Las pinturas con las que creció Francisco Ayala

Cuatro cuadros pintados por Luz García-Duarte, madre del escritor Francisco Ayala, y cedidos por su hermano Vicente, se exhiben en la sede de la Fundación en el Alcázar Genil

Las pinturas con las que creció Francisco Ayala
Las pinturas con las que creció Francisco Ayala
M. Dolores Santos Moreno

17 de octubre 2013 - 05:00

María de la Luz García Duarte González (Granada, 1878 - Monasterio de las Huelgas (Burgos), 1935), hija de Eduardo García Duarte, catedrático de Medicina de la Universidad de Granada liberal, agnóstico y republicano, la menor de seis hijos y la predilecta del padre, fue según Melchor Fernández Almagro una mujer singular por su inteligencia y cultivada sensibilidad... que leía cuanto le era posible.

Además de su pasión por la lectura en una familia donde la literatura estaba incorporada a la vida cotidiana, pronto demostró dotes para el dibujo y la pintura, aprendiendo con un profesor particular, al parecer el de Dibujo del Instituto granadino Tomás Muñoz Lucena. La temática de su obra fue la propia de las escasas mujeres pintoras de entonces, a las que les estaba vedado el estudio del cuerpo humano por razones morales, limitándose a su mundo cotidiano: paisaje, costumbrismo, naturaleza muerta y retrato.

Su relación con la pintura no pasó de afición, pero participó en varios certámenes artísticos granadinos junto a pintoras de su tiempo: Aurelia Navarro, Encarnación Romero, Amparo Pareja o Marta Lapresa.

Luz debutó en la Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas de 1897. Los premios fueron para José García Ramos e Isidoro Marín, y ella logró una mención honorífica con un Paisaje al carbón. En 1898 donó una pandereta pintada en la rifa del Liceo a beneficio de la guerra de Cuba. En 1899 concurrió a la Exposición del Corpus con los óleos Recuerdos del Albaicín y un luminoso y acertado Un rincón de mi casa que le valió Mención Honorífica. Los premios principales fueron para Alcázar Tejedor, Bertuchi, Ruiz de Almodóvar, Isidoro Marín, Lozano Sidro, Latorre y Gómez Mir. Finalmente, participó en la Exposición del Corpus de 1900 con Eligiendo flores (diploma de tercera clase) y Retrato. En este certamen, que resultó de menor calidad que los anteriores, los premiados fueron Alcázar Tejedor y Manuel Ruiz-Sánchez Morales.

Su siguiente aparición en la prensa local, con la excepción de su petición de mano, fue ya con motivo del nacimiento de su hijo primogénito, Francisco Ayala: "Ha dado a luz con toda felicidad un hermoso niño, la distinguida señora doña Luz García Duarte", que publicó El Noticiero Granadino el 17-3-1906. De su matrimonio con Francisco Ayala Arroyo, de profesión propietario, pero desafortunado en los negocios, nacieron diez hijos que le impidieron continuar su afición, que sí transmitió, principalmente a Paquito, que dirá de ella en Recuerdos y Olvidos: "Después de casada, apenas si pudo seguir pintando. Alguna vez, para encanto mío, sacaba el estuche de pinturas, la paleta, todos los instrumentos, e intentaba algo en mi obsequio; pero debía interrumpir la tarea a cada paso, hasta renunciar con enfado. Al fin terminó por abandonar completamente ese grato ejercicio en el que era bastante diestra, y en el que procuró adiestrarme a mí, que le tenía mucha afición y me quedaba horas viéndola pintar a ella. Entonces me decía: si te dedicas a ello en serio, para ti serán los avíos de pintar (...)".

Al finalizar la Guerra Civil, los supervivientes de la familia Ayala García-Duarte iniciaron su exilio en Chile y Argentina. El último hermano en abandonar España, Vicente, recuperó cuantos cuadros pintados por su madre pudo y los llevó consigo, ocultos en el fondo de un baúl. Repartidos entre los hermanos, los cuatro que ahora se presentan en Granada son algunos de los que conservaba precisamente Vicente Ayala, que los donó a la Fundación poco antes de su fallecimiento.

Se trata de las tablas Jarrón con flores y libro, obra primeriza, y Jinete moro, firmado "Luz" en el ángulo inferior derecho; el lienzo Jardín de la casa del abuelo, visto en la Exposición del Centenario ayaliano, y un Paisaje al carbón, sobre papel, que bien pudiera ser el que le premiaron en el certamen de 1897.

stats