"Mario era un hombre que en casa a su mujer no la ayudaba nada"

Entrevista Lola Herrera | Actriz

La intérprete, una de las grandes de la escena española, regresa a Granada este fin de semana con su obra más emblemática 'Cinco horas con Mario'

Retrato de Lola Herrera

Granada/–En 1979 interpretó por primera vez Carmen. Después de 40 años vinculada a un personaje escrito como crítica a la mujer burguesa y conservadora ¿es de los que salvan a Menchu y achacan a Mario cierta despreocupación de sus deberes conyugales por atender a la filantropía?

–Yo defiendo una parte de Menchu porque ese personaje es producto de una época y también de una familia. Si mezclas una sociedad donde la mujer no tenía derecho a nada y una familia de quiero y no puedo, con unos padres encantados de inculcarle unas ideas en contra de sus propios derechos, el resultado es Carmen Sotillo. Yo creo que en el fondo de ella hay muchas frustraciones, mucha nostalgias, muchos vacíos, muchas metas sin cumplir que ni siquiera se ha marcado ella. La queja obedece a muchos sueños perdidos por el camino.

–Su mirada al personaje ¿es entonces positiva?

–Yo creo que Carmen es totalmente defendible. Mario era un hombre que se preocupaba mucho de las cosas de fuera pero en casa a su mujer no la ayudaba nada ni a criar a los hijos ni a ayudarle a ella a abrir su mente a través del conocimiento que él tenía. Yo soy una defensora de Menchu como mujer aunque tuviese una educación que le haga parecer una retrógrada total.

–Sus vidas han sido muy distintas pero son casi de la misma época. ¿Por eso la entiende?

–Soy más o menos de la misma época pero crecí en un barrio obrero y mis padres tenían una mente progresista. Yo no he ido a la Universidad ni he hecho el Bachiller pero ellos me enseñaron de la vida cosas muy importantes. Pero entiendo que Carmen y las Cármenes que haya habido son un producto lógico.

–¿Tienen algo de ella?

–Yo nací un año antes de la Guerra y mi familia fue perdedora, con lo cual hemos vivido un rosario. Era gente que desde luego no tenían nada que ver con sus padres aunque hayan ido a la Universidad y fueran cultísimos.

–También es Valladolid, paisana de Delibes.

–El lenguaje que utiliza Delibes en el texto para mí es completamente conocido y reconocido. La musicalidad que tiene toda la novela me ha dado la ventaja porque la conocía, la había vivido y escuchado. Eso ha sido una ayuda para acercarme al texto. Miguel lo que hizo fue levantar acta de una época y llegó al fondo, fondo, fondo...

–Siguen existiendo este tipo de mujeres.

–Las cosas nunca terminan.En muy pocos años hemos conseguido dar pasos de gigante y lograr muchos derechos. Ya hay escritas leyes para defender cosas que antes teníamos prohibido. La vida es otra, pero ahora mismo hay un partido político que quiere que las mujeres demos pasos atrás con lo conseguido. Una mujer que defiende cosas que están en contra de sus propios derechos es una Carmen y ahí veo Cármenes.

"Ahora mismo hay un partido político que quiere que las mujeres demos pasos atrás con lo conseguido”

–¿Cómo ha evolucionado su visión de ella en estos 40 años de experiencias vitales?

–Muchísimo. Ahora estamos en la esencia de lo que es Carmen, que empezó como un personaje mucho más dramático. Cada vez que hemos recogido la obra para hacerla Josefina Molina, José Samano y yo hemos tratado de mirarla desde otro ángulo aunque el texto sea el mismo. Es fácil porque Delibes así lo hizo. Puedes recorrer distintos caminos con el mismo personaje. Es muy gratificante o no estaría haciéndolo.

–La prueba de sus posibilidades de revisión es que sigue llenado.

–Es un clásico y como todos los clásicos perdurará en los tiempos porque de lo que se habla no se pasa de moda: el amor, el desamor, la culpa, la política, iglesia... Tiene todos los ingredientes que permanecen a lo largo de los tiempos en la vida de todos los seres humanos.

–Ese arco temporal, ¿es también un reto como intérprete?

–No conozco ninguna actriz del panorama actual que haya tenido la posibilidad de hacer a lo largo de los años, con espacios grandes donde haya interpretado papeles importantes, el mismo personaje en distintas edades de su vida. Es una sensación que yo no sé explicar pero permite renovar las sensaciones.

–Y eso que en el teatro tiene algunas tablas, porque usted ha abordado ya casi todos los grandes clásicos, como La celestina, Las tres hermanas de Chejov, El avaro de Moliere, La importancia de llamarse Ernesto, de Wilde...

–Claro, porque son muchos años. El teatro no lo he dejado nunca desde que empecé creo que en el año 57 aunque haya hecho televisión o haya hecho otras cosas.

–Hace poco la salud le dio un susto en escena. ¿Concibe su vida sin hacer teatro? ¿Es su forma de relacionarse con el mundo?

–Yo me relaciono con el mundo: tengo mi familia, mis amistades, mi vida... Y luego, como trabajo, hago teatro. Pero el teatro, como profesión, es una forma de vida. Tienes que renunciar a cosas de la que te alimentas muchísimo pero es muy terapéutico en el sentido de lo gratificante, por lo que te hace sentir meterte en pieles que desconoces totalmente. Es tan gratificante que eso no se puede cortar. Lo cortará la vida o una enfermedad, o un desgaste que me impida seguir.

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