Mapa de Músicas | Isabel Dombriz. Pianista
"En pandemia tuve la mente más libre que nunca"
"Mi trabajo es un juego, un juego muy serio". Así describía Maurits Cornelis Escher (1898-1972) su fascinación por los mundos imaginarios. Hoy su trabajo puede verse como un juego de niños, pero un juego producto de una mente compleja y extraordinaria. Sus múltiples universos nacieron de una inteligencia privilegiada para la ciencia y el arte por igual. Pocos sabían que la Alhambra había dejado una huella tan honda en el artista holandés que supuso un antes y un después en su obra. La visitó en 1922 y en 1936. Fue su "fuente de inspiración más fértil", como el propio Escher diría. La geometría, la división de planos y el colorido de los azulejos del monumento nazarí le abrieron los ojos: "Esta mañana estuve en la Alhambra. Disfruté plenamente de esta sublime y aristocrática obra de arte. Por la tarde, regresé allí otra vez y empecé a copiar los adornos mayólicos".
M. C. Escher. Universos infinitos es el título de la exposición con la que el Patronato de la Alhambra y el Parque de las Ciencias rinden homenaje hasta el 8 de enero de 2012 a este mago del dibujo 75 años después de su segundo y último viaje a Granada. Un total de 135 obras reflejan la personalidad y maestría de un hombre que fue admirado por artistas, matemáticos e intelectuales de todo el mundo. Basta un vistazo a los vídeos, litografías, piezas y dibujos de la exposición para ser conquistado por los mundos de Escher.
La exposición en el pabellón Tecno Foro del Parque y en la Capilla del Palacio de Carlos V, que hay que ver como una sola, recorre desde sus primeros dibujos, donde se aprecia la pasión por el detalle que sentía el artista, hasta sus trabajos finales donde ya había recogido la influencia de la Alhambra con un tipo de arquitectura donde se mezclaban geometría, naturaleza y seres vivos como en una visión que ampliaba el arte islámico.
El creador de ilusiones tan famosas como el espectacular ajedrez de Metamorfosis II o las escaleras y techos imposibles de Relatividad no era un artista cualquiera. Su hijo Jan Escher, que estuvo ayer en la presentación de la muestra en el Palacio de Carlos V, explicó que su padre no hacía una obra detrás de otra sino que cada una de ellas era el resultado de mucho esfuerzo: "Mucho sudor y mucho pensar".
"Recuerdo cómo a mi padre le venían las ideas en el desayuno". Surgían, recordaba, "mientras dormía" y tras esa primera "explosión de entusiasmo se hacía un largo silencio en la casa. Se encerraba en su cuarto y ya no le veíamos hasta el final de la tarde". Después "salía a pasear por los bosques alrededor de la casa y de esa forma liberaba todo lo que tenía en su interior".
Dominaba a la perfección la perspectiva y precisamente él la poseía en todas sus formas. "Supo mirar el pasado para ser capaz de ver el futuro". Borja Ferrater, comisario de la exposición junto a los arquitectos Carlos Ferrater y Juan Domingo Santos, explicó que Escher era capaz de ir más allá. "Decía que los matemáticos habían abierto una puerta pero no la habían cruzado y visto los jardines maravillosos que hay tras esa puerta". Escher fue capaz de ver todo lo que había detrás de las matemáticas, la astronomía y la arquitectura y divulgarlo después. Esta exposición "histórica" está diseñada para verla y sentirla. "Para evocar los mundos que estaban en su mente".
La directora del Patronato de la Alhambra, María del Mar Villafranca, afirmó que la exposición que muestra la obra "personal y creativa de Escher y la relación entre "ciencia y arte, paisaje y arquitectura y fondo y forma" era un "proyecto largamente esperado", según declaraciones en Europa Press. El presidente del Consorcio del Parque de las Ciencias y consejero de Educación, Francisco Álvarez de la Chica, subrayó que no se trata de dos exposiciones diferentes ni separadas, sino que hay que verla como si existiera un "corredor imaginario" entre Alhambra y Parque de las Ciencias, al igual que sucede en los mundos de Escher.
Además de su obra se ofrecen recursos artísticos como una instalación móvil, que interpreta la obra Cielo y agua, las Cajas mágicas que trasladan a los visitantes a los mundos infinitos de Escher mediante ilusiones ópticas provocadas por caleidoscopios que multiplican las imágenes sin fin; las Ventanas de la Alhambra que conectan mundos contrapuestos, o el montaje audiovisual diseñado para la Capilla del Palacio de Carlos V.
En la Alhambra, la exposición está dividida en las secciones Los viajes a España, Escher y la Alhambra y Audiovisuales, a lo largo de las cuales el espectador se encontrará con curiosidades como las reproducciones de las notas que tomó sobre el monumento, obras en las que plasma los paisajes que contempló en sus viajes a España e Italia o el impacto que le causaron las formas geométricas del arte islámico.
En el Parque de las Ciencias, la exposición parte desde su primer periodo gráfico con la sección Representación figurativa, trece obras en las que se pueden ver obras fundamentales de su primera etapa como Retrato del hombre barbudo. Después, en Paisajes naturales y artificiales: el Mediterráneo, con 38 obras entre las que se encuentra La catedral sumergida. En Metamorfosis, la tercera sección en la que se pueden ver 17 obras, se expone su gran obra maestra Metamorfosis II; mientras que en Cruce de mundos, el espectador descubrirá en sus obras mundos imposibles y espacios contrapuestos a la realidad, como así ocurre con Manos dibujando y Tres esferas. Las espirales, esferas y otras formas geométricas que Escher investigó sobre la proyección del espacio tridimensional en la superficie plana son protagonistas de la sección Formas tridimensionales y matemáticas, en la que podrá verse la obra Profundidad. Las secciones Geometrización del Plano y Perspectivas y Arquitecturas ponen el broche de oro al recorrido de la exposición en el Parque de las Ciencias.
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