Opinión
Carlos Navarro Antolín
El Rey brilla al defender lo obvio
La medicina es una ciencia que suele encajar muy bien con la ficción; imaginar la curación definitiva del cáncer o del Alzheimer y otras muchas enfermedades graves es algo que creemos que puede ser factible en un futuro y aunque esa sea una meta muy lejana, desde ahora está más cerca.
Así, hemos conocido que una batería de más de 40 estudios publicados este pasado miércoles avanza hacia la construcción de un atlas en 3D de todas las células humanas; se trata de un detallado y completo manual digital de instrucciones del organismo.
Y es que, en este trabajo, más de 3.600 científicos de un centenar de países han conseguido construir un manual de todas las células humanas, en un proyecto llamado Big Science en cuya financiación están implicados más de un centenar de instituciones de todo el mundo. Hoy es uno de los grandes consorcios globales del ámbito científico y es incluso mayor de lo que en su día fue el Proyecto Genoma Humano.
Podemos estar a las puertas de una especie de Google Maps de la biología (una especie de atlas del cuerpo humano) y ante un paso decisivo en la búsqueda de la medicina de precisión tanto en los diagnósticos como en los tratamientos.
Las posibilidades de terminar conociendo las verdaderas causas de las enfermedades, la verdadera y concreta afectación del organismo (incluso a nivel molecular) y el tratamiento efectivo y concreto son una realidad potencial que cada vez se nos aparece más cercana.
Los avances en el campo de la medicina han venido siempre de la mano de la investigación y en el futuro será también así; incluso, a la luz de noticias como la que acabo de señalar, nos enfrentamos a una situación en la que podemos creer que hay posibilidades ciertas de cambios espectaculares.
Resulta de enorme importancia lograr preparar los sistemas sanitarios para poder incorporar con eficacia y con equidad todos los avances que podamos tener en materia de medicina de precisión.
De este modo, hay que ir adaptando la organización de los servicios en función de las posibilidades ciertas que tengamos a nuestra disposición con futuras innovaciones disruptivas. También, hay que asegurar la incorporación de las innovaciones en la cartera de servicios como nuevos derechos que deben ser accesibles con criterios de equidad y calidad.
Y, por supuesto, la sostenibilidad de los sistemas sanitarios debe ser un objetivo ineludible para poder garantizar que todas las personas que lo necesiten puedan tener disponible un sistema de salud fuerte y efectivo.
En definitiva, el desafío es relevante y seguramente va a requerir un esfuerzo de planificación y rediseño de los sistemas sanitarios en el que hay que involucrar a personas expertas, organizaciones profesionales, empresas de tecnologías, universidades, pacientes y responsables públicos.
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