La Orquesta Ciudad de Granada desata una 'Marea de danza' en su nuevo disco
La formación se une a la violinista violinista alemana Franziska Pietsch y a la batuta del estadounidense Jonathan Pasternack para grabar un disco con obras de Strauss y Lalo
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La Orquesta Ciudad de Granada (OCG) sigue expandiendo su faceta internacional con la publicación de Tides of dance (ARIA classic), un disco en el que la formación se une a la violinista alemana Franziska Pietsch y a la batuta del estadounidense Jonathan Pasternack para interpretar el Concierto para violín y orquesta en re menor, opus 8 Trv 110 de Richard Strauss y la Sinfonía española, opus 21 para violín y orquesta de Édouard Lalo. Este trabajo que une por primera vez el talento de la OCG y la berlinesa, que ha tenido como estudio de grabación el Auditorio Manuel de Fallla.
El disco, que podría traducirse como Marea de danza, supone para Pietsch "un símbolo del movimiento constante de la vida", que se ve reflejada en la obra de Lalo, que la violinista califica como "una gran danza de la vida" que le ha acompañado desde su juventud, según declaraciones remitidas por la discográfica en una nota de prensa.
La trayectoria de la artista está marcada por procesos difíciles y dolorosos. Nació en una familia de músicos de Berlín Este y su padre se quedó en Occidente tras una gira; pasaron dos años antes de que ella, su madre y su hermana pudieran abandonar la República Democrática Alemana, lo que le llevó a conectar “instintivamente” con compositores como Dmitri Shostakóvich, Serguéi Prokófiev, Mieczysław Weinberg o Béla Bartók que dejaron un gran legado. "Es mi pasión mantener vivas estas obras y transmitirlas".
Alfonso Carraté expone en el libreto que la música de Strauss, que apenas escribió conciertos para solista y ningún otro para violín, es habitual en las salas de todo el mundo. Sin ir más lejos, Lucas Macías, director artístico de la formación, arrancó esta etapa con un concierto en el que el compositor alemán fue coprotagonista, y en el que se interpretaron obras como Serenata en Mi bemol para vientos, op. 7 o Metamorfosis para 23 instrumentos de cuerda, AV 142.
La peculiaridad es que el concierto que se incluye en Tides of dance es que "se escucha y se graba con muy poca frecuencia", según Carraté. Se trata de una obra que está "más cerca del primer Romanticismo, del que bebió el joven Richard a través de su padre y primer maestro, que del Gran Romanticismo tardío germánico en que se desenvolvería la mayor parte de su obra de madurez”.
El experto sostiene que "entre las explosivas efusiones propias de un primer y un tercer movimiento con exigencias virtuosísticas, en el segundo, solista y orquesta cantan la bellísima melodía con la intensidad emocional que caracteriza a Franziska Pietsch" y en los que el autor deja "no de los momentos más bellos de su música".
Por su parte, la Sinfonía española de Lalo tampoco es demasiado frecuente en los escenarios, según Carraté, "si bien su belleza y virtuosismo han inducido a algunos de los grandes del violín, como Itzhak Perlman o Anne-Sophie Mutter"a grabarla. El francés la escribió para lucimiento del intérprete español Pablo Sarasate, que la estrenó en 1875 en París. El compositor, que ha pasado a la historia principalmente por su sinfonía, “fue un virtuoso de la cuerda y no quiso ponérselo fácil ni a Sarasate ni a quienes quisieran atreverse con su obra después de él”.
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