Ursaria: “Ser madrileño es una cosa muy compleja, pero se aprende a convivir con ese trauma”
El grupo actuará el viernes en el auditorio Enrique Morente dentro del marco del Parapandafolk, junto al cantautor murciano Juan José Robles
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Granada/Ursaria es una banda madrileña de folk. O una banda de folk madrileño. Que no solamente hace música ‘desde’ Madrid, sino que, además, hace música ‘de’ Madrid. La constituyen Sonia Loaysa, Daniel Martín e Ismael Clemente, un proyecto que trabaja sobre la base de la música tradicional madrileña de manera exhaustiva, con la convicción de reivindicar el folclore del lugar en el que viven. De hecho, para ellos el folk es un fenómeno netamente urbano, más allá del prejuicio de que la provincia de Madrid no tiene folclore propio. Actúan el viernes en el Parapandafolk, auditorio, Enrique Morente, junto al cantautor folk murciano Juan José Robles. Entrada libre.
Pregunta.Le dedican una canción a las gallinejas y los entresijos… ¿la gastronomía y la música siempre han ido unidos, sobre todo en tiempos difíciles?
Respuesta.¡Por supuesto! La gastronomía también es cultura popular y es folklore. Y todo lo que anda rebozado con el pueblo, el pueblo llano, la gente de verdad (a nosotros nos gusta decir “el populacho”, con mucho orgullo), todo eso le rinde cuentas al hambre… La gastronomía de Madrid es una gastronomía de un pueblo que ha pasado hambre. Pero no un hambre cualquiera: hambre de verdad. Es la gastronomía de una ciudad que pasó auténticas hambrunas en el XIX. Y en el XVII. Una ciudad de pícaros y buscavidas. De expulsados del sistema. Una ciudad sitiada por las bombas durante dos años y medio en nuestra última guerra, donde desaparecieron de repente los gatos de las calles y las ratas de las alcantarillas… donde la gente comía mondas de patata y lamia el cuero de los cinturones. Todo lo que en Madrid tiene que ver con comer se basa en el despojo. En la casquería gorda. Callos, entresijos, gallinejas, tiras, botones… Y ese cuscús moruno hecho con sobras, al que llaman cocido.
P.Vemos sus vídeos y tienen a bien hacer una puesta en escena muy teatral…
R.Los espectáculos de Ursaria realmente no son conciertos. Son funciones. Todo tiene una carga dramatúrgica muy potente. Lo entendimos así desde el principio. La gente que venga a vernos no va a escuchar canciones, va a contemplar números musicales. Y poesía. Mucha poesía.
P.Y con no poco contenido humorístico… ¿Es parte de la felicidad?
R.Claro. El humor en general está muy denostado, no sabemos por qué. Pero el humor denota más inteligencia que el drama. El sentido del humor es el más delicado de todos los sentidos. El que necesita más trabajo. Y cualquier mensaje, aunque sea doloroso, se entiende mejor, y con más amplitud de miras, a través de la risa.
P.Por cierto, libro-disco “libro-disco ‘Sexo, churros y espiritismo’ con 600 páginas
R.Se nos fue de las manos. El primer libro disco tenía casi 400. Pero se lee de manera muy fácil. Son relatos cortos e historias que enganchan desde el primer párrafo. Donde se mezclan realidad y ficción para conformar un precioso collage. Estamos muy satisfechos. La parte literaria del grupo tiene tanta importancia como la musical.
P.Dicen que son “nietos del campo e hijos del descampado” y me parece una radiografía perfecta de tantos y tantos habitantes de las ciudades…
R.No lo dices solamente tú, sino muchísima gente, muchos madrileños y madrileñas que se han sentido identificados con esta frase. Porque les atraviesa como una verdad irrefutable. Somos nietos del campo. Si. Nuestros padres y abuelos, desertores del arado, se bajaron del coche de línea un día con la maleta de cartón al hombro. Y ese día se convirtieron en unos expatriados, pero nosotros crecimos en un territorio distinto, inhóspito. El intersticio urbano. Que ni es campo ni es del todo ciudad. Es el puñetero baldío. El descampado. Somos ciertamente unos apátridas. El trabajo de Ursaria consiste en hacer que la gente se enorgullezca de este sentimiento. El de no saber quién eres. Y ayudarles en la búsqueda de su yo. Ser madrileño es una cosa muy compleja. Pero se aprende a convivir con ese trauma.
P.También que el folk es una ‘música urbana’ ¡creía que eso era patrimonio de raperos y reguetoneros!
R.El folk, esa música que toma las músicas de tradición oral y las reinterpreta, es sin duda una mirada urbana. Son los urbanitas aproximándose al medio rural, intentando comprenderlo, explicando esa música a su manera. De una manera urbana. Claro.
P.¿Con los años el reguetón será también folclore como la seguiriya o no llegará tanto?
R.Muy probablemente. Por qué no. La gente ahora tiene unos prejuicios que nuestros antepasados no tenían sobre esto. La cultura popular es permeable, es líquida y es gaseosa, se mueve en todas direcciones. Y fluye por el éter. Esto hace posible que existan danzas de paloteos en Castilla basadas en melodías de cuplés sicalípticos. Lo importante no es el qué, sino la manera en que te identificas con ello. Si dentro de 100 años alguien escucha el reguetón y lo siente suyo, se reconocen en ello, y se siente telúrica y espiritualmente atravesados por ello, entonces podríamos seguramente decir que ese también es “su folclore”.
P.¿Cómo es un concierto de Ursaria?
R.No se puede explicar. Hay que vivirlo. Y esto no es un reclamo publicitario. Realmente no sabemos explicarlo. Puede ocurrir cualquier cosa. En ocasiones, incluso, la gente acaba desnuda. En pelotas. No es una broma.
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