Carmen Pérez

F rancia y el peligro de una crisis de deuda de la Eurozona

Tribuna Económica

28 de junio 2024 - 03:09

Europa, en tiempos pasados, estableció que para una buena salud financiera los Estados miembros deberían mantener su deuda pública por debajo del 60% del PIB. Pero ha sido de lo más permisiva. Y así, la media europea se situó a finales de 2023 en el 88,6% del PIB, con 14 países, de menor importancia económica, cumpliendo la norma; Alemania, con una relación deuda/PIB del 63,6%; y otros muchos países superando ese umbral con creces. Entre estos últimos, España, con un 107,7% del PIB o Italia, la campeona, con un 137,3%. Sin embargo, Francia, con el 110,6%, es actualmente el país que podría desencadenar en la eurozona una crisis de deuda.

En España, la ratio deuda sobre el PIB ha tenido un buen comportamiento desde 2021, descendiendo desde el 116,8% y el 111,6% de 2021 y 2022, respectivamente, aunque sigue en niveles superiores a los de 2020. Ha ido bajando porque el denominador –el PIB– ha ido subiendo, no porque el numerador –la deuda– haya reducido en ningún momento su saldo. En términos absolutos, la deuda alcanzó a finales de 2023 los 1,57 billones de euros. A los otros países europeos les ha pasado igual: la elevación del PIB –el PIB nominal, que incluye el efecto inflación– consigue esa “mejora” en la situación relativa de la deuda.

Si las cuentas anuales de un país son deficitarias –mayor gasto que ingreso–, el volumen de deuda sigue subiendo, porque los déficits hay que financiarlos. Y la presión sobre el gasto público en los países europeos es enorme: mantener el estado del bienestar es cada vez más costoso, y ahora se le une un mayor gasto financiero, a causa de tipos de interés más altos.

Francia es el país que lo tiene más crudo. Cerró 2023 con un déficit muy alto, del 5,5%, y sin perspectiva alguna de bajar para el futuro. Tanto la extrema derecha como la extrema izquierda han prometido aumentos de gastos y recortes de impuestos, que engrosarían aún más ese déficit y, consecuentemente, elevarían aún más la deuda. Los bonos franceses ya acusan esta posibilidad. Y si la situación se desmandara allí, sería peligroso para toda la eurozona, porque Francia es la segunda economía, con más del 17% de su PIB.

En ese caso, el BCE tendría que actuar para parar la escalada de su prima de riesgo y evitar que se contagie a otros países de la eurozona altamente endeudados, como España e Italia. Dispone de instrumentos para ello, como el Instrumento de Protección de Transmisión, diseñado para proteger a los países periféricos cuando los tipos de interés empezaron a elevarse con rapidez, pero que ahora podría utilizarse para los bonos franceses. Y si no son suficientes, inventarán otro. En el pasado hemos asistido a momentos muy complicados y el BCE siempre supo sacar conejos de su chistera.

Otra cosa es la crisis política que se desencadene entre los distintos países de la eurozona. Europa ha desempolvado las normas con los límites de nuevo, exigiendo a los países encaminarse hacia su cumplimiento: ¿cuál querrá ayudar a una Francia derrochadora, que no se compromete a dominar su déficit y su deuda? Un problema de deuda en Francia se convertiría inmediatamente en un problema de la eurozona. Máxima expectación, por tanto, ante las próximas elecciones francesas.

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