Visto y Oído
Broncano
Manuel Rico
Javier Egea murió en 1999, pero la publicación del primer volumen de sus Obras completas (Bartleby)es la gran novedad literaria de los últimos años. El libro se presenta esta tarde en la Librería Nueva Gala (19.30 horas) con la presencia de José Luis Alcántara y Juan Antonio Hernández García, responsables de la edición anotada. También estará Manuel Rico, autor del estudio preliminar.
-¿Por qué este olvido de la obra de Javier Egea? ¿Su vida y su anecdotario acabaron por solapar su poesía?
-No tengo respuesta a ese olvido. Solo puedo hablar de hechos objetivos: Egea vivió una experiencia poética esencialmente granadina, fuera de los círculos literarios de ámbito nacional. Pudieron influir problemas personales, sin duda. Pero la realidad es que en 24 años no apareció en ninguna antología de ámbito nacional, algo incomprensible. También es verdad que su vida no siempre fácil, su compromiso marxista, su distanciamiento de la poesía figurativa y su visión crítica de lo que llamaba "mundo poético oficial" pudieron influir en ello. Su suicidio, sus problemas con el alcohol, su condición de out-sider respecto al mundo universitario añadieron más ingredientes. Creo.
-¿Cuáles han sido sus sensaciones y a qué conclusiones ha llegado al trabajar con su obra?
-La primera de placer en la lectura y en la relectura, en la indagación en sus claves, algo a lo que me han ayudado las rigurosas anotaciones de Alcántara y Hernández García. La segunda sensación ha sido de desconcierto, casi de perplejidad al ver cómo una obra de tanta calidad había sido relegada de los recuentos y antologías 'canónicas' más conocidas. Egea sintetiza logros de la poesía popular con un intimismo cotidiano con vetas irracionalistas, sobre todo a partir de Troppo mare. Siempre sobre un hilo conductor realista. Él parte de la llamada Poesía de la Experiencia y la transforma incorporando a ella dosis de oscuridad, ecos de una vida contradictoria, atormentada.
-¿Qué evolución hay en la obra de Javier Egea?
-Una primera etapa cuyos referentes están en el barroco castellano y en poetas como Bécquer, Miguel Hernández o el Lorca más transparente, representada por Serena luz del viento. Una segunda etapa en la que incorpora la mirada crítica combinando lo íntimo, incluida la relación amorosa, y lo colectivo, donde están Machado, Pavese, el 50, representada por Paseo de los tristes. Y una etapa, visible ya en algunos poemas de este libro, en la que incorpora elementos irracionales y surrealistas que se muestra en sus libros últimos y culmina en Raro de luna.
-¿Cuáles ha sido las antologías de poesía que le han obviado? ¿Qué casos han sido los más sangrantes?
-Todas, que son cerca de 30, las de ámbito estatal que se publican entre 1981 y 2007, año este en que aparece Metalingüísticos y sentimentales, de Marta Sanz, la primera en que vemos el nombre de Egea, lo excluyeron. Es decir, está ausente, por citar las más importantes, de las de José Luis García Martín, Luis Antonio de Villena, Miguel García Posada, Juan Cano Ballesta, la consultada editada por Visor a principios de los 90 y de la extensísima Milenio, de Rodríguez Cañada… Cierto que aparece en la de Francisco Díaz de Castro, de 2003, La otra sentimentalidad, pero es una muestra de carácter grupal en la que la ausencia de Egea no hubiera sido imaginable.
-En este caso, ¿cuántos ejemplares se editarán y qué difusión se le dará al libro?
-Es una primera edición de 1.500 ejemplares. Tendrá difusión en España e Hispanoamérica y esperamos que haya nuevas ediciones. Al menos, la respuesta de los lectores está siendo excelente.
-¿Sus compañeros de La otra sentimentalidad han sido fieles a su figura tras su muerte?
-No puedo emitir un juicio sobre algo que entra dentro de la subjetividad de cada poeta. Le han rendido homenajes, han defendido, en diversos trabajos y artículos, su figura, pero ha habido opiniones respecto a su vida personal y a sus últimas decisiones que quizá no hayan sido de lo más conveniente. De todos modos, prefiero no entrar en algo que no he vivido en directo. Lo esencial es la obra de Egea, que la catástrofe que algunas voces auguraban respecto a ella no es tal. Saldrá su poesía completa y lo hará con una edición a la altura de las mejores ediciones que circulan en España. Como Egea merece
-En la introducción titula el segundo apartado: 'Egea: el ser histórico, cultural y sentimental'. ¿A qué ser refiere exactamente?
-Me refiero al perfil de Egea como parte de la generación de quienes nacemos en los años 50. Que asume la historia, vive y pelea la Transición política, comparte los mitos de un tiempo de grandes cambios. Vietnam, la Revolución de los claveles en Portugal, Pavese, Pasolini, los cantautores, la llegada de la Democracia…. Quiero decir que, con todas las consecuencias, fue hijo de su tiempo.
-¿Consiguió escribir poesía materialista?
-Afirmo en mi prólogo que es un objetivo imposible al que intenta acercarse siguiendo las elaboraciones teóricas de Juan Carlos Rodríguez. ¿Es poesía materialista la de Blas de Otero? ¿Y la de Neruda o Paul Eluard? No lo sé. Se trata de una definición, de raíz marxista, alusiva a la mezcla de los subjetivo y lo objetivo, nada más. Toda poesía, al margen de calificativos, es emoción estética y sentimental, lenguaje revelador. Su poesía es una poesía honda, inquietante, que refleja una permanente contradicción existencial.
-¿Qué lugar le corresponde en la poesía del siglo XX?
-Ocupa un lugar destacado en la poesía española de la segunda mitad del siglo XX. Inició su trayectoria en sintonía con el impulso que supuso el manifiesto La otra sentimentalidad, que suscribió con Álvaro Salvador y Luis García Montero, pero su poesía fue, sobre todo a partir de Troppo mare, por senderos distintos, de una mayor complejidad significativa. Acabó siendo un poeta singular, una destacada isla con una fuerte identidad.
-¿La culpa de ese 'malditismo' que se adjudica fue culpa del mismo Egea o hay otras causas ?
-Su vida no fue fácil. Él tuvo parte de responsabilidad en ello, sin duda. También el entorno. Pero no estoy en condiciones, ni creo que aporte nada a su obra, de analizar dónde están las responsabilidades de su malditismo. La realidad es que alrededor de su figura se ha construido una leyenda que es un claroscuro, que tuvo un final trágico y que desde muy joven vivió una experiencia de luces y sombras que es visible en sus poemas. En mi modesta opinión, solo un psicoanalista podría desentrañar algunas de las causas que condicionaron su vida. Fue un gran poeta y eso es lo esencial. En todo caso, el último volumen de la Obra completa, con sus diarios, puede aportar luz a esa suma de incógnitas.
-Por último, ¿cómo se posiciona respecto a la polémica sobre el legado de Javier Egea?
-De ningún modo. Existe, según he podido saber, un testamento firmado por él y en él se expresa su voluntad respecto al legado. Creo que eso es lo que importa. En todo caso, diré que he sido un afortunado trabajando en su poesía y leyendo sus inéditos en verso y en prosa. Eso es lo esencial.
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