, desde hace 12 o 15 años, lo primero que hacen es meterse en tus redes, ven tus obras y la influencia que tienen, comentarios, opiniones... Eso se lo creen perfectamente".

Docente universitario

Su autoexigencia de estar al día para ofrecerle lo mejor a los alumnos, no sólo le ha llevado a estar al tanto de novedades en cuanto a corrientes, artistas... también en las nuevas formas de crear. Un camino de ida y vuelta en el que reconoce haber aprendido mucho de sus alumnos. "Cuando me compré la primera tablet, los primeros conocimientos que tuve sobre los lápices, todos los programas, todo lo que aprendí entonces, fue por los alumnos de Bellas Artes, que me enseñaron a mí", comenta con su habitual sencillez.

Porque su trayectoria es infinita desde que realizó la primera colectiva en la Madraza en 1977. Entre otros, cuenta con piezas en las colecciones de instituciones locales como el Museo Casa de los Pisa, el Museo Casa de los Tiros, la Diputación y la Universidad de Granada; nacionales como el Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla, la Real Academia de Bellas Artes, la Calcográfica Nacional y el Museo Postal y Telegráfico de Madrid, e internacionales como el Museo Ermitage de San Petersburgo, el Museo de Arte de Vassa (Finlandia), el Museo Olímpico de Lausanne (Suiza), la Galería de Arte de la Unión de Pintores de Bielorrusia o el Museo Nacional de Lituania Galería Nacional del Arte Moderno (República Dominicana).

Aun así, echa de menos las clases "en muchos aspectos". "Es más, creo que la jubilación mata porque nada más que jubilarme me ha salido de todo", cuenta el pintor, aunque sigue plenamente activo porque desde este verano es responsable de la Cátedra Martín Morales de la Universidad de Granada, acaba de firmar el cartel del Festival de Música y Danza de Granada y prepara varias exposiciones.

Pintor

Esa liberación forzosa de la docencia ha tenido también reflejo en su faceta de creador. "Yo siempre he sido un pintor que daba clases y ahora mismo estoy haciendo lo me interesa: pintando como cuando era adolescente, mentalmente hablando. De adulto, tienes otras inquietudes: la ambición, el dinero, el éxito... Por ejemplo, tenía una galería en Madrid porque te pedían que tuvieras una galería en Madrid como estar en galerías internacionales. Ahora tengo una sensación -quizás sea producto de los años, de la jubilación o de la tranquilidad- más parecida a la que tenía de adolescente, de niño de pueblo que era pintor".

Después de esos años de pubertad, su irrupción en el mundo laboral la recuerda llena de frenesí. "Es verdad que estábamos muy liados en aquella época, políticamente, culturalmente, y la pintura no tenía el tiempo ni el silencio, lo que sí tenía cuando era adolescente, en mi pueblo, pintando tranquilamente en Bachillerato. Y en esa sensación estoy, que es muy agradable. Una sensación como de que se está desembocando, como si uno fuese un torrente al principio, después un río, pero cuando llegas ya al estuario, el río se expande en un delta y estás más tranquilo. Y, según mi cabeza, eso se parece mucho aquellas sensaciones. En la adolescencia tenía prisa por todo, por salir de mi pueblo, por terminar el bachillerato, por hacer una carrera, por llegar, por tener dinero, por ser independiente, pero como pintor era muy calmado, muy calmado. Ahora que tengo también muchos encargos y compromisos, pero me noto una calma interior. Aunque creo que ahora pinto mejor que antes, pero no me atrevo a decirlo", asegura Conde, que sigue eso sí, con los horarios de la productividad juvenil, levantándose con el alba para coger los pinceles o el lápiz de la tablet, según el lugar del mundo en el que esté, porque nada como la tecnología para ahorrar espacio en la maleta si se quiere hacer un cuaderno de viaje.

Entre esos trabajos, está la preparación de varias muestras. "Ahora estoy preparando una exposición con un resumen de toda mi obra", adelanta el pintor, que después de haber exhibido sus obras espacios institucionales inaugurará en la galería Ojos del Barroco, situada en la céntrica Gran Vía granadina, el próximo octubre. Llegará después de varios encargos de carteles o el retrato de del antiguo arzobispo. "Mi pintura, para bien o para mal, cuando se le da una publicidad mínima, acude a mucha gente porque es figurativa y es literaria", señala sobre una exitosa y prolífica producción hasta la fecha que ha tenido varios ejes recurrentes convertidos en marca de la casa. Por ejemplo, los viajes, de Níger a La Habana pasando por los rincones de Granada, siempre el peso de la arquitectura muy presente, o el concepto de la armadura. "Es una obsesión que tengo desde hace como mucho tiempo. La armadura es también el mundo que conlleva: los valores morales, espirituales, plásticos y estéticos del imaginario medieval. Aunque lo mejor es no tener que explicar la obra de uno, porque si la explicas es más la labor de un periodista que de un pintor. Por eso yo prefiero ser mudo, y últimamente sordomudo".

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