La maleta del fotógrafo
Muestra
Francisco Fernández despide hoy su muestra Corral del Carbón, una colección de retratos en blanco y negro nacida a la luz de los cursos de la UGR que lleva por título ‘Las miradas, sus ecos’
Granada/Si algo nos demuestra la experiencia vital de Francisco Fernández es que un camino recorrido con tesón supera cualquier reto si se tiene clara la meta. Nacido en Torreblascopedro (Jaén) en 1945 y granadino desde la infancia, es en esta etapa de la vida cuando empieza a interesarse por el Arte y, tras su paso por la Escuela de Artes y Oficios de Granada, cuando decide que la fotografía sería su propio norte.
Aunque es una persona que tiene las cosas claras, imagino que fue un tiempo inquieto, de explicaciones a su entorno y de alguna duda porque ese oriente que pretendía tenía un rumbo aún incierto. Sí sabía que su formación continuaría fuera de un país donde la fotografía no se consideraba, exceptuando alguna élite intelectual integrada en las corrientes artísticas.
Con 22 años y una maleta llena de ilusión le llegó la oferta de trabajo del Hotel Savoy de Londres que le permitía empezar la aventura, y aunque no encontró allí la formación que buscaba, sí tuvo un contacto más directo con la música (su otra pasión) y otras disciplinas artísticas que ahora disfruta en plenitud; quizá eso y su fidelidad a todos los estímulos del Arte, hace que ahora lo veamos en los auditorios con los ojos cerrados mientras su imaginación dibuja la música que escucha gozosamente. Fueron también dos años para iniciarse en un idioma nuevo y de enfrentarse a una sociedad desconocida.
La buena estrella le reorientó el rumbo hacia una escala en Bermudas donde empezó a alternar su trabajo en otro hotel con una colaboración gráfica en el diario Royal Gazzete de Hamilton que, junto a la presentación de dos exposiciones en la misma ciudad y algún encargo más, serían su bautismo como fotógrafo profesional. Esos seis años le aportaron confianza en sí mismo y, al final de esta etapa, pudo ver que ese norte buscado lo tenía pocas latitudes más arriba.
En 1975 llegó a Boston para estudiar en la New England School of Photography, el destino donde su aprendizaje daría un salto exponencial con el magisterio de figuras como Minor White, Harry Callahan, Yousuf Karsh (recuerden ese retrato de Churchill sentado y sin puro) con quien trabajó durante seis meses en su estudio de Otawa por recomendación expresa del mismísimo Ansel Adams, una pléyade celestial que hoy forma parte de la Historia de la Fotografía.
No habían llegado los 80 y ya era fotógrafo profesional en un país donde éste era un oficio valorado que le permitía vivir de él. Framinghan News, The Boston Globe, National Geographic, UNICEF, la campaña electoral de Edward Kennedy a las presidenciales de 1980 lo convirtieron en un todoterreno con trabajos que iban desde el ámbito más amable y agradecido hasta el más hostil del reportero de guerra para United Press International en aquel episodio entre Nicaragua y El Salvador de 1979 y 1980, trabajos que le llevaron también a recorrer muchos Estados del país.
Exposiciones individuales y colectivas, el estudio del publicista David Rabinowich, a caballo de Boston y Nueva York completó una densa experiencia que le permite dominar y ejercer la profesión de fotógrafo de forma íntegra y sin artificios.
Es 1982 y su maleta estaba llena de sabiduría, la misma ilusión de la ida, y nada material en ella porque a Paco Fernández lo que le importa es el trabajo. Después de un breve destino en Madrid para Minolta piensa ya en regresar, y a partir de 1985 Granada empieza a ver publicaciones de sus gentes y su patrimonio con la óptica de un esteta enamorado de la vida, trabajos que son pulso y escaparate de esta ciudad que, convertida en estudio fotográfico, él transita conociendo cada instante de luz.
Comenzó a transmitir sus conocimientos en la Facultad de Bellas Artes de la UGR a partir de 1986, siendo decisivo en la creación de la Colección de Arte Contemporáneo de la UGR que vio la luz en 2003 así como en la creación de un Centro de Arte Contemporáneo que lleva su nombre en Torreblascopedro y de un certamen nacional de fotografía que desde 2002 convoca bianualmente este mismo Centro, lo que convierte a ese lugar de la España vacía de recursos en un referente artístico.
Su trayectoria profesional ha sido reconocida con el nombramiento en 1997 como Doctor Honoris Causa por The Monfort University (Leicester, Reino Unido), así como con la defensa y publicación en 2017 de una tesis doctoral realizada por Javier Leal Moreno sobre La Creatividad perpetúa… de Francisco Fernández. También, desde el año 2012, tutela un grupo de fotografía con el que ya ha realizado varias exposiciones además de otros trabajos relacionados.
Con todo ese bagaje sigue pintando nuestra ciudad y su magisterio es a la vez mágico. Mezclando vida y fotografía transmite pasión y experiencia suficientes para aprender a mirar dentro de las personas, a situarlas en las coordenadas de luz y encuadre perfectas, buscar una mirada y colocar las manos será el siguiente paso, el click de la cámara sonará registrando ese instante, y una décima de segundo después tendremos la sensación de haber vivido un momento único.
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