La música y la vida vuelven al auditorio Manuel de Falla tras una larga espera
Preparativos del primer concierto del Festival de Música y Danza de Granada
Los miembros de la OCG ensayan estos días el 'Réquiem' de Mozart entre mascarillas, mamparas y codos por saludos después de tres meses de parón por el coronavirus
Granada/Para Andrea Marcon, director artístico de la Orquesta Ciudad de Granada, estos primeros seis meses del año han sido "los más complicados" de toda su vida. Le operaron el tendón de Aquiles en enero y empezó dos meses antes el confinamiento. Luego en marzo llegó la pandemia. "Mi madre murió el 22. Estaba en una residencia -en Italia-. No pude visitarla. Estaba todo bloqueado. Sólo podía hablar con los sanitarios por teléfono. No hemos celebrado un funeral, ni un Réquiem. Una pesadilla increíble. Yo he estado muy cerca de este desastre", reconoce Marcon durante la entrevista, concedida en el primer día de ensayos de la OCG tras tres meses de parón, donde lleva mascarilla y respeta la distancia de seguridad.
La orquesta ha vuelto esta semana al auditorio Manuel de Falla para ensayar el Réquiem de MozartRéquiem, que será interpretado el jueves en la Catedral en homenaje a los fallecidos por el Covid-19 durante la inauguración del Festival de Música y Danza. Los miembros de la formación musical han vuelto a la actividad tras tres meses, la más larga espera desde su creación hace 30 años. Nunca antes había pasado tanto tiempo sin que ensayaran conjuntamente. El miedo y la incertidumbre durante el confinamiento se han sustituido por mascarillas, geles hidroalcohólicos, codos por saludos y ganas de sacar adelante un himno universal sobre el sentimiento de perdida.
Un homenaje a su madre y a todos los fallecidos
"Es el primer concierto después de seis meses de pausa. He aceptado la invitación de Antonio Moral -el director del Festival- por el certamen y por la OCG. Es buenísima la idea de empezar con el Réquiem", destaca Marcon, que afirma que el recital del jueves en la Catedral será mucho más que "un concierto inaugural". "Es una cosa emocional muy fuerte para todos. Todos hemos estado muy cerca. Lo voy a sentir como un homenaje a mi madre y a las personas que han fallecido. Los familiares no han podido hacer nada. Les ha pasado a miles de personas", sostiene el director de orquesta italiano.
Pedro Consuegra, responsable de comunicación de la OCG, se muestra optimista cuando recibe a este periódico en la entrada del auditorio. Todos deben llevar mascarilla y pasar las suelas de sus zapatos por una alfombra desinfectante antes de pasar al interior del edificio. No será ni la primera ni la última medida de seguridad. "Se ha diseñado un plan de prevención de riesgos laborales. Es una empresa distinta al resto independientemente de las mascarillas. Hay instrumentos de viento que proyectan. Por eso se han instalado mamparas, para protegerlos. Está muy bien hecho. Ahora hay que vigilar que se cumpla todo", explica Jaume Esteve, solista de percusión y presidente del comité de empresa de la orquesta. Además, hay puestos de geles hidroalcohólicos por todo el espacio.
Una vuelta al escenario "natural"
Esteve ha regresado a su rutina de ensayos con "muchas ganas". "No tocaba los timbales desde que nos fuimos en marzo. Necesitaba sentir el instrumento y tocar con la orquesta. El periodo de vacaciones es el más largo que pasamos separados. Nunca antes habíamos estado tanto tiempo así -en 30 años de historia de la orquesta-. Llevamos tres meses sin tocar juntos", cuenta el músico, que ha sentido la vuelta como algo "natural" y no "atípica" a pesar de estos meses "duros y complicados". Además, según el artista, "está muy bien para la orquesta volver y volver con programas como el Réquiem, la Novena, conciertos de piano de Mozart".
El presidente del comité de empresa de la OCG tampoco duda en reconocer que "hay cierta preocupación" respecto a la actuación de este jueves en la Catedral. "El coro -con el que interpretarán el Réquiem- es una preocupación añadida por tema de contagios y de seguridad. No sé cómo va a resultar el invento. Lo importante ahora es empezar y de la mejor manera posible", considera Esteve, que menciona el tema de el aerosol, la nube, que se forma al tocar, y el tiempo de exposición (son ensayos de una hora y cuarto). Sin embargo, todos estaban deseando volver. "El tocar es algo que necesitamos todos los músicos. Y los de orquesta con orquesta lo mejor que nos podía pasar ahora mismo", asegura.
Antonio Mateos, el simpático regidor de la OCG, tenía "muchas ganas" de volver a su segunda casa. "Estábamos ya desesperados de estar en casa. Necesitábamos ver a los compañeros. El trato diario. Lo vamos afrontando. Los vientos tiene que estar sin la mascarilla puesta. Hay cuerda que la postura de colocar el instrumento le estorba la mascarilla. Es una experiencia nueva. A la gente la veo como siempre. Ahora incluso más animada después de estar encerrados durante meses en sus hogares", asegura.
Las dificultades de tocar tras el Covid-19
¿A qué dificultades se enfrentará la OCG en los próximos conciertos? "Cada director tiene su idea particular del Réquiem. Esta es una orquesta cameleónica, que ha trabajado con muchos directores. Ensayamos aquí, pero debemos adaptarnos al entorno, a la Catedral. Tiene muchas limitaciones: debemos tocar separados, a un metro y medio el uno del otro. Antes tocaban dos violines por atril, ahora uno. El coro es un conjunto. Ahora es muy difícil físicamente. Lo de la distancia social viene fatal a la hora de hacer música. La armonía de la música es exactamente lo contrario. Cantar en un coro es cantar en conjunto", responde el director artístico de la OCG, que continúa enumerando obstáculos.
"Los coristas cantarán con mascarilla. La respiración será muy difícil. Los solistas no. Luego, la acústica de la Catedral determina el tiempo, que será más lento. Todo debe ser más articulado. Tiene casi diez segundos de eco. Estoy bastante acostumbrado porque soy músico de iglesia. Cantaba desde niño en la Catedral de Treviso. La OCG ya ha tocado varias veces aquí. Los músicos saben cómo es", zanja.
El contrato del clavecinista finalizará en noviembre. Seguramente el recital del jueves sea el último que dirija como director artístico. ¿Cuál es el balance? "He estado en el momento más crítico de la historia de la orquesta. No ha sido un trabajo muy fácil. Había muchísimos problemas que ahora están bastante resueltos. Tenía una deuda monstruosa y era una situación precaria. El sacrificio ha sido doble. La prioridad era salvar la orquesta. Puedo asegurar que ninguno de los abonados se ha perdido, han aumentado. La orquesta ha sido muy democrática. Lo ha decidido ella, no yo. A mí me gusta que tenga esta independencia", resume Marcon, que reconoce sentirse como en casa aquí y agradece al público fiel haber estado ahí siempre. "Seguro que viviremos otros momentos juntos", concluye.
¿Supone un reto extra para la OCG el concierto inaugural del Festival? "La Catedral ya de por sí es difícil tocar juntos. El volumen de sonidos se alarga en el tiempo. Con la separación va a ser más complicado. Somos profesionales y nos adaptamos a un sitio cerrado y al coro", resuelve Esteve, que considera "justo y necesario" este recordatorio de las víctimas de la pandemia. "La cultura tiene que rendir ese gran homenaje. Es una parte esencial en la vida de las personas. Los primeros que deberían salir a rendir homenaje es el mundo de la cultura. Lo que podemos demostrarles es lo mejor de nosotros mismos", asegura.
Para Berdj Papazian, violinista de la orquesta, han sido "particularmente tristes" estos meses porque he perdido a su madre por un ictus. "Tenía muchas ganas de empezar a trabajar de manera normal y hacer música con los compañeros. Estaba impaciente", se sincera el artista, que cree "absolutamente apropiado" tocar el Réquiem a modo de homenaje. "Es la obra que mejor refleja los sentimientos de perdida y de gente que se ha ido", señala. Papazian, al igual que sus compañeros, ha vuelto al Falla con "mucha alegría porque eso significa que estamos vivos y sanos, y podemos hacer lo que más nos gusta".
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