La Rayuela
Lola Quero
Tierra de espías
Joaquín Sabina. Músico
Joaquín Sabina, que en ocasiones se ha jactado de no ir ni a sus propios conciertos, no ha faltado nunca a su compromiso con Jesús Maraña y lo ha acompañado escribiendo versos para sus diferentes proyectos: Interviú, Público y ahora Tintalibre. Lleva más de cuatro años sin publicar un disco -con la excepción de La orquesta del Titanic con Joan Manuel Serrat- pero en abril regresará con un nuevo trabajo del que ya tiene seis o siete canciones con las que está entusiasmado, homenaje incluido a J.J. Cale junto a Rubén Pozo, el 50 por ciento de Pereza. En unas semanas cumple 65 años pero se niega a hacer balance -"eso es para los contables de los bancos"- pese a que lleva media vida resumiendo su vida en sus canciones.
-Cuando escribía sus versos para Interviú su página estaba emparedada entre las tetas de la portada y el reportaje de Juan José Millás. En Tintalibre no tiene esa suerte...
-Me sentía muy cómodo y muy abrigado detrás de las tetas de la portada de Interviú, pero estaba en esa revista por las mismas razones por las que estoy en Tintalibre, por mi admiración y mi respeto hacia Jesús Maraña, con el que estuve también en Público. Lo que ocurre es que cada vez que él se cambia de periódico yo me mudo con él, pero me bajan el sueldo. Estoy dispuesto a arrimar el hombro porque me parece que ocupan un espacio que desde que desapareció Público no ocupaba nadie y que me parece absolutamente necesario.
-Pero a usted que le manden la revista en papel, porque de internet ni hablamos...
-Soy un analfabeto de internet, por lo que le dije a Jesús que yo escribía en lo de papel. Pero es un formato moderno, muy literario y nada pelmazo. En cuando a la edición digital no le puedo hablar, pero sé las primicias que dan, lo que se habla en las tertulias y lo que me cuenta la gente.
-Hace unos días anunció en la presentación de un libro que seguramente publicará un disco nuevo en abril, con lo que el calendario sabinero recupera un mes robado. ¿Tiene ya avanzadas las canciones?
-A lo largo del año voy amontonando versos y trozos de canciones en los cajones y cuando acabé la gira con Serrat me encontré con bastante material que me anima bastante. Estamos ya haciendo maquetas y seguramente para abril habrá un disco nuevo. Tenemos ya seis o siete canciones que nos gustan bastante.
-Sus discos siempre son un fiel reflejo de sus diferentes momentos vitales, ¿va a ser un disco apacible?
-Eso no se sabe todavía, pero no me gustaría que fuera un disco muy apacible, de hecho me gustan más las cosas un poco inquietantes. Además, si uno quiere reflejar un poco su tiempo y lo que vive, lo que nos rodea no es demasiado apacible. Lo importante de los discos es si las canciones tienen la intensidad suficiente para no ser una más.
-Su anterior disco en solitario, Vinagre y rosas, tenía un punto Rolling con la presencia de Pereza, con temas para ser vitoreados en los estadios. ¿Va a intentar repetir esto o de momento tiene entre manos un trabajo más oscuro como Alivio de luto?
-No lo sé, pero la mitad sí porque ya he hecho una canción con Rubén Pozo, de Pereza. Los dos éramos muy fans de J.J. Cale, que murió, así que en Rota, junto a Benjamín Prado también, le hicimos un homenaje entre los tres. Hay medio Pereza en el disco.
-¿Se ha rodeado entonces de su guardia pretoriana de poetas?
-Hasta ahora sólo Benjamín en la de J.J. Cale, pero Luis [García Montero] creo que anda por ahí poniéndome cuernos con otros cantantes, pero pienso darle el coñazo a ver si lo mejor me lo da a mí.
-Dice que 19 días y 500 noches fue un proceso de composición muy febril; ahora, en el documental El símbolo y el cuate, se le veía muy modosito componiendo con su cervecita y su pantalón corto, con Juan Manuel Serrat y frente al mar... Son dos formas bien diferentes de trabajar...
-Es que Joan Manuel me sigue inspirando un enorme respeto y me acojono un poco, así que cuando compongo con él trato de no hacer demasiados disparates, que sí los hago cuando compongo para mí. Lo que sí hago es trabajar sin prisas y con todo el tiempo del mundo, tengo un pequeño estudio en casa al que vienen los músicos y es un proceso que, si bien me gustaría que fuera algo más virulento, me reconforta.
-Sobre su última gira con Joan Manuel Serrat, se le ve aceptando un discreto segundo plano, dejándole a él el peso de las entrevistas y de la gira. ¿Comodidad?
-Es por el respeto que le tengo desde los 16 años y el inmenso placer que significa subirme al escenario con él. También por no tocarle demasiado los cojones.
-Con Vinagre y rosas ya comenzó a hablar de la retirada; Últimamente también va diciendo que le gustaría una despedida a lo Miguel Ríos... Consuele a sus seguidores y diga que es una estrategia de marketing.
-No es marketing ni lo contrario, lo que pasa es que soy un bocazas y en entrevistas largas, si me preguntan si alguna vez he pensado en la retirada, pues claro que he pensado. Eso no quiere decir que lo vaya a hacer ya, ni este año ni el que viene, lo que ocurre es que ya sabe como sois los periodistas, si os doy un titular no lo despreciáis.
-En el concierto de las Ventas de 2010, después de la actuación, nada más entrar al local en el que se reunió con sus amigos exclamó: "Una ya está mayor para Las Ventas". De hecho, no dejaba traslucir ni por asomo el subidón de adrenalina que debe ser actuar ante 20.000 personas. ¿Está curado de espanto?
-Para ese tipo de cosas, plazas de toros y eso, es verdad que uno se siente mayor, pero con el pedazo de crisis que está cayendo uno se siente en la obligación de hacer este tipo de cosas si te llaman. No quiero adoptar una postura pedante y estirada y despreciar estos conciertos. Y curado de espanto para nada, uno está cada vez más estupefacto y más endemoniado con lo que ve alrededor, no estoy de vuelta de nada, al revés. Tengo muchas etapas de ida, pero ninguna de vuelta.
-El próximo 12 de febrero cumple 65, una cifra redonda. En realidad su vida está resumida de alguna manera en sus canciones pero, ¿se atreve a hacer un balance?
-No, los balances se los dejo a los contables de los bancos, soy muy malo para los números.
-¿Le han dado ganas de irse a Gamonal a prenderle fuego a algún cubo de basura?
-Uno tiene un corazón levantisco y airado y siempre que hay Gamonales o un 15-M se me enciende una lucecita que me calienta y me abriga. Me gusta ver a la gente en la calle demostrando que en la calle se puede ganar un pulso al alcalde.
-"Cuando era más joven me he visto esposado delante de un juez", escribió en Cuando era más joven. Quién le iba a decir que el pasado verano iba a acabar de nuevo esposado...
-Eso fue una cabronada de Luis García Montero y de dos guardias civiles a los que no he denunciando, pero que tendrían que estar en la cárcel. No sólo me esposaron para gastarme una broma, es que perdieron la llave y me tuvieron media hora esposado como un gilipollas en El Puerto de Santa María mientras iban a comisaría a por la llave.
-Hay una ruta turística por el Madrid de Sabina que tiene una parada enfrente de su casa para que la fotografíen los turistas como quien le hace una foto a la Cibeles. Por otro lado, ha hecho tantas entrevistas en su casa que ya es casi tan conocida como la de la Preysler...
-No tienes más remedio que convivir con eso, es verdad que pasa gente, saben que vivo allí y a veces tocan el timbre, no me queda otra. Por otro lado, hago las entrevistas en casa porque me gusta, me gusta mi barrio, Tirso de Molina, que es absolutamente multicultural. Yo vivo en la frontera del Magreb, de Ecuador... Tampoco salgo mucho a la calle, así que prefiero hacer las entrevistas en casa, casi en pijama.
-Pero ya no pasan las parroquianas por el famoso confesionario que compró en un anticuario...
-El confesionario me lo llevé a Rota, pero por casa siguen pasando parroquianos y parroquianas, entre otras cosas porque tengo un bar cojonudo.
-Sin embargo, el libro de Benjamín Prado sobre cómo se compuso Vinagre y rosas desmiente esta apariencia de ermitaño con jugosas anécdotas en ciertos clubs de Praga. De hecho, sus íntimos cuentan algunas historias que no salieron en el libro...
-Ese libro pasó una rigurosa censura previa.
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