El reinado de los payasos
El Teatro de la Zarzuela presentó en Granada junto a la OCG sus obras circenses 'Black el Payaso' y 'I Pagliacci'.
Sultanes y reyes han sido dueños y señores de la Alhambra durante siglos. Anoche, sin embargo, los que reinaron en el Carlos V fueron los payasos. Payasos alegres y desenfadados, payasos irónicos y truhanes, o payasos melancólicos y tristes... Todo un homenaje al mundo del circo, con la música de Sorozábal y Leoncavallo interpretada por la OCG junto a un magnífico reparto traído del Teatro de la Zarzuela de Madrid.
La propuesta de Ignacio García consiguió aunar dos obras de estilos muy diferentes en torno a una misma temática: el mundo de espejos de la vida del comediante. La frontera entre realidad física y ficción teatral, la línea entre lo verdadero y lo falso de la interpretación, el teatro dentro del teatro. Este nexo sirvió para enlazar una opereta de factura española con una ópera verista italiana, una con final feliz y otra en forma de tragedia anunciada.
En primer lugar, la opereta de Sorozábal contó la historia de Black el payaso, aquel que por azar del destino llegó a ser rey. Un vestuario vistoso y extravagante, como el mundo del circo en sí mismo, se acompañó de una puesta en escena sobria, inundada de una estética muy teatral que funcionaba a la perfección pese a encontrarse entre muros de piedra y no entre los bastidores de un teatro. No faltaron actuaciones de malabaristas, acróbatas y demás artistas de circo sobre el escenario, ampliado más allá del habitual rectángulo de tablas negras hacia las galerías y demás espacios del Carlos V, un palacio que por gracia de su forma circular se convirtió durante varios momentos en una auténtica pista de circo.
La Orquesta Ciudad de Granada, situada debajo del escenario. estuvo bajo la batuta de Domenico Longo. Entre las voces solistas, a la par cantantes y actores, destacaron María José Moreno, protagonista femenina en ambas obras, así como los personajes Black, White, o Dupont, interpretados respectivamente por Fabián Veloz, Francisco Tójar y Javier Galán. La narración de Emilio Gavira hilaba la historia de Black, el payaso convertido en rey.
I pagliacci de Leoncavallo, definida como quintaesencia del verismo italiano, narró la tragedia de un grupo de comediantes en el cual su director acaba loco de celos y termina por asesinar a su propia mujer al confundir representación teatral con realidad. Un carromato giratorio modificó pragmáticamente la puesta en escena, muy similar a la de la anterior opereta. Es en esta segunda parte donde el coro infantil Elena Peinado, formado por voces blancas de entre 8 y 13 años de factura granadina, hizo su aparición, cantando durante el primer acto y situándose en las balconadas durante el segundo.
El público, poco acostumbrado a ver espectáculos de tal envergadura en Granada, aplaudió con ganas ambas obras, reconociendo a todo el equipo el engranaje formado para acercar el mundo del circo al palacio de Carlos V, llenándolo de vida y color.
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