Vetusta Morla: inauditos en los Jardines del Generalife

El grupo madrileño abre la segunda entrega de la temporada de los conciertos del Festival 1001 Músicas en el que fue el penúltimo show de la banda antes de su anunciado parón

Vetusta Morla inaugura las noches de septiembre de 1001 Músicas

Pucho, líder de Vetusta Morla, en el arranque del concierto del 1001 Músicas
Pucho, líder de Vetusta Morla, en el arranque del concierto del 1001 Músicas / Antonio L. Juárez / Photographerssports

Granada/Qué raro fue el concierto de anoche (bueno, viernes noche para el lector) de Vetusta Morla en los Jardines del Generalife. Fue como en Los Días Raros. Se despedían pero a la vez abrían las manos para volver, otra vez, a esa Granada en la que hicieron su primer festival con Zahara allá por 2008 en La Telonera de Armilla. Suena a vestusto, sí, a antiguo, a que ha llovido, que ha pasado toda una vida donde la única constante es que Pucho, Indio, Jorge, Guille, Juanma y Álvaro seguían ahi, creando himnos para todos sus fans. Los madrileños se dan un paréntesis. Durará lo que tenga que durar, pero en el entorno mágico de la Alhambra se empeñaron en dejar claro que regresarán.

Fue raro por esa sensación de decir adiós ma non troppo, por un repertorio equilibrado, combinando los temas de su nuevo álbum con los clásicos. Pucho, el vocalista, trató de explicar el concierto que iban a dar en esa segunda entrega del Festival 1001 Músicas, que tiene como escenario el Teatro del Generalife, con todo el peso simbólico que conlleva. Un disco Figurantes donde han ido colando poco a poco los temas que en él, precisamente, figuran, pero donde se echó de menos la redonda Catedrales, que abría el bis final pero que se perdió traspapelada en un speech de su líder contando historias del "abuelo Cebolletas" de sus primeras veces por Granada, de aquel concierto casi a dúo con Lori Meyers en el Coliseo de Atarfe, y de cómo, tras "una o dos cervezas", un Guardia Civil obvió la lata de bebida que Álvaro tenía puesta en el salpicadero de la furgoneta cuando "aún conducíamos nosotros".

Concierto de Vetusta Morla en el Festival 1001 Músicas en el Generalife en Granada
Concierto de Vetusta Morla en el Festival 1001 Músicas en el Generalife en Granada / Antonio L. Juárez / Photographerssports

Arrancaron con Puentes, canción de arranque del nuevo disco, del que desgranaron buena parte de sus temas, para seguir con El discurso del Rey, Fiesta mayor y Golpe maestro, quizás un inicio que no terminó de enganchar ya que aún había asistentes buscando sus asientos. Y es que, quizás, eso de estar sentado en un concierto de Vetusta Morla, no sea la mejor manera de disfrutarlo. Tampoco era un público de festival. Hasta algún recién nacido se vio en ese graderío que puede albergar poco menos de 2.000 espectadores. Ni mucho menos la cantidad de gente es la misma que, por ejemplo, en un Granada Sound, donde actuaron el año pasado al igual que en 2021, que Granada Sound postpandemia y a las puertas de la Navidad. De hecho, Pucho se acordó en su repaso de visitas a la ciudad. Aquella vez todos nos preguntamos "cómo aguantaba en manga corta". Aguantó, pero pasó frío. Si se acuerda...

Pucho se detuvo a hablar de la singularidad del Generalife, un lugar para actuar "inédito" en sus carreras, y del que no dudó en calificar como "una de las putas maravillas del mundo". Y en el fondo, todo fue inédito en sus casi dos horas de show, en el que fue el antepenúltimo de su gira 2024. Ya solo quedan dos para que los madrileños silencien durante un rato sus guitarras.

Concierto de Vetusta Morla en el Festival 1001 Músicas en el Generalife en Granada
Concierto de Vetusta Morla en el Festival 1001 Músicas en el Generalife en Granada / Antonio L. Juárez / Photographerssports

El segundo bloque culminó con Finisterre después de repasar Figurantes, Un día en el mundo, levantar a la gente de sus asientos con La Virgen de la Humanidad, y seguir con Cosas que hacer y El hombre del saco. En el tercero, el más largo, sonaron once temas con Consejo de sabios, el siempre recurrente viaje a Copenhague, y la desacarada Valiente. El segmento se paró con La cuadratura del círculo, que culminó con un largo instrumental onírico propio de Vetusta que hizo mágica la noche.

Pero quedaba mucho. Y a los fans les faltaba mucho. El bis fue corto. Se inició con la contradictoriamente cálida Cuarteles de invierno y acabar, como siempre, con ese himno que es Los días raros. Aunque esta vez faltó el castillo de fuegos artificiales final y miles, miles y miles de gargantas gritando "¡oooooh!". El entorno no lo permitía. Y es que sí, faltaron muchos de sus grandes temas como Maldita dulzura, Fuego, Saharabbey Road o 23 de junio, por poner algunas de las que más gustan siempre al público. Pero está bien que dejen a la gente con la miel en los labios. Así hay motivos para regresar. Cuando decidan. Aquí estaremos esperando. Mientras tanto, los días se harán raros.

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