Etcétera ofrece en el Centro Lorca 'El patito feo' más bello

Espectáculos para niños

Etcétera ofrece hasta el 8 de enero en el Centro Lorca su versión del clásico de Andersen. / Jesús Jiménez Hita/ Photographerssport
Belén Rico

01 de enero 2022 - 13:50

Granada/Si el título de un cuento escrito en la primera mitad del XIX ha llegado a acuñar una expresión que designa a esa persona rechazada al principio pero que sorprende después por sus cualidades, su tema es tan magistral como para trascender generaciones en el espacio y en el tiempo. Ese fogonazo de genialidad surgió de la pluma de Hans Christian Andersen, que publicó El patito feo en 1843 dentro del volumen Cuentos nuevos. Convertido ya en un clásico contemporáneo, desde un primer momento fue un éxito absoluto -"el libro se vende como los bollos", llegó a decir su autor-. Con varias versiones del todopoderoso Disney en su trayectoria, una de ellas con Oscar incluido como mejor corto de animación, la historia ha tenido un sin fin de adaptaciones entre ellas como ópera, musical, largo de stop motion o incluso serie de televisión. Por no hablar de las libérrimas ediciones impresas, buena parte de ellas ilustradas. Ahora la compañía Etcétera ofrece su particular mirada teatral al texto del escritor de Odense en el espacio escénico del Centro Lorca. Una propuesta que podrá verse hasta el próximo día 8 de enero.

La revisión de Etcétera no se circunscribe al relato, a pesar de las múltiples opciones de lectura que este ofrece, y se adentra en el universo plástico del propio Andersen, que recopiló dibujos y papeles recortados a lo largo de toda su vida con el fin de contar historias. El resultado es una de las versiones propio creador, como la fábula y los temas actuales que esta trata.

La delicada escenografía diseñada por Enrique Lanz superpone a modo de capas este triple acercamiento al clásico y a su autor. Por un lado, Yanisbel Martínez, que firma también la dramaturgia de la obra, es la encargada de situar al espectador en la obra y la semblanza de Andersen, quien por su físico, su torpeza y su baja clase social sufrió acoso y rechazo. El refugio a las adversidades lo halló en la literatura, el teatro, los títeres y esos papeles recortados.

El autor

El propio narrador y poeta se refirió al cuento como "una reflexión sobre su propia vida" y, al ser preguntado por el crítico George Brandes por su biografía, aseguró que ya la había escrito con este relato. El plumaje gris y el cuello largo del ánade son el trasunto de ese chico de físico alto y desgarbado, con nariz y pies grandes al que otros jóvenes imitaban. Los picotazos son las burlas en la narración que la actriz va realizando en el primer término del escenario acompañada por las interpretaciones de la orquesta Murtra Ensemble con música de Jordin Cornudella.

Una preciosa maqueta de la casa natal del escritor en Odense con un títere en miniatura sirven para trasladar a los espectadores a la infancia de privaciones y evasión de un niño que no terminaba de encajar. Porque Hans Christian Andersen fue hijo de un zapatero pobre y enfermizo pero cultivado y una lavandera que terminaría siendo alcohólica. Etcétera destaca el papel que el taller de títeres que el padre le construyó, sus narraciones y las figurillas que el abuelo tallaba para los niños del pueblo, tres detonantes que terminaron por impulsar la imaginación de ese niño que se sentía diferente.

Tras la muerte del progenitor siendo tan sólo un adolescente, Andersen se marchó a la capital, Copenhage, para cumplir su sueño de convertirse en artista (primero probó suerte como cantante antes de concentrarse en la escritura). En la lectura de Etcétera, la belleza del cisne no está en el exterior sino en ese mundo de fantasía que el danés construyó para sobreponerse a las adversidades de su infancia y sus difíciles inicios en la gran ciudad, en la que logró hacerse hueco gracias al mecenazgo de una generosa familia y su tenacidad. Y perseveró hasta que finalmente logró convertir sus heridas en cuentos que cientos de años después se leen en todo el mundo y que son ya patrimonio de la humanidad.

El patito

La misma orquesta tiene su propio patito feo en el escenario, un músico rechazado primero y aceptado después que es el nexo de unión entre el relato de la biografía y el segundo nivel del escenario: ese que se desarrolla tras el teatro de títeres creciente que va paulatinamente ampliando y cambiando el foco en ese proceso de apertura.

Y es en ese segundo término, el de la historia del cisne que sale del huevo en el nido de una pata que lo termina rechazando como el resto de su prole, su periplo por la casa de la gallina y el gato, el lago helado o la granja, donde se concentra toda la magia de Etcétera. Las cortinas de terciopelo rojo permiten asomarse a los cuarenta años de experiencia de una de las compañías titiriteras más reconocidas del país. Premio Nacional de Teatro en el año 2014, repiten su fórmula de obra musical caracterizada por la belleza y la investigación. En este caso se consigue a través de la poesía que trasmiten unos escuetos títeres de madrera tallada y un reflexivo trabajo histórico, artístico y técnico. Una propuesta aparentemente minimalista ensalzada por la delicada iluminación de Lía Alves que convierte el escenario de la Plaza de Romanilla en un lago de Dinamarca que va abriéndose a los ojos del público.

El resultado es una hora de fantasía durante la cual música en directo, narración y escenografía tejen un estanque en el que generosidad e imaginación son los valores a los que agarrarse para no hundirse en las heladas aguas del rechazo al diferente.

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