Juan Pintor en una imagen reciente.
Juan Pintor en una imagen reciente. / R. G.

26 de agosto 2024 - 03:00

El Palacio de los Olvidados, del siglo XVI y situado en el Paseo de los Tristes, ha conseguido triplicar su número de visitantes en el año en el que lleva exhibiendo una exposición que no deja indiferente a nadie: Los mil Federicos García Lorca, un muestra conjunta del criminólogo Gustavo Romero y Jun Pintor Borrás, la última sorpresa del mundo del arte en Granada. Este autor ha irrumpido literalmente de la noche a la mañana, pero ha llegado con tal fuerza que en poco más de doce meses cuenta con dos libros, dos exposiciones y dos cortos, así como carteles para festivales de cine. Un conjunto de interesantes propuestas con Federico García Lorca como nexo de unión.

Pintor Borrás (Alicún de Ortega, Granada, 1984) estudió Magisterio y Psicopedagogía en la Universidad de Granada e interiorismo en Málaga. Tras sus experiencia de cara al público, surgió su primer trabajo editorial con el título Mili de barra, con una visión del mundo hostelero desde dentro, con la que cualquier camarero se sentiría identificado en algún momento de su día a día. Y en diciembre de 2023 llegaba Rebel Lorca, en la editorial granadina Esdrújula.

"Soy director, guionista, ilustrador y escritor de Granada especializado en la figura de Federico García Lorca. Colaboro con algunos artistas españoles de renombre, he dirigido un videoclip sobre la canción Pequeño vals vienés de Leonard Cohen interpretado por Juan Valderrama (hijo de Juanito Valderrama), que será la banda sonora de un corto de animación sobre las últimas horas de Lorca en Granada antes de que lo asesinaran que pretendemos estrenar a finales de noviembre en el Festival Premios Lorca de cine de Granada"; se define así mismo el autor, que se confiesa en un constante proceso creativo del que aprovecha "la experiencia y sabiduría" de sus "allegados y referentes cercanos para crecer cada día".

"Actualmente inmerso en varios proyectos tanto de cine como expositivos con Federico García Lorca como punto de partida", adelanta. "Como investigador lorquiano el año pasado encontré un medallón que Lorca le regaló a su amiga Emilia Llanos cuando le confesó que era homosexual porque ella estaba enamorada de él. Hemos rodado otro corto este verano contando esta historia para la cual nos prestaron el medallón original", el corto podrá verse en el próximo Festival de Cine Premios Lorca, que se celebrará del 15 al 23 de noviembre y para el que también firma el cartel este año. 

Este próximo 6 de septiembre estrena la exposición Reevolución en la galería del Realejo Arrabal & Cía. "Es del estilo a la expo que tengo desde hace un año en el Palacio de los Olvidados. En este caso podrá visitarse un mes y después viajará después viajará a Madrid, Barcelona, Roma, Berlín y Miami entre otras ciudades".

También ha dirigido recientemente un videoclip sobre la canción Pequeño vals vienés de Leonard Cohen interpretado por Juan Valderrama (hijo de Juanito Valderrama), una melodía que será la banda sonora de un corto de animación sobre las últimas horas de Lorca en Granada antes de que lo asesinaran y que también pretende estrenar a finales de noviembre en el Festival Premios Lorca de Cine de Granada. 

Último trabajo

Como último punto y seguido de este impresionante currículum, el creador granadino se encuentra inmerso en la finalización de su último corto: Lunas de Agosto. El cineasta recuerda que curiosamente "fueron cuatro agostos los que marcaron la vida lorquiana de Emilia Llanos: 1918 cuando se conocieron y enamoraron, pero de distinta forma; 1931 cuando Lorca le regala la icónica foto dedicada; 1936 cuando asesinan al poeta y Emilia se coloca la pena de la culpa por no haber hecho algo más para salvarlo; y 1967 cuando al fin Emilia descansa y en su fe cristiana descansa junto a su único y gran amor".

El creador ordena cronológicamente los principales hitos que jalonan esta historia. "En 1918 Federico García Lorca en compañía de su amigo Ismael González de la Serna subían por la calle Real de la Alhambra para que le de Guadix le presentara al de Fuente Vaqueros a una mujer, una intelectual granadina que leía a Maeterlinck. Fue el poeta quien insistió a su amigo pintor accitano en que le presentara a su amiga Emilia. Como el Big Bang, saltó la chispa que dio lugar al universo, en este caso el universo lorquiano que todos conocemos hoy. Emilia Llanos Medina, mujer intelectual y adelantada a su tiempo como la mayoría de los genios, había tenido una vida difícil, se convertiría en musa, amiga y confidente del poeta hasta su muerte".

El flechazo aquella calurosa tarde de agosto fue "instantáneo y estremecedor". "Relucían los ojos de ambos como los de un gato enlutado en la oscura noche huérfana de luna, pero flechados de distinta forma, sentimientos encontrados que se casan en un eterno pulso entre la razón y el corazón. Para Emilia fue un dardo de cupido directo al corazón, amor a primera vista, de nada le importó la diferencia de edad de casi diez años entre ellos. Para Federico, aunque impactado por la belleza de la joven, ese mismo sentimiento tenía un matiz importante. Se enamoró a primera vista, sí, pero como se enamora el lobo de la luna, a la que aúlla cada noche de pena sabiéndose que son el uno para el otro pero nunca podrán rozar sus cuerpos. Amor devoto y platónico, capaz de mover montañas pero estéril de fuego aun estando en el seno de un volcán".

Tras una breve charla la atracción fue a más. "Federico aún más prendado de Emilia le ofrece verse la tarde siguiente para pasear y obsequiarla con una copia de su primer libro recientemente publicado Impresiones y Paisajes. Una cita a la que Emilia con las mismas ganas o más de volver a encontrarse con el poeta no supo, pudo, ni quiso decir que no. Ella enamorada de unos ojos penetrantes llenos de sentimiento que la llevaron a confusión, se arregló el cabello y se preparó para el encuentro como quien espera para ver al amor de su vida, y aunque no lo fuera de la forma en que ella pensaba que se representa este sentimiento, el único que nos enseñan desde pequeños, probablemente si fue ese gran amor". Él se arregló, entusiasmado con esa sonrisa que le llenaba de inquietudes, cogió el libro y escribió en él: “A la maravillosa Emilia Llanos, tesoro espiritual entre las mujeres de Granada, divina Tanagra del siglo XX. Con toda mi admiración y fervor, Federico. 29 de Agosto de 1918”.

El poeta recogió a Emilia y como dos enamorados, del brazo pasearon por los miradores del Albaicín. "Ella cada vez más cercana, él cada vez más afianzando en sus sentimientos pero en otra dirección. Al acompañarla a casa, Emilia, llena de pasión se acercó a Federico esperando un gesto lícito en cualquier enamorado que se despide de su amada sabiendo la noche eterna y oscura del alma hasta volver a poder tener cerca su medio limón con la luz del alba. Federico sabiendo que hacía lo correcto la agarró con las manos sostenidas bajo las mejillas de ella y besó su frente con más amor que miedo, amor puro y verdadero, pero manso como un mar sin olas tras una tempestad huérfana de marineros naufragados".

"Cuando Emilia que se dio cuenta de lo que sucedía se quedó petrificada y de sus ojos oscuros como un pozo insondable brotaron dos tiernas lágrimas amargas como la angostura. Pasó de amante a confesora a la misma velocidad que cruza el firmamento una estrella fugaz que escapa de un cielo que no es el suyo. El poeta se confesó ante su virgen, rodilla en tierra promulgó su amor y devoción hacia ella a la vez que le pedía perdón por ofrecerle sus días pero no con sus noches porque a él no había fuego mujer que pudiera encender la hoguera de sus entrañas por más otoños de hojas secas que sintiera dentro", prosigue el relato de Pintor.

Al día siguiente Federico estaba esperando para darle otro regalo y demostrarle que su amor, el de él hacia ella, a su manera, era sincero. "Pasearon de nuevo frente a los callejones de la Alhambra y le entregó entonces un relicario con la foto de la Virgen de las Angustias para que siempre lo tuviera presente en sus plegarias. Ya en 1931, tras años de correspondencia y encuentros, de idas y venidas a Federico a Madrid, en los que el poeta dedicó, con la suma delicadeza del amor que le profesaba a su musa, una comunión de letras devotas hacia ese amor puro en su Libro de poemas y en Suites". Un caluroso día de agosto de 1931, trece años después de ese fértil encuentro en la calle Real de la Alhambra, recibe Emilia una carta con matasellos de Madrid. Dentro un texto escrito a puño y letra de su bien querido y añorado Federico, en la que expresaba una vez más que para él no había habido ni habría en su vida mujer a su altura: “…Yo te veo en ese maravilloso paisaje granadino como la única mujer granadina capaz de sentirlo y me alegro extraordinariamente de tener una amiga que mire los chopos encendidos y las lejanías desmayadas como si yo los mirase”. A la que acompañaba una foto dedicada: “A mi encantadora Emilia Llanos. Recuerdo de cariño y admiración de su devoto Federico. 1931”

"En 1936, con un plano perfil, aparece Emilia vestida de negro con un velo de misa negro, en primer plano corto entreabriendo la cortina de una habitación con melancólica mirada observando la calle. Plano corto sobre la mirada perdida de Emilia cayendo una lágrima de su ojo. Cambiamos a plano medio o a plano americano 3/4 (según pida el momento y la ubicación) mientras Emilia echa mano al relicario que lleva en el pecho. Plano detalle del relicario sobre su pecho mientras lo abre con una mano y se deja ver la foto que Federico le había regalado dedicada en 1931.Ya en 1967, unas manos con pulso firme, pero arrugadas por el paso arrollador de los años envuelven con cuidado el relicario en un pañuelo blanco de algodón con las iniciales FGL y lo postra dentro del cajón de una cómoda que cierra a cámara lenta con un plano cenital desde atrás. ", detalla Juan Pintor sobre el relato cinematográfico que tendrá una duración de 9 minutos y espera estrenar también en el Festival de Cine Premios Lorca.

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