Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
Juanjo Guarnido | Dibujante
Granada/El primer dibujante español en ganar un premio Eisner, los Oscar de la historieta para que se hagan una idea, fue Sergio Aragonés en 1992 con una parodia de Conan El Bárbaro llamada Groo. Hubo que esperar 17 años para que otro español, Salvador Larroca, viera premiada su labor en El Invencible Iron Man. En 2011, el tándem creativo formado por el ilustrador Juanjo Guarnido (Granada, 1967) y el guionista Juan Díaz Canales se impuso en la categoría de Mejor edición norteamericana de material internacional por Silent Hell, cuarta entrega de Blacksad. El dibujante salobreñero se llevó además otro galardón, esta vez el de Mejor ilustrador/Artista multimedia. No fue el último. Un año después, el Estado le otorgaba el Premio Nacional del Cómic junto a Díaz Canales. Si el tebeo entra por los ojos, el dibujo de Guarnido en Blacksad traspasa las retinas de cualquier mortal y las hace sus esclavas. La serie protagonizada por ese elegante gato negro antropomórfico, inspirado en Marlon Brando, engancha al momento. Es una genialidad, un chispazo, la perfecta comunión entre dibujo y guión. Animador en películas de Disney como Hércules (en el personaje de Hades), Tarzán (el felino Sabor y el padre de Tarzán) y Atlantis, el artista vive en Francia desde hace 20 años. Casi los mismos que lleva triunfando en el panorama del cómic a nivel internacional. Este mes, el autor recibió la Medalla a las Bellas Artes de la Real Academia de Bellas Artes Nuestra Señora de las Angustias y acudió a un encuentro en el Festival Granada Noir.
-Ha visitado recientemente el festival Granada Noir. ¿Qué posibilidades le ofrece a un dibujante una serie de género policíaco?
-El género policíaco es como el western. Son transposiciones modernas de la tragedia griega. Ahí encontramos la ambición, el ansia de poder, la avaricia, la lujuria, la rivalidad entre personas, la amistad. Todos son temas viejos como el hombre. Es un género muy dinámico, muy ameno, que te remueve las tripas porque se ven a menudo situaciones violentas, bastantes extremas, y con mucho erotismo. Hacerlo con personajes animales era un acicate a nivel gráfico para mí. Siempre me ha encantado dibujar animales.
-¿Se le ocurrió a usted lo de los animales o al guionista Juan Díaz Canales?
-A Juan Díaz. Él dibujó varias historias cortas en la época que nos conocimos. Él tenía 19 años y gráficamente no estaba maduro. La idea estaba ahí. Al ver aquello pensé que era un traje a medida hecho para mí. Me gustó tanto que se la usurpé a mi guionista (ríe).
-El hecho de que sean animales antropomórficos le imprime un carácter único. Además, se apoya en la psicología de cada animal para dibujarlos.
-Por supuesto, es ese sentido funciona lo que Juan Díaz llama el experimento narrativo de aunar la fábula con un género tan moderno como el policíaco. Ahí había una materia explosiva. O bien reventaba en un fuego de artificio o nos salía el tiro por la culata. Al final todo salió bien (ríe).
-En Artic Nation el secuestro de una niña negra es el catalizador de una reacción explosiva en un suburbio azotado por el racismo. ¿Les daría para un Blacksad una historia ambientada en la Estados Unidos de hoy con Trump de presidente?
-Todos los problemas que trae la actualidad con la presidencia de Trump ya estaban presentes en algunos números de Blacksad. El conflicto de la Guerra Fría con los rusos hoy día se traduce en su enfrentamiento con Corea del Norte. Siempre con comunistas chalaos. Pero precisamente lo que le imprime carácter entre otras cosas es el ambiente de los años 50, que es muy sugerente. Estamos prácticamente viviendo el final de la edad de oro de la novela policíaca clásica. El cine negro acaba, aunque sigue teniendo relevancia hoy, con Anatomía de un asesinato de Otto Preminger -estrenada en 1959-.
-¿Vio muchas películas para inspirarse? El encuadre es puramente cinematográfico.
-Por supuesto. El cine negro es lo primero que tradujo con imágenes la novela. A nosotros nos interesaba particularmente la imagen de los años 50, que no es la década de los 50 a los 60, sino cuando Estados Unidos sale de la posguerra y hay un boom económico, y termina con el asesinato de Kennedy en el 63. Es el momento histórico en que el mundo empieza a parecerse al de hoy.
-De hecho, algunas problemáticas que aparecen en el cómic, como la corrupción y el racismo, parecen sacadas de un periódico de ayer.
-Claro, es que esos temas por desgracia son eternos. El tema del racismo, el maldito Ku Klux Klan, que no lo van a erradicar en la vida, sigue vigente. Creo que es uno de los méritos de Juan: aunar en un guión policíaco una trama puramente de novela negra con un sustrato social e histórico. Es muy interesante. Podría haber sido una química fallida. Me refiero al hecho de mezclar la carrera armamentística, la caza de brujas y el KKK con animales.
-¿Si tuviera la oportunidad de dibujar un capítulo relevante de la historia, cuál eligiría?
-Estoy en ello (ríe). Con Blacksad encontré al personaje de mi vida, pero es que ahora estoy trabajando en otro de los proyectos de mi vida. Quizá inconscientemente pensé en ello. Aunque la idea se materializó cuando lo hablamos el guionista y yo, conjuntamente. Es un cómic muy ambicioso, de 150 páginas. El nivel de lectura es el equivalente de tres álbumes de Blacksad. Es una novela picaresca por resumirlo de alguna manera, ambientada en el siglo XVII, en el Siglo de Oro, donde aparecen personajes históricos muy importantes para la cultura española. Ha sido un disfrute recrear y darles vida a todos ellos. El guión, de Alain Ayroles, es extraordinario. Ocurre en buena parte en ciudades españoles, y sobre todo en las colonias, en las Indias.
-Seguramente le habrán propuesto muchas historias a lo largo de su carrera. ¿Por qué motivos rechaza un proyecto?
-Primero me tiene que motivar. A día de hoy, tengo tantísimos proyectos en los cajones que en el momento que no me entusiasma inmediatamente digo no. Incluso si me entusiasma tengo que considerar si tengo tiempo para incluirlo en mi agenda. Tengo proyectos almacenados hasta 2025.
-¿Le agrada más un protagonista que encarne el rol de justicieros, de persona íntegra?
-Depende de la historia. El personaje de Blacksad es heroico aunque algunos lo consideren un antihéroe, pero para nada. Es un héroe de novela negra, con unos ciertos estándares morales y éticos que acentúan su carácter heroico.
-Hablando de héroes... Llegó a intentar trabajar para Marvel, pero no lo consiguió. ¿Tiene esa espinita todavía clavada?
-No, porque ahora me han ofrecido muchos trabajos. En Marvel y en DC. Me ofrecieron una mini serie de Los 4 Fantásticos, pero no he podido hacerla.
-¿Si tuviera la oportunidad de hacer cualquier de sus personajes, por cuál se decantaría?
-Tiempo. Jajajaja. Les pediría tiempo porque ahora no lo tengo. Cuando termine el álbum ambientado en el Siglo de Oro me pondré con dos Blacksads.
-Me dijo Munuera en una entrevista reciente que "hablar de la industria en España en relación con el cómic hoy en día es ridículo". ¿Qué opina, viviendo en un país, desde hace más de 20 años, donde sí hay una clara industria como es Francia?
-La industria del cómic en Francia y el peso de éste en el sector de la edición en general es incomparable a España. Hay más tradición. La coyuntura que se dio en los años 60, 70, allí permitió que se creara, difundiera y creciera un cómic adulto, que a veces es para todos los público y otro reservado a uno adulto. Eso pasó en Francia y en España no.
-¿Qué ocurrió en este país? ¿El público no respondió? ¿Los autores no estuvieron a la altura? ¿Las instituciones públicas no apoyaron lo suficiente el cómic?
-Ninguna institución pública apoyó el cómic francés. No necesitó ninguna subvención. Aquí la oferta existió, por supuesto. Había una oferta de cómic adulto. Recuerdo la revista Rambla. Era una maravilla. Pero el público no siguió.
-¿Qué tiene que tener España para estar a la altura de la industria del cómic de Francia y Estados Unidos?
-No sirve de nada conjeturar. Lo interesante hoy es constatar que hay mucho más interés por el cómic, que se empieza a hablar de él de manera más seria y que llevamos diez años de premio nacional gracias a Carme Chacón, que en paz descanse. Cualquiera con un mínimo de inquietud cultural le dan ganas de leer tebeos.
-¿Piensa que también ha ayudado que se asiente el término de novela gráfica?
-El término novela gráfica es una chorrada. Una novela gráfica es un cómic. Lo que pasa es que ha surgido un género al que se le separa del cómic para no confundirlo con el cómic de superhéroes o el franco belga. Es un título que le da más nobleza, más empaque intelectual. Como si un tebeo por ser en blanco y negro, tener muchas páginas y corresponder a eso que hoy día se considera formato de novela gráfica tuviera más interés. No es así. Es una sutileza semántica.
-¿Cree que en España, como dijo su compañero Canales, "la mayor parte del público sigue asociando la palabra cómic a lo que leyeron en su infancia, a los tebeos de quiosco y poco más"?
-Eso es una evidencia. La gente no ha vuelto a leer un tebeo desde que eran niños. Siguen pensando que se hace lo mismo, y por la portada tú no puedes saber qué interés tiene eso para ti, qué tipo de narración te presenta o cuáles son las inspiraciones literarias y la calidad gráfica. Es una cuestión de ignorancia. No lo digo en el sentido peyorativo. Lo que necesitamos son nuevos lectores. El público del cómic en España es fiel y apasionado, pero minoritario.
-¿Qué es para usted un tebeo bien dibujado?
-El dibujo debe estar adecuado a la historia que se está contando. Hace tiempo participé en un jurado y le dimos el premio a un cómic donde el dibujo de por sí era feo y torpe. Pero estaba tan perfectamente adecuado a la narración que le dimos el premio.
-Munuera me dio el ejemplo de 'Maus'.
-Es un ejemplo estupendo. Sería una sandez decir que este cómic está mal dibujado. Cuando acabas el libro no piensas que el dibujo es feíllo, sino que has leído una historia genial. El dibujo me ha contado una historia genial. Eso es todo lo que importa.
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