Los sonidos perpetuos de la gran fotografía

Centro Cultural CajaGranada acoge la última muestra de Francisco J. Sánchez Montalbán, donde se muestra el conocimiento del que llegó a ser decado de Bellas Artes en Granada

Todas las imágenes de la nueva exposición 'Classica anomalía' en Granada

Todas las imágenes de la nueva exposición Classica anomalía en Granada / Jose Velasco

14 de octubre 2024 - 02:00

Hemos escrito en innumerables ocasiones la transformación para mejor de la fotografía; de la buena fotografía porque, aún, existe mucha fotografía mala realizada por tantos advenedizos como existen, móvil en ristre o cámara de saldo, queriendo ser artistas superiores de la noche a la mañana sin estar absolutamente preparados para tales situaciones. Los errores cometidos en el pasado cuando toda la fotografía parecía buena y cualquiera que captara una imagen era elevado al Olimpo de los dioses y considerado casi todo un Cartier Bresson. Las modas han hecho mucho daño y los espurios intereses de los manipuladores de lo artístico comprometieron una realidad que no era tan bonancible como quisieron hacer creer. Por eso, ahora, con las aguas pausadas en sus cauces normales, la fotografía marca las exigencias normales de cualquier expresión artística. La sensatez ha impuesto su norma y lo que es bueno ejerce de ello mostrando sus esquemas de trascendencia y lo que es malo se pierde en las tenebrosas ergástulas donde el inexorable manto del ostracismo ejerce su perpetua condena.

Francisco J. Sánchez Montalbán fue profesor en la Facultad de Bellas Artes de Granada donde dejó clara huella de su identidad como docente pero, también, como artista grande de la fotografía. Posteriormente, llegó a ser el decano de dicha Facultad poniendo, asimismo, las bases para que la institución que se encuentra en el antiguo manicomio de la que, antes, se conocía como Autopista de Badajoz mantuviera –cuando no superara– el estatus que siempre tuvo, posibilitando que de ella saliera, sin solución de continuidad, muchos de los grandes artistas que hoy ocupan una posición de privilegio en el contexto general del arte español. En estos días mantiene una gran exposición en el emblemático espacio de la Fundación CajaGranada; una exposición que nos sitúa en los parámetros de la gran fotografía, esa que descubre a un artista grande en posesión de un lenguaje lleno de personalidad y saber. Porque la fotografía con mayúsculas no sólo es captar lo que nos rodea; eso es fácil y hasta los advenedizos con cámara podrían hacerlo. Debe tener mucho más; sobre todo alma, conciencia creativa y espíritu artístico, esa que no todas tienen y que alcanzarlo es tarea harto complicada. La de Francisco J. Sánchez Montalbán posee los más altos valores y siempre me ha parecido que su obra es heredera de la gran fotografía de siempre; la que aparece sin tonterías, sin querer buscar falsas empatías; la que se manifiesta sin efectismos ni positivando encuadres forzados y como buscando poses sin sentido.

La exposición de la Fundación CajaGranada, rigurosamente comisariada por Rafael Peralbo Cano, nos conduce por una gran lección fotográfica; desenlaces de un proceso creativo que está por encima del propio manejo del sistema. Porque, las obras expuestas nos sitúan ante un artista con mucho conocimiento del medio; sabedor de todo cuanto ocurre en los complejos sistemas de una fotografía que, casi siempre, esconde muchos entresijos, a veces, más que lo que la mirada capta. El artista lo deja bien claro, posicionándonos, además, en una realidad que tiene como base actuante lo que viene ocurriendo en el Festival de Música y Danza de Granada; desde él Monti desentraña una galería de imágenes que se superponen a la propia existencia del momento y trasciende mucho más allá de la propia ilustración de lo que en el Festival acontece. La magia que en él se crea, la propia música o el mismo entorno promociona un escenario enigmático que, probablemente, pase inadvertido para cualquier mirada pero que el artista capta y sublima; imprime calidez y calidad; impone su potestad artística y eterniza el momento. Así nos sitúa en una realidad superior y trascendente, donde no hay poses revestidas de efectismos; existe sublimación de lo real, magia, diálogos eternos entre lo que se ve y lo que se presiente; entre lo que la mirada capta y lo que la emoción provoca. Cada imagen perpetúa la esencia de un instante; yuxtapone elementos que, la mayoría de las veces, no tiene un hilo conductor, pero que la magia de lo captado por el ojo privilegiado del artista los trasciende y magnifica.

La obra de Monti, además de retrotraernos a la fotografía eterna, relata una realidad superior: la música y su existencia sempiterna. Lo real y lo imaginado, lo presente y lo ausente confunden sus voces y amplían la magnitud de un momento. En su fotografía se encuentra la esencia de una expresión artística, la verdad imperecedera de un arte atemporal que él lo hace cercano.

Una vez más, Francisco J. Sánchez Montalbán, el Monti que tanto ha supuesto para el arte de la ciudad, vuelve a situarnos en los parámetros de una realidad artística que no tiene vuelta de hoja; esa que es grande porque perpetúa la más pura esencia de lo artístico.

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