“No hay muchos músicos que tengan juntos museo, auditorio y legado”
Elena García de Paredes, gerente de la Fundación Manuel de Falla
La responsable de la institución que custodia el Archivo e hija de Isabel, sobrina y ahijada del músico, repasa algunos hitos de estas décadas y adelanta los retos para impulsar su memoria
Granada/-Además del 75 aniversario de la muerte de Falla, el próximo año llega otra efeméride señalada: el centenario del Concurso de Cante Jondo. ¿Cómo se sumará la Fundación a ese aniversario?
–Como todas las instituciones implicadas de alguna manera. La semana pasada el Ayuntamiento de Granada coordinó una reunión y el nombre de Manuel de Falla es obligado que esté junto a la Universidad, Diputación, Patronato de la Alhambra... Se está preparando un abanico de actividades que incluye exposiciones, congresos, publicaciones y proyectos cinematográficos, porque habrá un documental de José Sánchez Montes en el que nos hemos implicado mucho. Y seguro que Cádiz y Jerez también son importantísimas a efectos del cante jondo. Y la Residencia de Estudiantes en Madrid también va a preparar actividades.
–El Archivo Manuel de Falla reunió en su momento toda la documentación que se conservó aquí en Granada y también de su etapa en Argentina. ¿Cómo fue ese inicio con los fondos que reunidos por Germán e Isabel?
–Cuando Falla muere en 1946, sus pertenencias llegan unos meses después desde Argentina a Cádiz, que es donde vive su hermano Germán. Todas las demás cosas que habían quedado en Granada al cuidado de amigos suyos como Valentín Ruiz Aznar. Germán de Falla muere en el año 59 y en el 61 se va a estrenar Atlántida. Con ese motivo se va a organizar la primera exposición de Falla en el Monasterio de San Jerónimo de Granada, por eso Isabel de Falla reúne todo los fondos de Cádiz y Granada para comenzar a organizar el archivo, que en principio es familiar. Ese fue el inicio.
–Antes de ser gerente, como sobrina-nieta de Falla ya vivió parte del traslado de esos fondos a Granada.
–Sí, yo he sido testigo de dos acontecimientos muy importantes. Por un lado, la creación de la Fundación, que se constituyó como tal en 1987. Eso lo viví muy de cerca. El segundo fue cuando se firmó el acuerdo con el Ayuntamiento de Granada por el que vinieron todos los fondos en marzo de 1991. Fue bonito porque el Ayuntamiento de Granada y el Ministerio dejaron en depósito los fondos que tenían. Por ejemplo, tenían una partitura de La vida breve, depositada por el Ministerio de Cultura en el Ayuntamiento, que vino a la Fundación. Además, los fondos comprados en subasta por el consistorio granadino.
–En 1965 se impulsó la casa-museo en 1965 y en 1978 se inauguró el Auditorio Manuel de Falla. ¿Fueron hechos paralelos definitorios?
–Sí, mucho. En los años 60 el Ayuntamiento de Granada compró a la familia propietaria el carmen en el que vivió Falla –él no había tenido propiedades, vivió alquilado–. Ese fue el primer hito, para crear el Museo Manuel de Falla. Y en los 70, la construcción del Auditorio al lado de la casa. El Ayuntamiento ha hecho un gran esfuerzo por mantener el legado de Falla en Granada, a veces por encima de su capacidad. Con la llegada del archivo en los 90 se definen las tres etapas de un proyecto que permite ofrecer un entorno dedicado a una sola persona. No hay muchos músicos que tengan juntos museo, auditorio y todo el legado en un mismo lugar. En concreto, yo sólo conozco dos: Arnold Schönberg y Benjamin Britten.
–En la construcción del Auditorio sumó esfuerzos su padre.
–Sí, como arquitecto.
–Además de esos hitos repartidos en un mismo espacio físico, Falla cuenta también con un amplio programa de proyectos desarrollado por la Fundación, como las dos exposiciones actuales programadas junto a la permanente. ¿Hay muchas actividades de tipo académico?
–Sí, es apabullante. Yo cuando leo la memoria de actividades veo un trabajo tan ingente que me produce cansancio psicológico.
–
¿Cuáles han sido las más relevantes en estas décadas?
–Creo que todas las dedicadas a Hermenegildo Lanz, como varias exposiciones al comienzo del Archivo, en los años 90. También muy especial fue la visita de Joaquín Nin-Culmell. Además, la llegada del legado del clavecinista Rafael Puyana, que nos obligó a ampliar los espacios en el año 2014 porque era un archivo dentro de una archivo. En 1996, año del cincuentenario de la muerte, el Festival de Música y Danza le dedicó toda su programación y se rescató música menos conocida. Y también la creación de los Encuentros Manuel de Falla.
–Además de esta donación, ¿con qué fondos especialmente relevantes se ha enriquecido Archivo durante este tiempo?
–Gracias a la labor que estamos desarrollando muchos artistas plásticos nos han donado su obra después de haber sido expuesta. Por ejemplo, Frederic Amat o la Fura dels Baus. También fue importantísima la donación de una carpeta de figurines de Picasso del El sombrero de tres picos que nos hizo su nieto.
–¿Cómo se prepara la fundación para el futuro?
–Con la colaboración de la Universidad de Granada y el Ministerio de Cultura, estamos editando toda la correspondencia de Manuel de Falla. Ya se han digitalizado y catalogado todas las cartas y ahora se están transcribiendo y editando. Se trata del orden de 25.000 cartas. Es una barbaridad. Ya han salido dos epistolarios publicados: uno, el del mejor amigo de Falla, Leopoldo Matos; el otro, el de la mejor amiga y colaboradora de Falla, María Lejárraga.
–¿Se trabaja ya en la publicación de algún otro de forma inminente?
–Tenemos ya en capilla un volumen, para salir de forma inmediata, sobre la salud de Manuel de Falla, casi como si fuera un examen clínico. Y otro de su correspondencia con su colaboradora, la clavecinista Wanda Landowska, que está ya en fase de revisión.
–¿Están ya digitalizadas las 6.000 partituras?
–Sí, con una ayuda de la Subdirección de Archivos Estatales del Ministerio de Cultura están catalogadas y digitalizadas.
–¿Algún otro reto para el futuro?
–Además de avanzar en la digitalización del epistolario, el centenario de El retablo de maese Pedro en 2023, un proyecto comisariado por Alfredo Aracil con un gran libro y un trabajo audiovisual. Y que se nos ha quedado pequeño el edificio, no nos caben más fondos. por eso estamos estudiando con el Ayuntamiento de Granada otras posibilidades para ampliar el espacio.
–¿Se vislumbra algún espacio con más o menos claridad?
–Estamos empezando a hablar, pero tiene que ser en el entorno del Auditorio. No tiene sentido que nos vayamos a otro sitio.
–¿Por qué se eligió Granada como sede de la Fundación en lugar de otras ciudades vinculadas a Falla?
–Yo creo que eso fue un empeño personal de Isabel de Falla porque ella siempre pensó que los años más importantes de la vida de Manuel Falla transcurrieron en Granada. Además, fue una de las ciudades elegidas por él: en Cádiz nació, en Madrid desarrolló su inicio de carrera, París también fue una ciudad elegida pero además Granada era su gran ciudad soñada. Él antes de venir no la conocía y ya compuso Noches en los jardines de España pensando en Granada y en la Alhambra. Le tenía un cariño enorme a este lugar, vivió 20 años en los que compuso las obras más fundamentales de su catálogo, y cuando se marchó, en el año 1939, fue obligado por las circunstancias.
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