El vibrato que todos llevan dentro
La violinista Isabel Mellado publica su primera novela, un delicioso relato sobre la vida de una instrumentista desde su niñez
"La música es una especie de religión. Te protege mucho"
Granada/La RAE define vibrato como "una ondulación del sonido producida por una vibración ligera del tono". Cuando la violinista chilena Isabel Mellado, autora de un libro con el mismo nombre que se presentó la semana pasada en la Biblioteca de Andalucía, lo explica, uno lo entiende mucho mejor -así ocurre con más términos musicales a lo largo de la entrevista-: "Es una desafinación programada, una imperfección voluntaria, pero que produce belleza". La escritora considera "importante" que la protagonista de Vibrato (Alfaguara, 2018), una violinista profesional que crece en una familia disfuncional con un padre alcohólico, y en una dictadura -la de Pinochet en Chile-, asuma precisamente que "en el arte hay otro tipo de temblor voluntario que produce belleza".
La novela, "escrita en un tono medio existencial pero también sibarita y con humor", arranca en la niñez de la protagonista, llamada Clara, cuando inicia sus clases de violín en el conservatorio. "En otros idiomas tocar un violín es jugar dijo el profesor. Jugar con tiempo era mejor aún que jugar con tierra", escribe Mellado, que opina que "la música y la literatura son disciplinas muy similares, y se alimentan la una a la otra". Las dos requieren de "la obsesión humana, del deseo de perfección -el mismo que siente la propia protagonista durante todo el relato-, y trabajan con el ritmo y el sonido".
El lector, conforme devora el libro, puede establecer varios paralelismo entre la vida de Clara y la de violinista afincada en Granada. "Es cierto que tenemos muchas cosas en común: nos gusta la misma música, hemos vivido en los mismo países -Chile, Alemania y España- y hemos vivido una dictadura. Para mí era importante plasmar el estudio de campo que he hecho durante estos años tocando música. Es bueno escribir sobre lo que uno sabe, pero también de lo que debo y quiero aprender aún", reconoce la autora de esta novela, que es "memoria y también creación, que potencia mucho la vida; además, cuando escribo puede ejercer mi propia voz".
Apasionada estudiante de violín en el conservatorio de Santiago de Chile, Clara crece en un territorio hecho de música, violencia y silencios, junto a un hermano al que la música y la dictadura han vuelto loco, y con la sola compañía de una calavera llamada Gerundia. La primera parte de la novela muestra de manera explícita la huella terrible del régimen tiránico y militar de Pinochet en el país y en su autora, que hizo de la música "un resguardo" en esos momentos. "Es una especie de religión. Te protege mucho", señala con gran acierto.
La violinista con dos libros publicados -el primero de cuentos- tuvo claro desde el principio lo que quería que fuese Vibrato: "una ola al oído, una novela donde el personaje principal en el fondo fuera el sonido". Mellado escarba también en "el funcionamiento del mundo de la música, que es bastante hermético y muy transversal" y en los propios músicos, "seres desclasados que un día están tocando en una gran orquesta y al día siguiente en una boda o en un funeral".
La escritora acerca así la música clásica, "que no debería ser elitista a estas alturas", a los lectores, que encontrarán en Vibrato "una partitura sensorial sin afán didáctico, el viaje iniciático del músico, con sus delicias, su contexto y sus crisis". El libro, subraya, "no es sólo para músicos, sino para gente que se ha quedado en el camino; habla de la hermandad, de la búsqueda del amor y sus sucedáneos, del desarraigo, de encontrar tu lugar en el mundo, aunque sea en una orquesta".
Además, la novela incluye "pequeños regalos al lector", en forma de cartas y dibujos originales como un poema de Jorge Teillier que Mellado recibió por su noveno cumpleaños o un dibujo de Rodrigo Lira. "Son guiños de que en la novela caben muchas cosas como el género epistolar o los ensayos", apunta la escritora.
Cuando por fin llega a Europa para tocar en la Orquesta Sinfónica de Berlín, la protagonista se enfrentará a las partituras desconocidas de sí misma y del amor. "No hay grupo, conglomerado de gente, que no sea disfuncional. Uno es disfuncional incluso con uno mismo. No creo en la aparente normalidad. En una orquesta, en un país, incluso en una pareja hay cierta disfuncionalidad y eso es literario", afirma la letraherida chilena que es capaz de encontrar la palabras exactas para describir su vibrato vital, y en el fondo, el de cualquiera que se haya exiliado para buscar un mejor porvenir, haya temblado con la música, se haya obsesionado con una vocación, y haya amado.
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