El Niño de Elche: " La etiqueta exflamenco me ayuda a singularizarme ante ciertos movimientos o tendencias que no van conmigo"
El músico alicantino llega este sábado a Granada para dejar su particular y peculiar sello en las actuaciones del Ciclo Al oído de Pinos Puente
Niño de Elche, antología del cante heterodoxo

Granada/El Niño de Elche se ha convertido en una figura clave del flamenco contemporáneo aunque él se autoproclama exflamenco. Para ello ha asumido todo lo que, desde lo más elemental a lo verdaderamente esencial, ha regalado al público la práctica del género y, tras reconocer las diferentes zonas cero que el arte y sus etiquetas dejan atrás, ha buscado nuevas formas de expresión. Por eso en su carrera musical hay colaboraciones de artistas como Yerai Cortés, Rocío Márquez, Ylia, Perrate o Eric Jiménez (Los Planetas), entre otros. Su último trabajo es una nueva vuelta de tuerca en ese camino de ida y vuelta de las raíces a la vanguardia de ahí el título, Cante a lo gitano, catorce cantes que vuelven a los principios ancestrales y a la vez al futuro. Y es que, como cuenta Pedro G. Romero, artista y colaborador en los proyectos más plásticos y performativos del alicantino, él "se mete en el cuerpo el cante gitano y después lo deletrea desde su garganta con nuevos tonos, desvíos prodigiosos que agrandan, como una lupa, los pequeños rasgos, los mínimos índices que distinguen a Manuel Torre. Es el Niño de Elche el que canta, eso es obvio, pero lo que suena es cante gitano”.
Pregunta.-Este sábado presenta en el Ciclo Al Oído de Pinos Puente su último trabajo. ¿Cuánto tiene de diferente y cuánto de continuidad con discos anteriores?
-Es un disco que pertenece a una serie de trabajos que he desarrollado en relación al repertorio de un flamenco más clásico. Eso es una línea que he ido siguiendo en tres discos. En este he podido ir profundizando en cuestiones como las temáticas de lo que las culturas populares plantean, sus violencias, la relación del flamenco con el folclore, la idea de los gitanos... Todo eso que para mí ha ido ampliando la mirada sobre cómo funciona el flamenco al final y cabo. Este es uno de los últimos trabajos que desarrolla todas estas preguntas.
P.-¿Este disco cierra una triología que incluye sus dos trabajos anteriores, como tanto se ha referenciado?
-Más o menos esto es un cierre, por lo menos una especie de episodio terminado, por decirlo así.
P.- ¿Qué implica la definición de exflamenco?
-Pues implica estar separado sobre todo de lo que mucha gente entiende por flamenco para desmarcarme de aquello. También es una toma de distancia con todo lo que supone el flamenco, ya no solamente como música, sino como fenómeno cultural, industrial, comercial...
P.-¿El flamenco se vende muchas veces como simple reclamo turístico?
-Sí, como toda mercancía, se comercia y se manipula con ella en algún sentido. Se ordena, se reordena, se viste, se desviste, según qué necesidades. Eso no me ha parecido nunca mal. No es tanto una toma de distancia con eso, es más la idea sobre lo institucional y popular que puede haber según qué ambientes del flamenco. Por eso no utilizo el término flamenco, para que no se me confunda con ciertos sectores con los que yo no comulgo simplemente. La etiqueta de exflamenco me ayuda a singularizarme ante ciertos movimientos o tendencias que no van conmigo.
P.-¿No se refiere tanto a lo institucional como a los sectores del cante más puristas?
-Va todo entremezclado. La institución está hoy en día bastante impregnada de todos esos posicionamientos más conservadores y retrogrados.
P.-Llegaba a Nueva York estos días coincidiendo con el final del Festival Flamenco, que este año ha estado dedicado a Granada, pero ha ido por motivos muy diferentes.
-Llegaba por una exposición que hicimos Pedro G. Romero y yo. La estrenamos para la Bienal de Sydney en Australia y después la movimos a Filipinas. Ahora está en Nueva York hasta mayo. Siempre con la exposición intentamos hacer como un pequeño programa cultural en el cual invitamos a diferentes artistas a colaborar conmigo. Regresaremos en mayo.
P.-¿Cree que ahora está tirando más su parte de artista de performance que la de músico o siempre lo ha llevado todas sus vidas en paralelo y con la misma intensidad?
-Llevo haciéndolo muchísimos años. Si no me equivoco, la primera propuesta que hice en relación a esto sería en el 2010 y lo voy entrecruzado a otro tipo de proyectos. Para mí es habitual estar en este tipo de exposiciones y de performance a la vez que en la música.Tampoco sé la diferencia entre una y otra, aunque formalmente sí la conozca. Es verdad que en los últimos dos años en el mundo del arte contemporáneo se me ha dado más cabida y tengo la suerte de poder desarrollarme más proyectos en ese territorio.
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