“Una sola obra bien hecha puede justificar una existencia”
Fernando de Villena, escritor
El autor ha presentado esta semana su nueva novela, El cautivo de su Paraíso, y ha reeditado un clásico de su bibliografía: Por los barrios de Granada
Granada/–En El cautivo de su Paraíso relata la vida del poeta granadino Pedro Soto de Rojas (1584-1658). ¿Qué le seducía tanto de su figura como para convertirlo en protagonista de su novela?
–Siempre he sentido fascinación por nuestros Siglos de Oro, y Soto de Rojas es el principal poeta granadino de dicho periodo, pero además su vida personal me parece muy interesante. Su primer libro, Desengaño de amor en rimas, está lleno de pasión y sinceridad, y su obra más famosa, Paraíso cerrado para muchos, jardines abiertos para pocos fue un intento de obra rotunda, total. Algo a lo que debe aspirar cada poeta. Yo también me lancé a un proyecto así con Los siete libros del Mediterráneo. Una sola obra bien hecha puede justificar una existencia.
–Es difícil hablar de novela histórica granadina y no referirse a un best seller como El segundo hijo del mercader de sedas, ambientado también en un periodo muy próximo. ¿Hay algo de esta obra y los cambios sociales que refleja? ¿Qué autores le han inspirado?
–Bastante antes de que apareciese El segundo hijo del mercader de sedas yo había publicado ya algunas novelas sobre los Siglos de Oro, como Relox de peregrinos, que fue premio Ciudad de Jaén en 1987. A Felipe Romero lo conocí y lo aprecié mucho y cuando salió su libro fui uno de los primeros en celebrarlo con un elogioso artículo. Pero la inspiración para mi libro nació de la propia obra de Soto de Rojas.
– La primera parte del libro narra la vida de Soto de Rojas, desde sus amoríos juveniles hasta su vida en la corte madrileña, pasando por su retiro en el paraíso del Carmen de los Mascores del Albaicín. ¿Ha sido difícil documentarse para un periodo amplio y en distintos escenarios geográficos?
–Me formé en la extraordinaria escuela de estudios sobre los siglos de Oro que existió en la Universidad de Granada gracias a Nicolás Marín, Emilio Orozco, Antonio Gallego Morell… Este último profesor me dirigió la tesis doctoral y sus eruditos trabajos sobre Soto de Rojas han sido parte de la base de mi documentación.
–¿Ha querido que se muestre este periodo al detalle o es de los que después de las labores de documentación prefiere que desaparezca la urdimbre y la trama de ese trabajo en favor de la ficción?
–Un narrador debe documentarse de manera exhaustiva, sobre todo para evitar los anacronismos, pero luego tiene que hacer fluida su obra y para ello hay que evitar detenerse en todo ese conjunto de datos y ofrecer sólo lo esencial.
–Está narrada en primera persona, ¿por qué ha elegido esta voz?
–La primera persona es la voz de la narrativa de hoy porque es la que se adentra más en la intimidad del lector. Aunque cada texto pide la persona que le corresponde.
–La segunda parte, también contada en primera persona, arranca con la muerte de Soto de Rojas, quien convertido en fantasma observa la vida desde lo alto de los tejados. Una novela del Siglo de Oro, El diablo cojuelo también utiliza ese recurso para recorrer otra ciudad, en ese caso Madrid. ¿Hay algo de la obra de Pérez de Guevara en El cautivo de su Paraíso?
–Cuando uno escribe una novela pesan sobre su mente todas las obras que ha leído a lo largo de su vida. Y para esta obra yo he releído decenas de textos de los Siglos de Oro, pero El diablo cojuelo se trata de un texto humorístico y mi narración es una búsqueda del sentido de la existencia. Claro que ese andar por los tejados se da en ambos libros y el de Vélez de Guevara (que, por cierto, fue enemigo de Soto) se escribió cuatro centurias antes que el mío.
–Ya convertido en fantasma observa la vida española y granadina hasta la actualidad, ¿Por qué alargar la narración abarcando un periodo tan amplio?
–A mí me interesa la Historia, toda la historia de la Humanidad, y por ello mis novelas abarcan diversas épocas. Algunas como El testigo de los tiempos más de dos milenios. Además, la casa de Soto de Rojas posee el interés de que fue habitada por varios personajes señeros de la historia de Granada como el escultor José de Mora, el escritor José G. Ladrón de Guevara o el terrible cabo Colomera.
–Usted aparece en un pequeño ‘cameo’, ¿Por qué ese juego metaliterario?
–En mi juventud, casi en el mismo momento, descubrí mi vocación poética y el Albaicín. Y saber que en determinado rincón del hermoso barrio había vivido un poeta magnífico me llegó a emocionar. Ese pasaje de la novela es un homenaje a mis propios recuerdos de aquellos años.
–La presentación de El cautivo de su Paraíso esta misma semana también sirvió para dar a conocer una nueva reedición de Por los barrios de Granada. ¿Por qué ahora? ¿Incluye alguna novedad?
–Es interesante que se haya publicado ahora, 25 años después. Esta nueva edición puede servir para comprobar que todas las claves de la narrativa que he ido desarrollando después, estaban ya en ese libro. Por los barrios de Granada constituye un mosaico donde se mezclan vivencias mías con leyendas, cuentos y hechos históricos de la ciudad. Esta nueva edición se embellece con un magnífico reportaje fotográfico de Ángel Moyano y, para facilitar su lectura, le he añadido algunos epígrafes explicativos al frente de cada fragmento.
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