José Prados Osuna

Carta abierta a Juanma Moreno: "El asunto del agua en Andalucía"

Tribuna

En España se ha repartido muy mal el agua, y en Andalucía peor, desde la olvidada Almería hasta la abundancia con la que se gasta el agua en provincias donde no la hay o en cultivos que dilapidan el escaso recurso

Presa de Béznar
Presa de Béznar / Alba Feixas

17 de septiembre 2022 - 12:48

Permítame que me dirija a usted llamándole señor presidente, aunque sé que le gusta que le llamen Juanma. Ese título de campechanía le ha venido bien en la cosecha de votos, pero a la hora de la verdad la campechanía sobra para centrarse en la seriedad y en el respeto. No me disgusta su sonrisa permanente, me parece bien lo que dice cuando se acerca a la gente, pero no me parece bien que cambie el discurso cuando se le pone por delante su señora Ayuso y utilice los principios “tabernianos” en la Comunidad Autónoma que preside. Con una Ínsula de Barataria, ya tenemos más que suficiente para inmortalizar a Cervantes.

El caso es que viene desde hace algún tiempo manifestando su preocupación por el asunto del agua en Andalucía. Este problema es de trascendencia histórica, reflejado en los anales, desde que D. Lucas Mallada, precursor del insigne D. Joaquín Costa, dijo en su libro Los males de la patria, que España sufre grandes sequias y grandes escorrentías. Si nos anticipamos en el tiempo, ya los romanos advirtieron que la provincia de Hispania, con una riqueza potencial enorme, necesitaba una consideración especial del uso del agua para abastecer a los asentamientos urbanos. Durante la dominación árabe, la tecnología del agua se descubre en los sistemas de riesgo a la agricultura que aún hoy permanecen activos en amplias zonas de la región que Ud. preside.

La cosa hubiera ido mejor si nuestros admirados gobernantes, tan en boga patriótica hoy día como el Señor Carlos I o su hijo Don Felipe II, hubieran copiado de Francia y hubieran vertebrado España de canales según el modelo francés y no hubieran empobrecido nuestro país con multitud de guerras de intereses dinásticos, religiosos o imperiales, como la de Flandes que a nosotros ni nos iban ni nos venían.

El caso es que esta situación se ha venido manteniendo a lo largo de los siglos, pero que hoy se ve agravada por el cambio climático, que toda la comunidad científica mundial ya ha asegurado, aunque bastantes miembros de su partido niegan con los mismos argumentos que los terraplanistas o los antivacunas a pesar de la evidencia contrastada. La contrastación de la evidencia se comprueba en que usted anda preocupado por el asunto, a pesar de los graves bandeos conceptuales y legales en los que ha incurrido con la pretendida legalización de los ladrones del agua y la consiguiente reprimenda que le ha hecho la OCDE y el Gobierno de la Unión Europea. Es decir, hasta hace muy poco usted no lo tenía claro.

Tampoco debían tenerlo claro los agricultores de la Axarquía malagueña, cuando en diciembre pasado les prometió un trasvase de agua de la presa de Rules al pantano de la Viñuela, olvidando o desconociendo que los agricultores de la Costa Tropical llevan más de 10 años esperando del Gobierno Central las obras de canalización de las presas de Rules y de Béznar que les permita regar sus tierras al igual que sus paisanos malagueños lo vienen haciendo desde hace muchos años con el embalse de La Viñuela, lo que les ha permitido beneficiarse desde hace tiempo de esas infraestructuras.

No olvide, señor presidente, que esas presas son de titularidad estatal una y autonómica la otra y la ordenación de esas operaciones se debe hacer en mutua colaboración y que el señor Rajoy ha estado gobernando nuestros país durante ocho años y que su compañero de Motril Don Carlos Rojas ha estado muy cercano al Gobierno central y muy distante de sus votantes de la Costa. Estos aspectos, ante la desnudez, le han hecho decir, paradójicamente al estilo “ayusiano”, que la culpa de la sequía de Andalucía la tiene el señor Sánchez.

Haciendo abstracción de la búsqueda de culpables, lo cierto es que en Andalucía (como en el resto de España) se ha repartido muy mal el agua y en Andalucía peor, desde la olvidada Almería hasta la abundancia con la que se gasta el agua en provincias donde no la hay o en cultivos que dilapidan el escaso recurso.

Sería necesario recordarle que ya en periodos de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se programó un plan hidrológico, llamado Programa Agua, basado en la instalación de un importante número de desaladoras en nuestras costas y trasvase del Ebro y que tuvo (como es habitual) la negativa de su partido sin percatarse de que esas negativas benefician a su partido en sus estrategias pero que dañan profundamente a los españoles en sus intereses generales.

Será necesario recordarle que su formación política amenazó a las universidades valencianas para que no firmaran convenios de colaboración con el Ministerio de Medio Ambiente para el tratamiento de las salmueras procedentes de las desaladoras, atemorizaron a los agricultores difundiendo que el agua procedente de esas instalaciones era perjudicial para los cultivos y donde gobernaban se negaron a otorgar permisos para su instalación. Mintieron sobre la viabilidad del trasvase del Ebro. Sin embargo, para desviar la atención sobre el pasado le echan la culpa a Pedro Sánchez. Están un poco repetidos con el asunto del señor Sánchez y los demás estamos un poco hartos.

Será necesario recordarle, para ayudarle a centrar el problema, que el asunto en Andalucía no solo es grave, sino que se prevé caótico. Hasta ahora las respuestas se concentran en titulares de prensa para atraer votos y alguna inocente risita. El problema ya afecta a casi todo el territorio andaluz y su propuesta no ha pasado de complacer a los que han abusado de la falta de diligencia de la Administración para impedir el uso del agua ilegal. Gobernar significa tomar decisiones y en muchas de ellas, enfrentarse a intereses contrapuestos. Ello requiere decir “no” alguna vez, gobernar para resolver el problema que afecta a los ciudadanos olvidándose un poco de los intereses de su partido y combinar posicionamientos científicos, técnicos, agrícolas, industriales, urbanos y medioambientales. Resulta, señor presidente, que gobernar es harto difícil y comprometido y se requiere, además, del beneplácito del partido, experiencia de gestión en el mundo real, capacidad y mérito, asuntos de los que nuestros nuevos políticos carecen y se distancian impúdicamente de lo que se les exige a cualquier empleado o funcionario.

En primer lugar, debe conocer que además de los campos de golf y de los aguacates, que son los aspectos que afectan a la provincia de donde usted procede, existen otros problemas de necesidades que se extienden a la totalidad de la Comunidad Autónoma que preside.

Por ejemplo y como aclaración, en Andalucía hay más de 10.000 hectáreas de cultivo de aguacates que consumen 70 hectómetros cúbicos de agua, 90 campos de golf que consumen 891 hectómetros y 39.000 has. de cultivo de arroz que consumen 298 hectómetros cúbicos de agua. Este verano he podido comprobar que una población de la Axarquía como Vélez Málaga en su núcleo de Torre del Mar, tiene extensiones enormes de césped regado todos los días que han prolongado, incluso, a la arena de la playa. Ni Londres, ni Suiza. En tanto, los agricultores de esa misma zona, están cortando los árboles por falta de riego.

En la Cuenca Sur, los embalses de Béznar y Rules han estado este verano con una capacidad cercana al 70% de reservas, pero que esa agua corresponde a los regantes de la Costa Tropical que aún no han tenido acceso a la misma y que usted ya ha prometido a los agricultores de la Axarquía. Por lo que hemos podido comprobar usted no es capaz de cerrar los pozos ilegales de la provincia de Sevilla, ni reordenar los cultivos de arroz en la misma que gastan 12 veces más agua que los cultivos subtropicales.

Creo que usted desconoce que en las capas profundas del subsuelo de la provincia de Granada existen unas reservas de agua de tal magnitud que superarían los 10.000 hectómetros cúbicos, es decir, 10 veces las del pantano de Iznájar. Es decir, casi la capacidad total de los embalses de Andalucía y con una posibilidad de renovación que permitirían sin gastar el acuífero, cultivar todo el Temple granadino, abastecer de agua para consumo urbano de toda la provincia durante más de 100 años de sequía continuada y dada su característica térmica, como energía potencial, producir electricidad en volúmenes difícilmente calculables, sin gastar una sola gota de agua.

No, señor presidente, el problema del agua en Andalucía no es el de la cuenca del Guadalquivir, ni la de la Málaga, es de toda la Comunidad y de la sobredimensión de su gasto en zonas en las que se debería haber controlado, por su geográfica escasez y su previsión a medio y largo plazo. No olvide que allá por los años 90 se llegó a pensar, incluso, en desviar la población de Sevilla afectada, como ahora, por una terrible sequía y las que se prevén llegar. Hubo quien, en la desesperación, propuso llevar por el Guadalquivir enormes iceberg que dieran un respiro de emergencia al rio desde la ciudad de Sevilla.

Deje usted la política y deje de gobernar para su partido y gobierne para los ciudadanos que necesitan políticas coherentes y racionales en la gestión del recurso más vital, escaso e imprescindible para la vida. Con desaladoras habría agua para todos, pagando su coste, como lo hacen donde escasea. Y esas políticas de coste deberán estar incardinadas en una fiscalidad justa y racional.

Ahora me arrepiento de haberle desvelado el secreto del agua del subsuelo de la provincia de Granada, porque ya estaría usted dispuesto a la construcción de grandes canales de abastecimiento de Sevilla y Málaga, dejando a Granada, como siempre, fuera de sus cálculos previsorios.

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