El morisco rico: una imagen distorsionada de la realidad

Grabado con moriscos en danza.
Grabado con moriscos en danza.

En el momento del primer bando de expulsión de los moriscos, en 1610, Sevilla era la ciudad de Castilla con mayor número de conversos, unas 7.500 personas sobre una población aproximada de 90.000, casi el 10 por ciento de la población. De este punto parte el profesor Michel Boeglin (Universidad Paul Valery-Montpellier III) en la conferencia Aspectos de la convivencia entre moriscos y cristianos viejos en Sevilla en vísperas de la expulsión.

La primera percepción de las autoridades y del marqués de San Germán, encargado de la expulsión en los primeros momentos, era de un "especial temor porque era el lugar donde se preveían más dificultades porque se pensaba que había numerosos moriscos ricos que podrían utilizar sus influencias para eximirse del bando", explica el profesor, que recalca la idea del morisco influyente. Pero empieza la expulsión y, al hacer inventario, "descubren que sólo hay cuatro o cinco personas moriscas extremadamente ricas". El resto es poca cosa, una población "más bien pobre" que se concentraba en guetos, sobre todo en Triana, donde vivían más de la mitad de los moriscos. "Se concentraban en los barrios periféricos, lo que daba la sensación a los cristianos viejos de estar rodeados, de tener alrededor un cinturón de moriscos, lo que favoreció una sensación de miedo", dice Boeglin. De hecho, en 1480 corrió un rumor cuando las galeras iban a partir para la guerra de Portugal según el cual, los moriscos tenían previsto sublevarse la noche de San Pedro, entrar a saco en la catedral y subir a la Giralda para proclamar la fe de Mahoma y encabezar una rebelión en toda Andalucía. "Hubo interrogatorios, torturas, pero acabó siendo un simple rumor público".

Ya en la salida de los moriscos quedó patente "el gran número de matrimonios mixtos", hasta el punto de que el marqués de San Germán, "un hombre no especialmente sensible, pide medidas benévolas para estas uniones, que quedaron en principio eximidas del bando de expulsión"

¿Por qué no hubo rebelión como en la Alpujarra? "En la cuenca del Guadalquivir hay pocas zonas de refugio, y en Sevilla las tropas acuden para ayudar este operativo y no hay rebeliones salvo algunas bravatas a la hora de embarcar", explica el investigador francés. Pero a los pocos meses de la expulsión, muchos moriscos volvieron de manera clandestina, haciéndose pasar por cristianos viejos. "Y llegó el segundo bando de expulsión, que también conllevó la salida de los que quedaron libres en principio". Al final, ni la riqueza ni el matrimonio salvaron a los moriscos andaluces.

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