Nunca te sueltes | Crítica
No te sueltes cuando el mal acecha
Música
Granada/En el cuento de La Cenicienta el hada convertía una calabaza en una majestuosa carroza para trasladar a la protagonista al baile. En Granada el artista Miguel Berbel se ha especializado en convertir las calabazas en esculturas con la que crear conciencia medioambiental. Aunque a la vista de los resultados parece un proceso mágico, lo cierto es que el creador convertido también en hortelano cultiva sus propias plantas calabaceras para aplicarles un curioso y concienzudo proceso de más de un año con el que obtiene las formas deseadas. Y la técnica está dando sus frutos porque, con tan sólo unas cuantas exposiciones, el creador ha dejado su trabajo como animador sociocultural en el Museo de las Cuevas del Sacromonte para dedicarse en exclusiva a su vocación artística.
El Centro Cívico del Albaicín exhibe desde este jueves hasta el próximo 8 de enero la muestra titulada Transpantojo. Arte orgánico, una exposición colectiva en la que las esculturas de Miguel Berbel comparten espacio con imágenes de los fotógrafos que lo han acompañado desde los inicios de su andadura artística: Antonio López, Jesús Páez y Juande Jiménez. En total, pueden verse 35 fotografías y 27 piezas escultóricas que tienen en común la abstracción vegetal o lo que el artista denomina formas de "plantas enmascaradas". Y la temática es compartida porque el objetivo también es conjunto: llamar la atención sobre el medio ambiente.
El propio Berbel se inició en el mundo del arte como fotógrafo. Junto a ellos formaba el Grupo de la Higuera, nombre que viene de su inquietud por la naturaleza y por el lugar que se convirtió en el punto de reunión del colectivo de creadores: el Bar la Higuera, situado en el Albaicín.
En ese barrio han desarrollado la mayoría de sus exposiciones colectivas hasta la fecha, que han podido verse con anterioridad en espacios como la Casa de Porras o el Centro Cívico que acoge esta última selección de obras.
En las dos últimas muetra Berbel ha participado ya como escultor con sus singulares obras elaboradas a partir de las calabazas que cultiva en su propio huerto. De las más de "57 variedades existentes" de estas plantas, el artista emplea las misma que se utilizan para crear las cantimploras de los peregrinos del Camino de Santiago. Con esta base, ha ideado un curioso sistema de cajas de madera con las que va guiándolas y "forzándolas" en su crecimiento, de manera que adquieran una determinada configuración externa. "Las formas tienen su propio discurso estético", comenta el artista, que tarda un año en el proceso de "momificación" de estos frutos que tienen consistencia de "madera dura". Tras la intervención 'mágica' del escultor, las piezas resultantes -que en el caso de la presente exhibición tienen entre 1,70 metros y 70 centímetros de tamaño- en poco o en nada se parece al prototipo de calabaza que los espectadores puedan tener en su cabeza cuando visualicen el fruto antes de entrar en esas salas y en el universo artístico de Berbel.
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