El parqué
Jaime Sicilia
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Tribuna Económica
En un artículo anterior intentábamos concretar el daño económico de los ERE, que al final puede resultar el parto de los montes, pero no mencionábamos las consecuencias de llevar al ámbito penal cuestiones que deberían estar en el administrativo; el principal daño es que, ante el temor que decisiones tomadas de buena fe, se denuncien y acaben en imputación penal, políticos y funcionarios frenan el funcionamiento de la Administración pública. Veo noticias frecuentes sobre la paralización de todo tipo de subvenciones, y como botón de muestra está el caso de un vehículo eléctrico cuya subvención podría abonarse ya en el momento de la compra, pero que se demora indefinidamente. La documentación se presenta por una gestoría especializada ante la comunidad autónoma, y a los cinco meses se recibe una petición de justificación –que ya tienen– de la compra, para lo que se les envía la factura; contestan que no es suficiente, aunque la factura es el documento habitual que usamos ante Hacienda, un seguro, o para una garantía; se les envía la orden original de transferencia bancaria, y semanas después contestan que no les satisface; se envía un certificado del banco sobre la operación, y vuelven a decir que no es prueba suficiente; y por último se manda un pantallazo del registro de la transferencia desde las tripas del banco, y estamos a la espera. “Realmente esperaban algo de él, pero no podían decir exactamente qué”, sostiene Frank Kafka en su libro El Castillo, que hace cien años, a su muerte, dejó inacabado, y salta ahora a Internet con millones de seguidores; su actualidad está sin duda en que las situaciones absurdas, kafkianas, ante la administración pública y las grandes empresas persisten, pues hay asuntos que deliberadamente no se explican, y otros que no tienen explicación. “Aunque mi caso sea de los más triviales –dice el personaje de Kafka–, mantiene ocupados a muchos funcionarios”, y me sugiere que si valoráramos el tiempo dedicado por tanta gente a la subvención al cochecito eléctrico, quizás sea similar al importe mismo de la subvención.
Estos días se discuten las competencias de las comunidades autónomas, y presuntos agravios, pero cuando el presidente de una comunidad autónoma tiene que devolver subvenciones y presupuestos que no es capaz de ejecutar, o un alcalde pierde el control de su gerencia de urbanismo, da que pensar que siendo importante el consenso, también lo es si algunas autonomías y ayuntamientos están capacitados para ejercer las competencias que tienen o reclaman. Volviendo a El Castillo, la novela hay que verla desde el lado humano de la búsqueda de compañía, escapar de la soledad, y la enfermedad que consumía al escritor, pues la burocracia bien entendida es poner orden en asuntos públicos y Kafka estaba familiarizado con ella por su trabajo; pero la burocracia es también el terreno del poder, donde Kafka por boca del sufridor dice: “No estoy en la misma posición que usted, una persona importante, no por cualidades que pueda tener, sino por la condición en que yo me encuentro donde debo hacer cualquier cosa que me indique, pese a no significar nada para mí. Y aunque rompa el bastón no hay diferencia, sólo me recuerda que hay un poder, al que no tengo ningún aprecio”.
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