Mi vida, me temo, son los tebeos

La editorial Astiberri ha publicado los dos últimos libros de José Luis Munuera, un artista murciano afincado en Granada, autor de 'Las aventuras de Spirou y Fantasio' y 'El juego de la luna'

Mi vida, me temo, son los tebeos
Mi vida, me temo, son los tebeos

20 de mayo 2012 - 05:00

Con escasos meses de diferencia, el sello Astiberri ha puesto en las librerías los dos últimos libros firmados por José Luis Munuera: un opúsculo en el que reflexiona sobre la profesión, Oficio: dibujante, y un álbum, Fraternity, basada en un guión de Juan Díaz Canales; es decir, sendas lecciones de teoría y práctica sobre este entrañable arte del tebeo (que es el término privilegiado por el autor en su ensayo). José Luis Munuera ha alcanzado ese punto en el cual, tras mucho contar, le toca contarse. Ahora bien, en vista de la bonanza actual del "tebeo autobiográfico", de él habríamos esperado una confesión en clave tebeística; en Oficio: dibujante reconoce que estuvo dándole vueltas a dicha posibilidad: "Y lo que me salió fue la imagen de un tocho de ciento veinte páginas con un tipo sentado delante de su mesa de dibujo en calzoncillos, viñeta tras viñeta. Delante de la mesa en calzoncillos por la mañana. Delante de la mesa en calzoncillos a media tarde. Delante de la mesa en calzoncillos del canto del grillo al del gallo, día sí y día también". De modo que acabó decantándose por reunir un haz de textos dispersos y escribir otros en el doble (y noble) empeño de explicar su arte y explicarse como artista.

Confieso que siempre me ha producido un hondo placer el escuchar a la gente cuando habla de su trabajo, máxime si la persona en cuestión demuestra haber reflexionado profundamente sobre ello. De Oficio: dibujante recomiendo el capítulo ¡Dibujar tebeos es fácil, si sabes cómo! dedicado enteramente a cuestiones de lenguaje. El repaso empieza con el reconocimiento de la bastardía del medio: "El tebeo es un lenguaje bastardo. No es ni pura imagen ni pura literatura; como la literatura cuenta historias sirviéndose de palabras, pero ofrece además una interpretación puramente plástica de esa historia a través del dibujo". El mejor tebeo ofrecería no ya un equilibrio, sino una simbiosis perfecta entre ambas. José Luis Munuera insiste en la "legibilidad" del texto, lo cual dice muchísimo a su favor: "El autor debe pensar continuamente en el lector", escribe, ya para darle gusto, ya para anticiparse a sus expectativas, o crearlas, y manipularlas, según la ocasión, satisfaciéndolas o frustrándolas. La elipsis, un elemento constituyente de la narración gráfica, juega un papel determinante al respecto: "La elipsis es ese espacio en blanco entre viñeta y viñeta en el que no hay nada dibujado, un espacio mágico que pertenece exclusivamente al lector, en el que la imaginación del receptor del mensaje compone los elementos que el autor no expresa de forma explícita". Por esto, la lectura de tebeos exige un lector activo, un lector inquieto, un lector imaginativo.

En Oficio: dibujante se incluye un capítulo dedicado a la génesis de Fraternity, su último álbum. Todo empezó años atrás, cuando José Luis Munuera conoció a Juan Díaz Canales, recién salido éste del primer volumen de Blacksad, escrito por él e ilustrado por el granadino Juan José Guarnido. El dibujante y el guionista se cayeron bien de inmediato y, en este mundillo, de ahí a colaborar juntos apenas media un paso. A mediados de 2008, Munuera empezó a mover una insólita historia de monstruos ambientada en la Guerra de Secesión norteamericana. Después de que Díaz Canales elaborara hasta cuatro versiones diferentes del guión, explica, "Hubo que decidir si se hacían dos tebeos o uno gordo, y ganó el sentido común y la practicidad. Hubo que ver si se hacía en color, y apareció Sedyas y nos dejó patidifusos con lo bien que entendía el sentido del color en esta historia. Hubo tentativas gráficas más o menos acertadas, más o menos caricaturescas […] y un dibujante preguntón diciendo todo lo que le pasaba por la cabeza sin el menor filtro intelectual".

La historia transcurre en 1863, en una colonia que vive en régimen comunitario, aislada, mientras el país se enfrenta, Norte contra Sur, en una guerra implacable. El contexto histórico no es casual: la lucha fratricida representa a gran escala el derrumbe, a pequeña escala, del proyecto utópico. En New Fraternity, fundada por un millonario idealista ya anciano, se escucha cada vez más fuerte las voces de quienes temen haber atentado contra el gran proyecto de Dios al preferir un camino alternativo. El miedo sería el gran protagonista de la historia. En los bosques circundantes vive una criatura monstruosa, que confirmaría los recelos de los aldeanos, aunque lo que se presentaba como demonio se revele finalmente ángel custodio de un niño criado en estado salvaje. Entre Rousseau y Joseph Conrad, entre Edgar Allan Poe y Mark Twain, Fraternity se beneficia del apasionamiento como dibujante de José Luis Munuera, una nota común en los trabajos suyos que conozco. No exagera en absoluto cuando, en Oficio: dibujante, confiesa: "Mi vida, me temo, son los tebeos".

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