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Caídas ligeras
Granada/Mayo, 1980. Javier Egea, "recién salido de una experiencia personal muy delicada" -una ruptura-, decide tomarse un descanso. Su retiro lo encuentra de casualidad, en la Isleta del Moro (Almería), "un precioso pueblo por la costa almeriense que tiene unas 15 casas y una cala de pescadores. No está ni señalizado". El poeta granadino, "maravillado" por las playas vírgenes y cristalinas del paraje natural, ahora en riesgo por la masificación turística, decide hospedarse en una fonda un par de meses y escribir. El resultado se materializa en Troppo Mare, una de las obras cumbre de Egea que la editorial granadina Esdrújula reedita ahora y presenta hoy a las 20:00 en la Biblioteca de Andalucía con motivo del ciclo Letras Capitales.
Al regresar de su fructífero exilio voluntario, Egea le enseña a su amigo Juan Carlos Rodríguez un largo poema -el que da nombre al libro-: "Extraño tanto mar, raro este cielo / desgranado de luz sobre la Isleta, ajeno a este naufragio que se crece en la orilla / en cabos, / jarcias, / mástiles, / [...] Tanto mar y de golpe, / tanta historia y vencida, / ya corazón mojado sobre el abra, / ya mensaje dormido, preterido, / en la Bahía de los Genoveses". El escritor granadino y catedrático de la UGR, del que se cumple este mes un año de su muerte, queda "estupefacto" al leerlo. "Comprendí que mi entrañable amigo, mi antiguo compañero de la Agrupación Antonio Gramsci, se había convertido en el poeta que él siempre quiso ser. Había roto al fin con la cárcel del rito y el mito de la palabra poética y había dado el salto a la otra orilla: la poesía como una nueva práctica, como práctica ideológica", valoraba Rodríguez en las palabras introductorias de esta cuidada edición.
A partir de Troppo Mare la conciencia ideológica de Egea despierta, y con ella la de la fuerza de la colectividad. Egea lo explicaba así en una entrevista para TVE en 1985: "Intento demostrar que el paisaje interior y exterior siempre están relacionados, eso que llaman sentimientos íntimos no se pueden entender si no están chocando con los sentimientos colectivos". Un planteamiento clave para los exponentes de La otra sentimentalidad, concepto poético propuesto en Granada en 1983 por el propio Egea, Luis García Montero y Álvaro Salvador. El término que mejor explica esta concepción de la poesía es el de radical historicidad, una idea acuñada por Rodríguez y que viene a decir que la literatura es un producto del sujeto, y éste no es otra cosa que producto de la historia.
Jairo García Jaramillo, autor del primer estudio de conjunto de la obra del granadino, dice de "este segundo primer libro suyo que será para siempre un camino sin vuelta atrás y abrirá en la poesía española contemporánea una nueva manera de decir, enfrentada desde la raíz al objeto poesía, al indagar de entrada en las relaciones entre la literatura y la historia para romper su falaz separación, que prolonga la dialéctica burguesa privado/público".
El poeta usa en este poemario el cuerpo (el dolor propio o el cuerpo ajeno) como unidad de medida del tiempo, algo fundamental, pues medir el tiempo por medio del cuerpo aniquila la concepción del tiempo del capitalismo. "Cuando tu cuerpo, / todo era distinto, inesperado y joven. [...] Viven cerca de aquí, mas están solos / y solos son de antes de tu cuerpo", se lee en la segunda parte del poemario -Rosetta- donde trata de expresar la importancia de la soledad como medio para descifrar nuestro inconsciente y, en consecuencia, la complejidad del amor. "Toda la obra de Egea a partir de Troppo Mare será una obra contra el capital. Es una obra de conciencia, de qué significa el capital y cómo el escribir poesía es seguir el dictado del capitalismo. Él plantea el poema en sí mismo como un producto de la conciencia capitalista", desentraña el escritor Alfonso Salazar y representante de Open Cultura, empresa que gestiona los derechos de la obra de Javier.
El escritor destaca de Egea que fue un "poeta con muchísimo oficio que sabía manejar las reglas". "Troppo Mare tiene una expresividad formal más al uso, son poemas ni largos ni cortos. Es un estilo muy reconocible en la tradición literaria del siglo XX. En Paseo de los Tristes hay un cambio de forma, y en Raro de luna también, sobre todo en las estrofas, y se dirige mucho más a la canción. Es mucho más musical. Encontramos tres voces diferentes. Y el último poemario, inacabado, es una colección de sonetos", resume.
Firme en su idea de romper con su poética anterior para desprenderse por completo del inconsciente ideológico burgués y capitalista, el poeta se había lanzado a la búsqueda de una nueva forma de expresar a través de sus versos el sentir ideológico de las clases de abajo; en este sentir popular, el amor sigue siendo una pieza clave: "He tratado de hacer una poesía de amor desde unos presupuestos ideológicos diferentes de los que normalmente se tienen, producida algo así como desde la otra orilla, fuera del tópico secularmente usado desde la ideología idealista tradicional. Porque el amor no es algo que llueva de las nubes [...] Es algo de carne y hueso, nuestras musas son personas que van al trabajo, que sufren, que están explotadas, que tienen nombre de mujer y de hombre de la calle".
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