El recuerdo que no cesa
Los amigos de Lorca fueron los primeros en homenajear su figura tras su muerte con actos bajo el amparo de la República
El asesinato de Lorca fue como un golpe de culata para la poesía. Sus amigos, aún aturdidos, no tardaron en canalizar su rabia en forma de homenajes, poemas y antologías que encerraban un corazón partido y otro que había dejado de latir. En los últimos 80 años se han sucedido los actos de recuerdo, incluso en los plomizos años cuarenta y cincuenta en España, hasta llegar al siglo XXI con alguna cuenta pendiente todavía que saldar después de 30 años de democracia.
Pero la primera reacción inmediata fue la de los poetas, como Miguel Hernández, Garcias, Rejano, Alberti, Marinelo, Lezama, Juan Ramón Jiménez... Tenía repartidos amigos por todos los sitos claves del globo terráqueo, como EEUU, Francia o Londres, donde estaban Luis Cernuda, Rafael Martínez Nadal o Gregorio Prieto.
La España de la República le hizo un homenaje inmediato en Madrid con la publicación en la editorial Nuestro Pueblo de dos ediciones del Romancero gitano, con prólogo de Rafael Alberti en el que comienza explicando que son sus primeras palabras sobre el amigo muerto. La España republicana se vuelca y en el pabellón español de la Exposición Universal de 1937 en París se publica un homenaje al poeta de Fuente Vaqueros con una introducción de Jean Cassou y la edición bilingüe de El crimen fue en Granada de Antonio Machado, según recuerda Juan de Loxa, responsable de Poesía 70 y exdirector de la Casa-Museo de Fuente Vaqueros.
Un homenaje "contundente" tuvo lugar en Valencia, durante la Guerra Civil, en el congreso de intelectuales antifascistas, donde se representó Mariana Pineda con actores como Luis Buñuel o Mari Carmen Antón y la dirección de Manuel Altolaguirre. Al tiempo se editó un libro "fenomenal" como Homenaje al poeta García Lorca contra su muerte, donde participan todos los escritores del momento. También se sucedieron homenajes de manera muy temprana en las universidades de Estados Unidos, mientras que Margarita Xirgu, en la localidad uruguaya de Salto, realizó un recital de poemas lorquianos tan lleno de emoción que los lugareños pensaron que no era una actriz, que se le había muerto un hijo. "Hasta se le acercaron para darle el pésame", señala Loxa.
Después llegó el silencio de los años de plomo del franquismo y los homenajes se desarrollaron en libertad en el extranjero, donde estaban amigos como Marcelo Claire y todos los poetas del exilio, que se volcaron con Federico. Es el caso de las ediciones de Prados y Altolaguirre, que antes de ir a México pasan por Cuba y en la colección El ciervo herido publican una antología con poemas lorquianos que es una "joya". "Hubo iniciativas muy inmediatas, con el apoyo de la familia Lorca que ya se había exiliado en EEUU y que se preocupó en divulgar las obras de Lorca lo máximo posible", explica el agitador cultural y uno de los grandes divulgadores de la obra del poeta desde la década de los sesenta.
Un testimonio esencial son las cartas que doña Vicenta, la madre de Lorca, escribe a la editorial Losada interesándose por los derechos de autor que generaba su hijo. La familia organizó en Broadway una temprana representación de Bernarda Alba con la dirección de Francisco García Lorca. Y Laura de los Ríos también hizo en Nueva York una "extraordinaria labor de difusión, no sólo de la obra de Federico, sino de todo el teatro español".
Además, los actores de las obras de Lorca siguieron siendo fieles a sus textos tras su muerte, caso de Margarita Xirgu, que siguió poniéndose en la piel de los personajes del granadino y estrenó Bernarda Alba en Argentina.
También Rafael Alberti publica en Argentina, cuando marcha al exilio, una antología del poeta de Fuente Vaqueros en La Rama de Oro. Incluso otro divulgador de Federico "tan olvidado en Granada" como Mora Guarnido escribe en Montevideo Federico y su mundo, el mismo título que escogió para el libro sobre su hermano Francisco García Lorca.
En España se hicieron también homenajes, más o menos clandestinos. En algún caso hubo una estrategia tolerada por el franquismo a gente que no constituyera un peligro para el régimen. Hay poemas de esos años de gente cercana al grupo de la Falange, además de las prontas aportaciones de Luis Escobar, que convenció a los Lorca y llegó a llevarse a la hija del dictador al teatro para ver la puesta en escena de la lorquiana Yerma, según señala Loxa. Unos fueron tolerados, pero otros tuvieron que tirar de valentía. "Cuando pedían permiso a las autoridades franquistas para representar a Lorca contestaban que la familia no quería, y en ocasiones fue verdad y hacían bien, porque encima que le habían matado no iban a permitir que se hiciera propaganda de un régimen que permitía representar las obras de Federico García Lorca y que miraba para otro lado con la edición de las obras completas de Aguilar", sostiene Loxa. "En cierto modo, esos escrúpulos de la familia están más que justificados".
En Granada, los poetas posteriores "hicieron lo que pudieron" en los áridos años cuarenta y cincuenta. Las personas comprometidas tenían que salvar el pellejo pero tuvieron la "doble valentía" de dar un paso al frente en tiempos tan crueles. Julio Alfredo Egea, Rafael Guillén o Pepe Guevara fueron algunos de los que se atrevieron a levantar el telón de miedo en torno a la figura del poeta. Algunas iniciativas partieron de la Casa de América, que dependía en cierto modo del Instituto de Cultura Hispánica, una plataforma para dar una "sensación de aperturismo" de cara a Hispanoamérica. Aquí se publicaron poemas de Lorca y algunos textos de recuerdo.
Pero el homenaje de Granada sí era sincero. En 1963 se organizó en el patio del colegio del Sacromonte un acto sobre el escritor fusilado al que acudieron los poderes fácticos de la ciudad con un desfile incesante de coches. El recital consistió en una lectura de textos de Lorca por parte de los alumnos. Y los niños se encontraron delante de las autoridades recitando los 'textos prohibidos' con la iluminación de unos focos que prestó el Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Desde la librería Al-Ándalus de Granada se organizó un homenaje que tuvo lugar en Sevilla con la participación de Pepe Guevara o Rafael Guillén. Y también salió a la luz un disco que promovió la Fundación Rodríguez Acosta con canciones de Federico García Lorca, mientras Carlos Cano comenzaba a cantar sus canciones populares bajo el amparo de Juan de Loxa, que en ningún momento se privó de pinchar sus canciones en la radio.
Incluso Eduardo Molina Fajardo proyectó hacer un gran homenaje a Federico García Lorca en Granada. El que era el director de Patria, el periódico del movimiento, se permitió hacer una especie de cómic en el periódico de la Falange en el que daba como noticias periodísticas los temas del Romancero gitano. Molina Fajardo propuso también que la biblioteca del Salón pasara a llamarse Federico García Lorca, aunque en este caso su proyecto no llegó a materializarse, sobre todo por una airada reacción de parte de la ciudad que no transigía en aquel momento con la idea de que el autor de Poeta en Nueva York diera su nombre a un espacio público.
En el año 67, los poetas granadinos fueron convocados por Luis Castellón para un homenaje en el colegio Bartolomé y Santiago, cuando el panorama comenzaba a cambiar. Rafael Guillén, Trina Mercader o Antonio Carvajal participaron en el homenaje en el que participó el padre Linares, fundador de la cadena Vida, origen de la COPE, que dio una conferencia sobre los duendes de Federico García Lorca. Juan de Loxa ya dinamitaba las ondas con su programa de radio Poesía 70 al tiempo que Gallego Morell publicaba en la revista Molino de papel un estudio sobre la revista Gallo.
Y en la Huerta de San Vicente se reunían los jóvenes estudiantes de Letras capitaneados por Bernabé López García, con el atrevimiento de intentar poner en marcha una revista llamada Sombrero para hacer un homenaje a Lorca. Un proyecto que murió antes de nacer y que tenía previsto publicar textos de estudiosos como Ian Gibson.
En 1976 llegó el considerado como primer homenaje a García Lorca, ya con Franco enterrado en el Valle de los Caídos, la primera edición del 5 a las 5 que tuvo un primer acto por la mañana en el Hospital Real y que por la tarde se trasladó a Fuente Vaqueros para celebrar el nacimiento del escritor, con las actuaciones, entre otros, de Carlos Cano, Lole y Manuel o Manuel Gerena,
Con la llegada de la Democracia Lorca dejó de ser un proscrito, lo que se reflejó en el callejero de pueblos y ciudades de toda España. Su obra inundó los escenarios y la casa de veraneo de los Lorca en la Huerta de San Vicente pasó a propiedad municipal y en los ochenta se construyó un gran parque con su nombre. Nació el Museo Casa-Natal de Fuente Vaqueros de la Diputación, aunque en los cajones quedaron olvidados proyectos como el de Manuel Ángeles Ortiz de erigir una gran estatua de Lorca en la Vega de Granada, algo que sí se plasmó en Madrid en la Plaza de Santa Ana, que está presidida por una icónica escultura realizada por Julio López en la que el poeta sostiene una paloma. Granada cuenta con una única estatua en la Avenida de la Constitución, difuminada junto a otros ilustres granadinos.
Ya en el siglo XXI, el aeropuerto de la ciudad se puso los apellidos del autor de Romancero gitano y se puso en marcha el Premio de Poesía Federico García Lorca, que en su momento fue el de mayor dotación económica del mundo hispanoamericano, al tiempo que se creaba una compañía de teatro estable en la capital durante el gobierno de José Torres Hurtado, bajo cuyo mandato nació el proyecto del Centro Lorca de la Plaza de la Romanilla, envuelto en mil polémicas y que, inaugurado hace un año, sigue sin albergar los fondos del poeta que aún siguen custodiados por la familia del poeta en la Residencia de Estudiantes de Madrid.
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