Lo tracendente en el arte
Paco es un artista de todos los sitios como su pintura es atemporal, sin constreñidos sistemas que la encasillen y la hagan menos actuante
Afortunadamente el término clásico en lo artístico no posee la contraria connotación que ha poseído hasta hace bien poco. Lo clásico se tenía como aquello que no gozaba interés para los planteamientos de la modernidad y que sus formulaciones asumían sólo los estrictos postulados de un acendrado conservadurismo. Era tal el deseo de desterrar las viejas circunstancias porque se creía que lo clásico que poseía lo tradicional, era la base sustentante de lo que se consideraba retrogrado y pernicioso y, por tanto, contrario a ese ejercicio que adoptaba posiciones sin referencias a lo antiguo; en definitiva, los asuntos que comportaba la ansiada contemporaneidad. Todo esto tenía cono absurda consecuencia que muchos buenos registros con posturas muy sustentadas en una técnica poderosa y bien asumida conceptualmente, eran tildados y, si no rechazados, sí mirados contrariamente y desterrados a los abismos profundos de lo caduco y con poca conciencia de modernidad. Tales posturas encontradas sólo servían para que muchas formulaciones quedaran ancladas en un tablero de donde el juego no aceptaba tablas; tales imposiciones dictatoriales por las instancias interesadas de los santones del arte, embaucadores sin remedio, dejaban en un segundo plano la creación avalada por ese clasicismo poderoso y muy capacitado para todo. Poco a poco, la sensatez se ha impuesto; los espurios criterios de los manipuladores de lo artístico atemperaban sus posiciones y se empezaba, poco a poco, a ver con mejores ojos la pintura y la escultura bien sustentada por el rigor y la solvencia creativa. La frase genial del torero Rafael El Guerra, cuando le preguntaron que qué era para él lo clásico, contestó, sin dudarlo: clazico é lo que no se pué asé mejon. Efectivamente: la razón absoluta. Lo clásico no tiene nada que ver con posiciones encontradas entre lo nuevo y lo que proviene de la tradición.
¿Se puede poner en duda la pintura de Paco Lagares en torno a esta cuestión? Ella es clásica por moderna; moderna por clásica, no tiene tiempo ni edad. Es, absolutamente, eterna. Sin disquisiciones; sabía en el fondo y en la forma; solvente por partir de un concepto plástico superior; máxima porque plantea los valores seguros de la gran pintura de siempre.
Paco Lagares es uno de los artistas de Granada de siempre -aunque o haya nacido en Granada y lo haya hecho en Madrid- . Forma para de ese gran número de artistas de otros lados que han sido el verdadero venero de la creación granadina; algunos más que los puramente granadinos de nacimiento. O no es granadino, Juan Manuel Brazam, Carmelo Trenado, Vicente Brito, Pedro Osakar, Julio Juste... o los más nuevos que llegando de otros pueblos, llenan la realidad artística granadina: Santiago Ydáñez, Juan Francisco Casas, Ángela Agrela, Paloma Gámez, Jacobo Castellano, José Miguel Chico López, Jesús Zurita, Simón Zábell y un larguísimo etcétera. Paco es un artista de todos los sitios como su pintura es atemporal, sin constreñidos sistemas que la encasillen y la hagan menos actuante. Sin embargo, nosotros lo tenemos de aquí porque aquí ha actuado dando sentido a una profesión y ampliando las miras de unos alumnos que, habrán captado la mejor esencia del arte. A Paco la Lagares la sutileza es la definición de su trabajo . Por su pintura transcurre la silente proporción de la belleza. Esos recipientes que nos retrotraen a las bellas vasijas de otros tiempos, con esos clores que rescatan las claridades el olvido, con esas argumentaciones que dotan de sordina al realidad, con esos dorados -protagonistas esenciales de toda la exposición-, el artista nos sitúa ante aquellos pretéritos que siempre han sido presentes y que no van a tener futuros inestables. Su pintura es eterna y el tiempo se ha quedado impregnado en la belleza absoluta de una realidad que está magnificada con la más sutil energía. En la pintura pausada de eternidades de Paco; lo mismo que en su expresionistas dibujos, la esencia del tiempo ha sido detenida. Todo transcurre sobriamente descrito, sin alternancias, con colores llenos de magia que; aun, atemperan los registros del tiempo. En su pintura nos encontramos justos y exactos planteamientos que contienen efluvios del mejor renacimiento o de la preclara contundencia de Morandi.
SALOMÉ drama en un acto. Oscar Wilde
(Los esclavos apagan las antorchas.
Desaparecen las estrellas. Un gran nubarrón pasa
por delante de la luna y la cubre completamente.
En la escena reina oscuridad absoluta.
El tetrarca empieza a subir la escalera)
SALOMÉ (Con voz apagada):
-¡Ah! He besado tu boca, Jokanaan. ¡Ah!
He besado tu boca; había en tus labios
un sabor amargo. ¿sería sabor a sangre? No.
A caso supiese a amor… Dicen que el amor tiene
un sabor amargo… Pero, ¿qué más da?,
¿qué más da? He besado tu boca, Jokanaan.
He besado tu boca.
(Asoma de nuevo la luna por entre las nubes e ilumina la figura de Salomé)
HERODES (Volviéndose):
-¡Matad a esa mujer!
(Los soldados se precipitan sobre Salomé y sepultan
bajo sus rodelas a Salomé, hija de Herodías,
princesa de Judea)
TELÓN RÁPIDO
Pero Paco Lagares no sólo es un pintor de bellas esencias, de representaciones que trascienden lo real y se posicionan en estamentos de mágica verdad; es, también, un escultor de objetos llenos de poesía que rebasan su propia realidad de cosa para buscar nuevos estamentos llenos de pureza artística, verdad estructural y sabio concepto de la pureza del arte. En este sentido, la escultura o como en la intervención especial que hace en La Empírica se convierten en bellos poemas visuales, metáforas de ,lo real, de lo presentido, asuntos que dejan su inmediatez para buscar rutas que acercan a espacios de suprema poética. Obras que trascienden más allá del sentido representativo para posicionarse en un nuevo estamento donde el concepto genera asuntos de muy dispar naturaleza, siempre con ese bello sentido de la más amplia pureza artística.
De nuevo, la obra de Paco Lagares emociona y nos lleva a los espacios mediatos dende la realidad ofrece una cara infinitamente más bella y trascendente.
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