"Solo pido que nunca se retire": Dellafuente ha vuelto, es oficial, es una realidad
Concierto
Del pueblo, del barrio, del centro, de 'muy lejos', de 'fuera de Granada'. No cabía una aguja más de particularidad. No había un alma que no quisiera serlo, con todo lo que implica
¿Ha merecido la pena esperar tres años y dos meses para volver a escuchar a Dellafuente? "Sin él, Granada no lo era tanto. Al 'chino' no se le escucha, a Dellafuente se siente". Es oficial, es una realidad: Dellafuente vuelve a subirse al escenario. Y lo hace en su ciudad natal, Granada.
Puede que la 'furia' de este joven fuese momentánea, incluso puede que fuese para gente selecta. Hasta alguien pudo decir que nunca llenaría un Palacio de Deportes. Y no se equivocaba porque uno no ha sido suficiente para la legión de fans del granadino. "Si hubiese sido por mí vendría los tres días al concierto. Nunca es suficiente, ni siquiera sabes si va a ser la última vez". Y es cierto, con Dellafuente nunca se sabe.
Más de 7.000 personas han esperado a que saliese su cantante. Y no sé si a cantar. Lloros, chillidos, algún que otro 'guapo' y 'te amo'. Las canciones sonaban a golpe de voces, de muchas. Hasta parecía que Dellafuente había vuelto a ser Pablo y se convertía en un joven espectador.
Del pueblo, del barrio, del centro, de 'muy lejos', de 'fuera de Granada'. No cabía una aguja más de particularidad. No había un alma que no quisiera serlo, con todo lo que implica. 'Por favor, solo pido una cosa, que Dellafuente nunca se retire", grita una joven. "Y que nunca deje de hacer conciertos", contesta otra. Puede que no se conociesen, pero 'su chino', el de ambas, les ha unido.
Aunque la verdadera unión ‘sagrada’ entre el artista granadino y su público se hizo entre ‘Octava maravilla’, ‘Romea y Julieto’ y ‘Me pelea’. Dellafuente bajó con su equipo a cantarle a la gente. Y con la gente. Al son de ‘chino’, al grito, dio las gracias por todo lo que estaba ocurriendo en ese Palacio. “¿Te imaginas que se retira?”, dice un chico casi suplicando que eso nunca ocurriese. “No digas eso ni en broma”, sentencia, la que podría ser, su amiga.
Cuando todo puede ocurrir, es que todo puede ocurrir. En mitad de su show, un coche, una moto y una sesión de música electrónica. Israel Fernández, Antonio Narváez, Pepe y Vizio. La gran sorpresa la puso otro granadino, Maka. Esta vez, también, puede que toda ‘alma’ se levante sin voz, con las canciones de Dellafuente de camino al trabajo, a estudiar. Ya lo dijo él: “bonita la lealtad y que poquitos los leales”. A veces, todo lo bonito sí se queda en casa.
"De Graná pa' todos laos'". Si hay alguna cosa de la que nadie puede dudar es del gran sentimiento de patriotismo que genera esta ciudad. No cabe un artista más, que los son de verdad. Tremendamente entregados a su público, a no fallarles a la ciudad que les vio nacer. Cuando alguien dijo que no se puede ser profeta en su tierra es porque no pisó Granada.
Otra. Otra. Otra. “Perdona si esta noche he sio’ fantástico, pero mañana me levanto antipático”. Y llegó el final. Más de 7.000 personas cantan, gritan, lloran y dan las gracias a través de ‘Consentía’, la última canción que suena en el Palacio.
Dellafuente ha hablado: “No me quiero ir”. Silencio solemne, hasta esperanzador. “Nadie quiere que te vayas”, grita un joven. Si hay algo que nunca le podrán robar a Granada es que Dellafuente forma parte de la historia viva de esta ciudad.
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