Niños Mutantes, en su adiós definitivo: "Ya estamos aquí, en el borde del precipicio"
El grupo granadino se despide este fin de semana y el siguiente con cuatro conciertos en su tierra natal
Niños Mutantes se despide de los escenarios
Granada/Todo lo que sube baja y todo lo que empieza tiene un fin. Ha llegado la hora, Niños Mutantes se despiden tras 30 años de carrera con los conciertos que ofrecen este fin de semana y el siguiente en el Teatro de la Fundación CajaGranada. Convertidos en una de las bandas del indie rock más reconocidas de España, dejan atrás tres décadas de canciones y amigos que han formado lo que denominan la "familia mutante": un clan que encabezan Alberto Martínez (compositor, voz y guitarra), Nani Castañeda (batería) y Miguel Haro (bajo) y Andrés López (guitarra, teclados y coros) pero se extiende a otros artistas, técnicos o periodistas... Un fin de ciclo que, no por sabido, provoca menos sentimientos encontrados.
Conciertos de despedida
"Tenemos todas las emociones que te puedas imaginar, buenas y malas. Estamos muy felices disfrutando la gira final. Teníamos muchas ganas de que llegaran las fechas de salas, más incluso que las de festivales. Es muy bonito reunirte con los seguidores, pero al mismo tiempo cada vez que termina un concierto te queda el vacío porque ya te has despedido de Bilbao, te has despedido de Barcelona, de Madrid, de Mallorca... Es verdad que esto se va a acabar", comenta Nani Castañeda.
"No solo los conciertos, estamos terminando cosas que ya llevamos treinta años haciendo: ya hemos vivido nuestro último ensayo, nuestra última entrevista, últimas fotos... Esta mañana hemos compartido por correo el último orden de canciones de un concierto. Cosas de toda nuestra vida que van a desaparecer. Los conciertos en sí nos están proporcionando una serie de emociones muy bestias, porque hay momentos tristes por esa especie de nostalgia, pero a la vez hay pocas actuaciones en las que hayamos disfrutado tanto. Hay pruebas objetivas, porque en las fotos se nos ven las caras", apostilla Martínez.
"Y todo eso lo metes en una coctelera y tienes una montaña rusa de emociones. Tienes consciencia de lo rápido que pasa un año, porque estamos continuamente hablando de cuando tomamos la decisión y ya estamos aquí, en el borde del precipicio", apostilla Andrés.
"Lo primero ahora es descansar y guardar luto mientras se echa la vista atrás para disfrutar de todo lo que nos ha pasado", cuenta Haro, el único que por ahora se seguirá juntando a tocar con los amigos con el grupo en el que conoció a Castañeda y fue el germen de todo, Mama Baker.
Punto de no retorno
Sin embargo, no hay marcha atrás, aunque sí haya cierto arrepentimiento, como reconoce Castañeda. "Cuando se toma una decisión, se toma. A nivel humano nos arrepentimos igual que se arrepiente uno de mil cosas que hace en su vida, porque nos gustaría seguir en esto otros 30 años más, pero los cuatro sabemos que era el momento idóneo para dejarlo, cuando todavía estamos arriba, cuando mucha gente nos quiere. Aguantar otros tres o cuatro años nos hubiera costado mucho por la dinámica de vida que llevamos cada uno, ese tiempo produciendo in albis produciendo un disco nuevo, grabándolo, para salir de gira un par de años después... Nos veíamos un poco fuera de eso".
Por eso, tras bajarse del escenario el próximo sábado la agenda está en blanco. Únicamente se romperá la regla para recoger dos premios concedidos por la provincia y la ciudad de Granada. "Pero ya vamos como invitados, no vamos a tocar nada", recalca Castañeda.
"La parte musical de Niños Mutantes terminará con el último acorde del 23 de noviembre irremediablemente. Nosotros seguiremos vivos y nos querremos, nos seguiremos viendo, pero ya no habrá más grupo", explica Andrés López.
Y la decisión es más llevadera "porque afecta sólo a la parte musical", cuenta Alberto Martínez, quien reconoce que ha habido problemas como en todas las convivencias pero Niños Mutantes no se separan por el típico problema de malas relaciones personales. "Nosotros hemos tenido algunos momentos de crisis, todos los días (risas). Son muchos años de relación, son muchos enfrentamientos. Tenemos el vicio de, cuando hay discusiones, que son inevitables y continuas en un proyecto como este, en vez de escucharnos intentamos ver los motivos que llevan a los demás a dar esa opinión. Eso es muy nocivo y nos ha hecho mucho daño , aunque nosotros tenemos una capacidad de perdonarnos inagotable. Sabemos que disfrutamos tanto estando juntos que cualquier bronca se nos pasa porque al día siguiente nos lo estamos pasando fenomenal tocando, viajando o comiendo juntos". Algo que no duda en confirmar Castañeda. "Somos muy buenos generando las crisis y superándolas".
Los motivos
"La parte no musical de un grupo es mucho más grande de lo que la gente piensa. Si todo fueran ensayos, composición y música en directo no tendríamos ningún problema. Todo lo de las decisiones, organización... es extenuante. Además, eso se ha multiplicado en los últimos años, -continúa Martínez-. Cuando empezamos en la música hacíamos canciones, las tocábamos y poco más. Cuando crece un grupo se le tiene que dedicar mucho tiempo, y más hoy en día cuando también hay que ser directores de cine, de fotografía, guionistas y actores por las redes sociales, que es algo que no nos gusta".
Reconoce que esa parte siempre ha estado ahí, aunque de un modo menos exigente. "De toda vida ha habido músicos a los que les ha gustado exponer su vida y les ha gustado mostrar al público más que su arte. Hay quien ha intentado convertirse en mito por la forma en la que vive y en el mundo del rock se ha dado el exhibicionismo del tópico del sexo, drogas y rock and roll como ahora se veden el lugar al que se van de viaje. Eso a nosotros no nos ha interesado nunca y en este momento parece que es inseparable".
"Es verdad que hoy en día lo intenta todos y no todos tienen conexión con el público o no los ponen jamás en una radio, pero los que triunfan son los que exhiben su vida personal", asiente Castañeda.
El cantante matiza que han pesado varios factores. "Los últimos años han sido duros. Nuestro penúltimo disco, Ventanas, salió el 20 de marzo de 2020, a la vez que empezaba la pandemia. Era un trabajo en el que habíamos puesto mucha ilusión, nos esperaba por delante una de nuestras mejores giras en salas y festivales, pero terminamos inventando lo que pudimos para sobrevivir como grupo. Cuando todo aquello pasó Ventanas ya tenía un año y medio y nos encerramos a hacer el que, a la postre, ha sido nuestro último disco, Cuchillos y diamantes. Fue un proceso duro. Nosotros no estábamos bien personalmente. Fuimos extremadamente exigentes en la grabación y aquello que siempre había sido lúdico y placentero se convirtió en una grabación dolorosa. El proceso nos dejó extenuados y ya había aparecido una generación de grupos nuevos. Veíamos unos signos de fin de ciclo que podíamos ignorarlos y seguir peleando, pero nos pilló ya bajos de energía y ánimo. Viendo ese contexto se tomó la decisión".
"Se va acumulando el cansancio de atender tanta actividad. Nuestros trabajos de lunes a viernes, de viernes y sábado te vas a tocar, vuelves el lunes al trabajo... Más atender a la familia. En realidad hemos vivido dos vidas en una y el cansancio se acumula", relata Haro, sobre una decisión de la que López aclara que surgió sin más, "tras un ensayo, con unas cervezas, como otro día cualquiera". "No estaba en la hoja de ruta de nadie, pero vimos que había cierto cansancio, que necesitábamos parar. Alguien dijo que en 2024 se cumplían 30 años del grupo y a Nani se le ocurrió que quizás la mejor manera de celebrarlo era pararlo". "Eso fue en mayo de 2023, pero en los últimos seis meses, hasta que lo anunciamos, a nadie se le ocurrió mejor alternativa, incluido nuestro mánager. Así que decidimos regalarnos este último año que hemos tenido", rememora el batería.
Y a partir de ahora qué
"Vamos a comer juntos cada dos o tres meses, vamos a jugar al tenis y formar un club de lectura", bromea Castañeda. Cada uno se centrará en las carreras que han estado ejerciendo en esos 30 años de doble vida: él en la gestión cultural; Alberto Martínez y Miguel Haro la abogacía; y Andrés López la composición de bandas sonoras para series y cine. Otra alternativa en la profesional no es una opción. "Necesitamos parar un tiempo y ver cómo se nos dan nuestras vidas sin estar todo el tiempo implicados en la música. Es bonito dejarlo en alto. Ya hemos contado lo que queríamos contar y parece, por los agradecimientos que nos llegan, que hemos dejado huella", sentencia Migue Haro.
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