El piano que canta con la voz

CRÓNICA

Win Mertens reunió en el Palacio de Carlos V a un público algo diferente del que habitualmente acude a los conciertos del Festival con una propuesta que fue calurosamente recibida.

Win Mertens, en un momento de su actuación en el Palacio de Carlos V.
Brígida Gallego-Coín Granada

02 de julio 2015 - 05:00

Wim Mertens atrae a un tipo de público algo diferente al habitual de los conciertos del Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Una de sus grandes luchas ha sido ser aceptado por los más puristas. Su trabajo no está exento de calidad, pero sí tiene que gustar. Su forma de incluir la voz para acompañar al piano es muy personal. Anoche arrancó con toda su energía ante un auditorio entregado. El público que le es más afín fue el que lo descubrió en los años 80 y desde entonces le es fiel. "La primera vez que lo oí fue en una cinta de casette que unos amigos me pasaron diciendo que era la música que estaba más de moda en Estados Unidos y en Europa entre los intelectuales", comentaba una espectadora. "Después de esa cinta de casette de color negro llegaron los CDs, mi admiración por él es total, lo considero un genio y me acompaña en el día a día, incluso me lo pongo para correr".

El minimalismo no llegó masivamente a España pero los sectores en los que caló utilizaron a Mertens, Nyman o Glass como compositores de cabecera a los que escuchaban a todas horas. Los oyentes más vanguardistas los asimilaron. No quedó en una moda pasajera, fruto de unas circunstancias políticas y sociales como algunos pensaban.

Más de veinte años después, la música de Mertens continúa subyugando. Anoche presentó su último trabajo, Charactersketch, un disco que ha sido publicado hace un mes y que suena con idéntica personalidad a la de sus obras anteriores. Tiene frescura, originalidad y es fiel a sí mismo en el sentido de que surge de un hombre formado en el conservatorio pero que huye de todo convencionalismo y abre su mente a cualquier cosa que le inspire.

Sugerente e intensa sonó la primera pieza, Wegzuwünschen, le siguió Unwillen-nichtwollem, nombres que no es del todo necesario entender porque la música los explica.

A pesar del calor, Mertens se sintió cómodo actuando en Carlos V aunque su concierto había sido realmente programado en el Centro Lorca, que por diferentes cuestiones que pueden leer en este periódico, aún no ha abierto sus puertas. Durante su encuentro con la prensa por la mañana, aseguró que el nuevo espacio asignado le entusiasmaba "por su tremenda mezcla de culturas".

El momento más apoteósico llegó cuando Mertens interpretó sus clásicos, esos trabajos que lo llevaron al éxito y la fama internacional por la simplicidad y fuerza de sus melodías. La fin de la visite, Iris, The Belly entusiasmaron a un público que le aplaudió con fervor.

El propio Mertens se enfrentó a su piano sin formalismos, con pantalón oscuro, camisa blanca y sin corbata. El director del Festival, Diego Martínez también se quitó chaqueta y corbata para escuchar el concierto con camisa azul marino. Entre los espectadores estaba Paco Cuenca. Un recital de piano y voz donde Mertens dio lo mejor de sí mismo.

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