“Los personajes comparten con el autor la carga genética”
Domingo Villar | Escritor
El creador del inspector Leo Caldas charlará hoy con los lectores en el Cuarto Real de Santo Domingo en la segunda jornada del Granada Noir
Granada/–La crítica asegura de usted también que “ha creado un universo narrativo propio”. ¿Qué implica esa frase?
–No sé en mi caso pero lo que yo sí busco como lector en otros autores es que tengan una voz narrativa característica y que me contagien su emoción. Eso es lo que trato de hacer. Contar a mi manera historias que tienen lugar en un determinado lugar, las poblaciones costeras de Galicia, y escribir emocionado porque no entiendo otra forma de emocionar a un lector.
–¿Por qué diez años de silencio desde la última aventura del inspector Leo Caldas?
–Porque uno sabe cuando empieza a escribir un libro pero no puede prever cuando va a poner el punto y final. Han sido diez años de trabajo intenso, de mucho disfrute y tampoco sentía una necesidad acuciante de terminar sino de pulir y entregar un libro que me gustase. A mitad de camino, en 2013, falleció mi padre y me encontré en un lugar emocional distinto del que estaba hasta entonces. Eso me supuso una revisión casi completa del texto. Además, yo tampoco soy un escritor especialmente fértil, ni me importa no serlo. Lo que me gusta de mi oficio es andar el camino.
–Por eso Leo Caldas tiene una especial preocupación por el cuidado de su padre.
–Sí, en esta Leo Caldas se encuentra en ese momento tan perturbador para un adulto en el que los padres , en los que hemos tenido un refugio, comienzan a ser motivo de preocupación. Eso que me ocurría a mí de alguna manera supongo que se lo transmití al personaje.
–El último barco narra la historia de una joven desaparecida, hija de un cirujano adinerado. Además de un escenario geográfico similar, ¿hay algo del caso Diana Quer?
–No, de hecho llevaba muchos años escribiendo. Lamentablemente son casos que se suceden, unos con más visibilidad mediática y otros con menos, pero no tienen ninguna inspiración.
–No hubo inspiración pero, ¿existió influencia?
–Bueno, es normal que si escribes de una desaparición te afecten de alguna forma casos que se produzcan de manera simultánea en la realidad. Aquí la forma en que los medios de comunicación, al menos algunos, se acercaron a este caso pudo influir en la manera que tienen los personajes de mi libro de referirse a ellos. Hay temas extremadamente sensibles y no siempre se contemplan con la distancia y el respeto debido.
–Esa crítica es una constante en la literatura y en el cine actual.
–Es difícil saber donde colocarse para un medio de comunicación. Por un lado, no cabe duda, que suponen una ayuda fundamental para esclarecer muchos casos pero si se extralimitan y su discusión va más allá se corre el riesgo de convertir en un circo un material que es altamente sensible. También hay un efecto de contagio cuando unos ven a otros tratando los temas y tienen la tentación de hacer algo similar. Así se entra en una espiral viciosa que supongo que para los afectados será difícil de tragar.
–Un grupo de sospechosos aparentemente inocentes, tramas inquietantes paralelas que se van descubriendo ¿Se considera más cercano a Agatha Christie o de Rafael Chirbes?
–Padres literarios encuentro dos. Por un lado Vázquez Montalbán, autor de una novela negra que al tocar la gastronomía era festiva pero culta. Otro padre es Andrea Camilleri que es deudor del primero y que me enseñó que desde un rincón del mundo se puede hablar de las cuestiones más universales. El lo hacía desde Sicilia y yo trato de hacerlo desde Galicia.
–¿La afición a la gastronomía de Caldas es sólo por homenaje a Montalbán?
–Bueno, su padre tiene una bodega y eso lo comparto con él: nuestros padres hacen vino porque es un mundo que conozco y tendemos a hablar de los que conocemos. Los personajes nacen vivos del autor y es normal que compartan la carga genética.
–¿Qué más tiene Caldas de usted?
–Ambos hemos nacido y crecido en la misma zona. Ambos hemos colaborado en la radio. Tenemos una forma poco esperanzada de ver el mundo pero yo soy más alegre que él. Caldas está sólo y yo tengo una familia extensa y creo que soy más feliz.
–Eso es un lugar común, poner al investigador como un hombre solitario, como los sacerdotes, consagrados a su oficio.
–Es que el oficio marcha mucho. Los policías y los médicos de urgencias, la gente que se dedica a profesiones en las que el horario está supeditado a los acontecimientos, tienen más dificultad para mantener relaciones estables. Eso dicen las estadísticas, no es algo que nos inventemos los autores.
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