Olga Pericet, La Maquiné y Teatro Clásico de Sevilla muerden la manzana de los Max
Artes escénicas
'Falsestuff' logra el premio al mejor espectáculo de teatro en una gala celebrada en Tenerife en la que se honró a Nuria Espert
Olga Pericet: "El verdadero premio es el respeto de los compañeros"
Los andaluces Olga Pericet, La Maquiné y Teatro Clásico de Sevilla encontraron un hueco este lunes en el palmarés de los Premios Max, en una ceremonia que se celebró en Santa Cruz de Tenerife y que a partir de la figura y del dramaturgo Ángel Guimerá, nacido en Canarias y fallecido en Cataluña, defendió el lenguaje común de las artes escénicas, el teatro como ilusión y travesía que embellecen el mundo. Los galardones que convoca la Fundación SGAE se rindieron al magisterio de Nuria Espert y eligieron Falsestuff. La muerte de las musas como mejor espectáculo de teatro.
Ni la cordobesa Olga Pericet, candidata por La materia, ni el sevillano Andrés Marín, seleccionado ex aequo junto al vasco Jon Maya por Yarin, pudieron materializar sus posibilidades en las categorías de intérpretes femenino y masculino de danza, pero Pericet sí venció en el apartado de coreografía, un reconocimiento compartido con Daniel Abreu. “¡Qué alegría, qué arte más grande!”, exclamó la artista al subirse al escenario junto a su compañero en La materia.
Pericet valoró el respaldo a una aventura que arrancó sin certezas, desde la necesidad de experimentar y marcarse nuevos retos, “el segundo capítulo de una trilogía que empecé desafiando, desafiándome a mí y desafiando a los demás”, un proyecto dedicado a las guitarras de Antonio de Torres y que tenía su primer episodio en la celebrada La Leona. La bailaora definió como un “deseo cumplido” el trabajar con “ese pedazo de creador que tenemos en España”, Daniel Abreu, con el que descendió en esta propuesta sobria e intimista “hacia el suelo, hacia las raíces. Escuchamos el sonido de nuestros instrumentos. Daniel, me has dado oro y me has hecho crecer”, agradeció a un Abreu especialmente conmovido porque la ceremonia transcurriera en Canarias, su tierra. Con esta nueva manzana, Pericet suma ya cuatro Max, dos como intérprete y dos como coreógrafa.
El Teatro Clásico de Sevilla también vio compensada la ambición de llevar a escena la poesía inabarcable de El público, de García Lorca, y la formación andaluza se impuso en la terna de labor de producción. Juan Motilla, nominado junto a Noelia Díez, convirtió el premio en un homenaje al oficio. “Hacer teatro, danza, música, cualquier trabajo de las artes escénicas, es una gesta de héroes”, comentó el intérprete y productor, que extendió su agradecimiento a todo el equipo, “porque no se hace esto solo, cuentas con actores, técnicos, distribuidores”, y destacó la dramaturgia y dirección “maravillosas” de Alfonso Zurro y la escenografía y el vestuario de Curt Allen Wilmer y Leticia Gañán, que supieron desentrañar con inventiva un texto sublime y enigmático.
En su discurso, Motilla encadenó una denuncia, sobre “el escandaloso paro que existe en la profesión”; una reivindicación, “una ley de artes escénicas, mucha salud y mucho trabajo” para los compañeros; y una consigna tomada de Lorca: “Que las puertas del teatro no se cierren nunca”.
La Maquiné, fundada por Joaquín Casanova y Elisa Ramos, conquistó asimismo la distinción al mejor espectáculo para público infantil, juvenil o familiar por Estación Paraíso, hermoso y sensible retrato de una anciana titiritera que espera y recuerda su vida en un andén. Con esta victoria también se refuerza el idilio de los Max con los granadinos:lo ganaron ya por El bosque de Grimm, en 2014, y dirigieron la ceremonia de 2020 que se celebró en Málaga. Una emocionada Ramos explicó que tras la larga andadura de la compañía querían “decir algo importante a la sociedad, algo importante para nosotros”, y encontraron esta inspiración en la vejez, “a ellos, a los ancianos, está dedicado este proyecto”.
Miguel del Arco presentó a Nuria Espert, una diva de las tablas que se rebeló ante un tiempo “en el que sólo se esperaba que las mujeres se mantuvieron en la cocina, y ella nunca entró”, una intérprete “valiente” que no albergó miedo al coger “caminos complicados”. La veterana protagonizaba uno de los momentos más emocionantes de la gala, el Max de Honor a toda una trayectoria, pero tuvo la humildad de centrarse en su colaboración con Miguel del Arco, La violación de Lucrecia, “una de las cosas más bellas que he hecho en mi vida”, dijo sobre un montaje que le ayudó a renovarse. “Cuando llevas tanto tiempo es difícil estar limpia”, reconoció la merecedora del Premio Princesa de Asturias de las Artes 2016, que sorprendentemente ha tenido que esperar a los 89 años para ser coronada con el Max a su carrera.
Una de Las Niñas de Cádiz, Ana López Segovia, finalista por Las bingueras de Eurípides, galardonada anteriormente por El viento es salvaje y directora de la gala de los Max que acogió Cádiz, no mordió esta vez la manzana de adaptación o versión teatral a la que optaba. Lo impidió la Electra de Fernanda Orazi, distinguida también en espectáculo revelación. Tampoco tuvo la suerte de otras ocasiones el jiennense Luis Miguel Cobo, finalista a mejor composición musical por La casa vacía.
Eduard Fernández se medía con un inmenso Pedro Casablanc por su Don Ramón María del Valle-Inclán, pero salió de la gala como el mejor actor del año por el diálogo doloroso y tierno que emprende con una madre mermada por el alzhéimer en Todas las canciones de amor. Natalia Huarte fue la mejor actriz gracias a Psicosis 4.48, un durísimo texto sobre la depresión que Sarah Kane escribió antes de suicidarse y en el que su protagonista se pone a las órdenes de la malagueña Luz Arcas. Huarte pronunció una de las intervenciones más certeras de la noche, al contar cómo los espectadores le agradecían “haber puesto en palabras” su dolor y su soledad. “El teatro necesita dar luz a lo oscuro”, manifestó.
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